Gobierno de multimillonarios
n la historia de Estados Unidos nunca había habido un gobierno con tantos multimillonarios en los principales cargos. La gobernanza del país pasará de administradores públicos a grandes empresarios.
Aunque todavía no está conformado todo el gabinete, se incorporarán Elon Musk, el hombre más rico del mundo; Scott Bessent y Howard Lutnick, dueños de grandes fondos de inversión, y Vivek Ramaswamy, empresario de firmas biotecnológicas. Quizá sea natural que quien tiene el poder se ligue con gente afín.
En la primera administración de Trump predominaban los administradores de carrera y políticos del Partido Republicano; ahora quienes dirigirán el país son personas acostumbradas a manejar grandes fortunas privadas.
Esa realidad entra en contradicción con el discurso de Trump, quien habla de cerrar las fronteras. La actividad empresarial de los principales miembros de su equipo muestra otras prácticas. Musk, por ejemplo, tiene fábricas y ofrece servicios por todo el mundo. Lo mismo sucede con el resto de los empresarios que los acompañan, ya que viven de los negocios y las inversiones globales.
Estos líderes de empresas saben que para ser competitivos y ganar mercados tienen que abrirse al mundo, por lo que las decisiones que tomen no irán en contra de sus intereses personales. Por ello, es difícil creer que Trump acabará con acuerdos comerciales, como los que tiene con México y con Canadá, o que subirá impuestos a las importaciones de estos países a 25 por ciento.
Es muy probable que en el tráfico de drogas, los indocumentados o la relación con China, sí tome medidas radicales. En estos temas la posición de fuerza de Trump obligará a otras naciones a ofrecer ventajas o certidumbres a Estados Unidos para mantener una relación estable.
Pero en el tema de los negocios, independientemente de las amenazas de Trump, hay que analizar los intereses del nuevo equipo de gobierno. Nadie quiere pelearse con sus socios, con sus clientes ni con sus trabajadores.
Trump es un negociador duro; primero golpea, luego vuelve a golpear y cuando se tensa la cuerda al máximo llega a acuerdos antes de la ruptura. Así hay que ver la posición del nuevo gobierno.