esde hace meses la tensión con Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, ha sido no sólo evidente, sino que ha aumentado. Una de las noticias que intensificó la problemática fue la captura de Ismael El Mayo Zambada, ya que la comunicación y cooperación entre ambas naciones, al contrario de lo que muchos pensábamos, se advirtieron fracturadas.
Con el triunfo de Donald Trump el futuro de la relación bilateral comenzó a volverse mucho más agresivo; temas como la migración, la seguridad fronteriza, los aranceles, el tratado entre nuestro país, Estados Unidos y Canadá, la reforma al Poder Judicial, el comercio y, por supuesto, el narcotráfico han ido escalando en intensidad y hostilidad.
Durante su campaña, Trump mencionó que de ganar las elecciones, pensaba bombardear a diversos blancos sobre todo relacionados con los cárteles en nuestro país, ya que han sido, en reiteradas ocasiones, responsabilizados por la pandemia de fentanilo que ha inundado partes de Estados Unidos.
Es alarmante que el próximo presidente de EU tome decisiones con tanta osadía contra nuestro país, sin considerar las consecuencias que sus acciones puedan desencadenar entre ambas naciones e incluso alrededor del mundo. De acuerdo con un artículo del New York Times, en 2020 Trump consultó con su entonces secretario de Defensa, Mark Esper, sobre la posibilidad de lanzar misiles a México, para destruir los laboratorios de drogas
y aniquilar a los cárteles.
Dicha aseveración aparece relatada en el libro A Sacred Oath: Memoirs of a Secretary of Defense During Extraordinary Times (Juramento sagrado: memorias de un secretario de Defensa durante tiempos extraordinarios) , donde narra otras incidencias que le hicieron replantearse seriamente la imagen de Trump como una persona dispuesta a utilizar todos los recursos a su alcance para lograr sus objetivos.
La crisis generada por el crimen organizado ha llegado a niveles delicados y preocupantes. No sólo fue durante la administración de Trump que la idea de atacar a los cárteles ha sido puesta sobre la mesa; en 2021 el gobernador de Texas, Greg Abbott, instó al presidente Joe Biden a reconocer como terroristas a los cárteles mexicanos, ya que para su estado la peligrosidad de estas organizaciones era elevada.
El propio Abbott emitió una orden ejecutiva el 21 de septiembre de 2022 donde los reconoce como organizaciones terroristas y ordena al Departamento de Seguridad Pública de Texas (DPS) tomar medidas inmediatas para mantener seguros a los texanos en medio de la creciente crisis nacional del fentanilo.
La organización y violencia que caracterizan a esos grupos criminales hizo que el año pasado Daniel Reed Crenshaw, senador estadunidense y ex oficial Seal de la Marina, arremetiera contra el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador cuestionándolo sobre a quién representaba, si al pueblo o a los cárteles y, por supuesto, retomó la idea de que se autorizara el uso de las fuerzas armadas de EU contra organizaciones que trafican fentanilo, presentando la denominada Resolución sobre la influencia del cártel.
A Crenshaw también se le unieron los senadores republicanos Lindsey Graham, Mike Lee, John Kennedy, Marsha Blackburn, Josh Hawley y Steve Daines; pero a pesar de los esfuerzos de diversos actores políticos hasta ahora no hay una resolución oficial.
Sin embargo, con el arribo de Trump el panorama puede cambiar radicalmente, sobre todo porque se debe tener presente que el republicano cuenta con mayoría en ambas cámaras, lo que sin duda le daría una ventaja importante a la hora de aprobar leyes y reformas.
Pero, ¿qué implicaría que se usara la fuerza militar contra los cárteles en México?, ¿estas acciones no reforzarían la idea popular de que EU puede imponer orden bajo sus propias directrices?, ¿la población en México estaría dispuesta a sacrificar soberanía y libertad nacionales para que el vecino combata a los narcotraficantes, como en otros países?
Es innegable que un lenguaje cada vez más agresivo y beligerante puede conllevar serios riesgos. Por ejemplo, la ley mencionada otorgaría a Trump amplios poderes para iniciar una serie de guerras con estructuras criminales mexicanas, sobre todo, a que la elección de éstas pueda ser determinada enteramente por él, es decir, podría traducirse, de alguna manera, en un cheque en blanco para conflictos contra cualquier organización o persona.
Por otro lado, aún más alarmante resulta lo mencionado en el International Crisis Group, de que “si se promulga como ley, la amplia expresión ‘fuerza necesaria y apropiada’, en especial acompañada de la determinación (que quedaría a la entera discreción del presidente) de que México constituye una nación ‘afiliada’ a una organización contemplada, proporcionaría autoridad no sólo para ejecutar ataques con misiles contra cárteles como los mencionados por Trump, sino también para invadir y ocupar México”.
Tristemente, el que estas ideas sean cada vez más consideradas, e incluso normalizadas como una opción, puede convertirse en un riesgo de que cualquier crisis sea contrarrestada con acciones militares, lo cual nos alejaría del diálogo y del trabajo en equipo para continuar colaborando en otros temas vitales para ambas naciones.
* Consultor en seguridad, inteligencia, educación, religión, justicia, y política