Trump: sueños húmedos // Otra broma
anexionista // ¿Quién subsidia a quién?
l siempre ocurrente cuan perverso Donald Trump ya le gustó la broma
anexionista que días atrás le hizo al agachado primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y dado que el magnate quedó muy contento con su chascarrillo
expansionista, ahora se le hizo fácil repetir la dosis a la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, a quien le envió un mensaje: Estamos subvencionando a Canadá por una suma de más de 100 mil millones de dólares al año y a México por casi 300 mil millones de dólares. No deberíamos... ¿Por qué subvencionamos a estos países? Si vamos a hacerlo, que se conviertan en un estado
de la Unión Americana
(por antigüedad, 51 y 52, respectivamente).
No es novedad, porque Trump es una máquina de escupir sandeces, amenazas y chantajes, pero ¿en serio se queja porque, según su versión, Estados Unidos subsidia
a México? Bueno, es cuestión de echar cuentas, pues, de entrada, nuestro país, sin quererlo, acumula 176 años, y contando, subsidiando
territorialmente al vecino del norte, toda vez que en 1848 los anexionistas gringos se robaron más de la mitad del territorio mexicano, con lo que, por la vía del hurto (cesión
, le llamaron los gringos), de la noche a la mañana la geografía continental de las barras y las estrellas se incrementó sustancialmente, al igual que el número de sus estados (California, Nevada, Utah, Nuevo México, una muy buena porción de Arizona y Colorado, además de porciones de Oklahoma, Kansas, y Wyoming, y más tarde La Mesilla; por cierto, por esas fechas ya se había anexionado Texas).
Qué enorme subsidio
recibió Estados Unidos de México, tras el Tratado Guadalupe-Hidalgo (la obligada rendición mexicana tras la guerra de intervención), lo que provocó, como bien lo narran Los Tigres del Norte, que los mexicanos no cruzaron la frontera, sino que ella los cruzara
a ellos. Entonces, es simple: que Trump regrese el territorio que los gringos robaron a México y así se acaba el subsidio
que cínicamente reclama, sin dejar de lado la brutal deuda histórica que mantiene con nuestro país.
Qué decir del enorme subsidio que recibe Estados Unidos de la muy calificada mano de obra mexicana que labora en Estados Unidos (documentada o no), porque los patrones de allá, aprovechando el origen territorial de ésta, y sin olvidar su represión, racismo y xenofobia, pagan salarios inferiores a los que obtienen los trabajadores estadunidenses por hacer la misma tarea y con la misma calidad, si es que en realidad estos se animan a realizarlas. Miles y miles de millones de dólares se roban esos patrones. Eso, para efectos de Trump, se llama subvención
. Además, ¿qué comerían los güeros si la mayoría de sus alimentos no los aportan los campos de cultivo cosechados por los trabajadores mexicanos?
Pero, ojo: la expoliada mano de obra mexicana –y la latina
en general”– ha construido una fortaleza económica, el llamado producto interno bruto latino
, que supera 3.7 billones de dólares, con la enorme derrama fiscal que ello implica, de tal suerte que en un abrir y cerrar de ojos –ya que Trump amenaza con deportarlos a todos
y rapidito– la economía estadunidense registraría una minusvalía
(como les gusta decir a los tecnócratas) superior a 13 por ciento del valor actual de la economía gringa. Así se acabaría la subvención
que, reprocha el magnate, otorga Estados Unidos a México (la información es de la Universidad de California Los Ángeles, la cual documenta que “los latinos ayudaron a apuntalar la economía de Estados Unidos durante los días más difíciles de la pandemia de covid-19 y luego encabezaron la recuperación económica de la nación).
Pero ya que Trump está emocionado con que México se convierta en el estado número 52, entonces deberá asumir la voluminosa deuda nacional, los cárteles de la droga (en Estados Unidos no hay
, reza la versión oficial) y, en general, todos los males mexicanos y las consecuentes subvenciones
, amén de que deberá prepararse para la futura muerte de muchos estadunidenses, porque hasta ahora los cadáveres los ha puesto México –en no pocos casos asesinados con armas estadunidenses–, pero a partir de la soñada anexión todos serán gringos.
Y como las citadas, muchísimas más subvenciones
mexicanas para la tranquilidad del siempre ambicioso, voraz y expansionista imperio de las barras y las estrellas. Eso sí, el sueño húmedo de Trump no pasará de ahí.
Las rebanadas del pastel
Otro que tiene sueños húmedos es el genocida Benjamín Netanyahu, quien ya ve el Éufrates por un lado y el Nilo por el otro. Mientras, la ONU no sueña; duerme y sólo está de adorno.
X: @cafevega