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Trump comerá nachitos
C

arlos Monsiváis, en los inicios de nuestro periódico, escribió sobre el problema de la migración. Años después, los mexicanos volvimos migrantes de nuestro guacamole a las estadunidenses.

Dice Monsiváis en La Jornada de los años 80: “Nuevo lugar común: en México la frontera con Estados Unidos se encuentra por doquier, y en materia de cultura y economía, todos los mexicanos somos fronterizos. Así, los millones de trabajadores migratorios que van a Estados Unidos y vuelven cada año, frustrados y/o satisfechos, han recompuesto en gran medida el país, diversificándolo de varios modos. A ellos les ha tocado construir su identidad nacional, sin pagar tributos a la gran historia y los logros de la Revolución Mexicana.

“Lo suyo es distinto: la lealtad a gustos gastronómicos, la fidelidad a los estilos comunitarios de piedad religiosa, el entusiasmo por las canciones que son autobiografías colectivas y conjuros contra el olvido y, novedad en el incesante melting pot de tradiciones regionales, invención de un espíritu norteño que es desenfadado, sincerísimo, bravucón, inmoral, mientras no los detenga la policía, honesto por miedo y convicción, enamorado de la fiesta.”

Dice Monsiváis: De un país sedentario a un país nómada. Los pueblos se vacían cada seis meses, y quienes se quedan, niños, mujeres y viejos, retienen esa identidad tan hecha de tedio y de resignación. Y los migrantes, con la riqueza de su mano de obra barata a cuestas, viven el agobio en autobuses de mala muerte, en tráileres, en los dificultosos y fáciles cruces de la frontera.

Ante el panorama que se vislumbra con el presidente Trump, el secretario de Relaciones Exteriores mexicano, Juan Ramón de la Fuente, se adelanta y se pone en guardia.

El próximo enero se llevará a cabo el Supertazón de la liga de futbol estadunidenses, incluido el guacamole mexicano y sus nachitos, y se acaban los aguacates en México. Un banquete culinario. Cada familia instrumenta cómo cocinar el guacamole, con jitomate, chocolate y el late mexicano. Si los estadunidenses se han vuelto el amo y los mexicanos los siervos (Hegel), en términos culinarios nosotros somos los amos y ellos se refocilan en la servidumbre de los nachos y los aguacates, sin chile, sin limón, con guisantes o crema agria.

¿Cuántos millones contemplarán el futbol americano del Supertazón comiendo nachitos con guacamole?