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Desde otras ciudades

La leyenda del krampus en Austria y la dualidad de las tradiciones navideñas

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▲ Desfile de los tenebrosos krampus en un mercado de Navidad, en Salzburgo, Austria.Foto Alia Lira Hartmann
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esulta interesante constatar que las tradiciones de esta época en algunos países de Europa central como Austria, Alemania, Suiza o Luxemburgo difieren de otros. Para los más pequeños, radica en portarse bien y ser recompensado, o mal y ser acreedor a una sanción.

El 5 y 6 de diciembre se celebra el día de San Nicolás; Nikolaus es un preámbulo a los esperados regalos del legendario personaje Papá Noel o Santaclós, que reparte regalos a los niños el 24 y 25, según si en la lista se aparece entre los niños buenos o malos.

De hecho, la figura estadunidense fue inspirada en San Nicolás, quien con un atuendo rojo y blanco se documenta que fue un obispo, Nicolás de Bari o de Mira, nacido en el siglo IV en Turquía. Se dice que al heredar la fortuna de sus padres la repartió entre gente de bajos recursos, además de otros milagros que lo elevaron a santo por la Iglesia católica.

Cada año, en la festividad del Nikolaus el 5 de diciembre, los pequeños colocan en la noche un zapato que debe estar limpio o boleado para recibir el 6 fruta, nueces o algunas golosinas. Hasta aquí la tradición de los buenos, pero con el mal viene la leyenda de unos personajes macabros sirvientes y que acompañaban a San Nicolás que personifican lo contrario del bondadoso santo, los krampus.

Se trata de figuras diabólicas con largo pelaje, cuernos, pezuñas, amenazantes dientes con una cabeza que simula una mezcla entre un cabra y un diablo adornados con algunos ruidosos elementos de metal sobre la espalda. Su labor es reprender o castigar a los pequeños que se portaron mal. Cuenta la leyenda que también portan una vara de abedul con la que amenazan con azotarlos e incluso llevárselos en un saco para después devorarlos.

De hecho, en Austria existe una tradición: durante un día entero –el 5 o 6 de diciembre– se celebran desfiles de estas figuras en los que los participantes se disfrazan y en una lúdica atmósfera amenazan al público con sus garras y afilados dientes, aunque también posan para las numerosas cámaras que buscan una instantánea.

Esta tradición se practica desde hace varios siglos, especialmente en la región de Tirol, al oeste de Austria, por lo que se ha convertido en una atracción turística; durante la primera semana de diciembre la gente recorre las calles con estos tenebrosos atuendos que suelen ser sofisticados y realizan amenazantes movimientos con los que pretenden aterrar a los asistentes.

Sus orígenes están ligados a los pueblos en los Alpes de Suiza, Austria, Alemania o el norte de Italia. La Iglesia católica rechazó mucho tiempo esta leyenda; sin embargo, recientemente ha ganado popularidad; reportajes, videos o programas de televisión dedican tiempo, hasta se rodó en Austria una película.

Incluso se celebra la noche de los krampus antes del 6 de diciembre en varios pueblos alpinos. En Italia, en la región de Pontebba, se les dedica un día entero. Las opiniones son diversas, aunque en esencia se intenta enviar a los pequeños un mensaje de que un mal comportamiento traerá consecuencias y, de manera implícita, la disciplina y la obediencia a las reglas.

Alia Lira Hartmann