l poder del Estado cobra la forma de un conjunto de instituciones: organismos, leyes promulgadas, reglamentos, decisiones públicas. El poder del Estado, de otra parte, expresa una correlación de fuerzas políticas que se mueven dentro de los límites marcados por las instituciones de Estado existentes. Un cambio en la correlación de fuerzas da curso a reformas de las instituciones, la eliminación de algunas de ellas o la creación de nuevas.
Bajo los preceptos de la democracia representativa, una fuerza política puede desplazar a otra como titular del Poder Ejecutivo, y/o como titular dominante del Poder Legislativo. En México, en adelante, tendremos un Poder Judicial conformado bajo el canon democrático. Aún nos falta saber con qué orientación, criterios, reglas, operará ese poder.
La correlación entre fuerzas políticas se da en todo momento en el marco de los fundamentos de organización de la sociedad; hoy por hoy, en todas partes, se trata de los fundamentos –convertidos en instituciones–, de la sociedad capitalista. Es bien sabido que el fundamento de última instancia de la sociedad capitalista es la propiedad privada de los medios de producción. Tal condición otorga a la clase propietaria la dominación económica sobre los no propietarios de esos medios. De esta realidad surgen las clases sociales de la sociedad burguesa. Los no propietarios –los históricamente despojados de toda propiedad–, se vuelven por necesidad asalariados explotados por los propietarios, o bien son precarios cuentapropistas o, de plano, lumpenproletarios; tanto cuentapropistas como lumenproletarios son susceptibles de convertirse en asalariados. De esa condición social nace la lucha de clases. La correlación de fuerzas entre fuerzas políticas, por tanto, está inmersa en esa relación de dominación de la clase propietaria. La presencia de los llamados sectores medios
(una denominación estadística referida a los ingresos), no modifica el carácter de las relaciones de clase.
En México hay un cambio en la correlación de fuerzas: Morena ocupa hoy la titularidad de los poderes del Estado, y representa a los asalariados y a los demás excluidos. Pero las clases dominantes continúan con su ventaja y su dominación histórica protegida por las instituciones de Estado; es un poder exclusivo y excluyente siempre presente en la correlación de fuerzas, con independencia de qué fuerza política ocupe la titularidad de los poderes instituidos.
En México, entre 2023 y 2024 aumentó de 14 a 22 el número de magnates con fortunas superiores a los mil millones de dólares cada uno (Slim, 100 mil millones). En tanto, según Coneval, el ingreso laboral real per cápita pasó de 3 mil 124 pesos a 3 mil 346 entre el tercer trimestre de 2023 y el tercer trimestre de 2024; un incremento de 122 pesos. La brutal desigualdad social, por tanto, continuó aumentando. Pese a los programas sociales, 36.3 por ciento de la población nacional vive en situación de pobreza; 37.7 millones de mexicanos viven en pobreza moderada y 9.1 millones en pobreza extrema.
Consideremos la representación efectiva de los partidos políticos. No puede haber dudas: Morena representa a las clases dominandas y excluidas como nunca había ocurrido en casi un siglo. La última elección presidencial confirmó que así lo viven esas clases. Hubo una hazaña política construida por los de abajo y su liderazgo con Andrés Manuel López Obrador, bajo el lema de por el bien de todos, primero los pobres
; una hazaña confirmada en la elección de Claudia Sheinbaum.
Cambió la correlación de fuerzas y las clases dominadas y excluidas han visto mejorar su vida. Las diferencias sociales, sin embargo, continúan siendo abismales. Los gobiernos de la 4T, el federal y los estatales, tienen que seguir mejorando la vida de los más. Morena con sus mejores cuadros debe continuar al mando. En tanto, los partidos de la oposición exhiben una débil representanción de los de arriba y el engaño con el que conseguían el voto de los de abajo casi terminó en 2018. Pero aún hay en el mundo de la pobreza votos para la representación espuria del Prian.
Existe un gran espacio para continuar mejorando la vida de los explotados y los excluidos. Con datos del Banco Mundial, la Wiki presenta el siguiente cuadro: 1) baja desigualdad (D), Índice de Gini (G) inferior a 0.3, 33 países; 2) D moderada, G entre 0.3 y 0.4, 87 países; 3) D peligrosamente alta, G entre 0.4 y 0.5, 45 países, entre los que se halla México; 4) D alta, G entre 0.5 y 0.6, 12 países.
Pakistán, con un PIB real equivalente a 55 por ciento del de México y un ingreso per cápita equivalente a 24.3 por ciento del de México, tiene un G de 0.296 (baja desigualdad) frente al G mucho más alto de México de 0.435. Hay otros países de ingreso per cápita inferior al de México y un D baja. Es decir, la pobreza de un país puede ser compatible con una baja desigualdad. Los de abajo votan en mayoría por Morena porque trabaja en su favor. Pero aún es muy grande la tarea pendiente.