Las manifestaciones de violencia no son necesariamente consecutivas, en diversas ocasiones no se detectan como tales, sino como muestras de cariño, de protección y afecto al estar naturalizadas, por lo cual Martha Alicia Tronco Rosas, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), creó el Violentómetro, instrumento para identificar cuándo una persona sufre estas acciones y, también, cuándo las ejerce.

Es una herramienta y material educativo diseñada para visibilizar las agresiones cotidianas en relaciones personales, entornos laborales y ambientes escolares, puesto que ayuda a reconocer y prevenir patrones de abuso desde sus etapas tempranas, informó la doctora en filosofía y ciencias de la educación durante un conversatorio en el marco de las Jornadas Violencia, Mujer y Género de El Colegio Nacional (ColNal).

Destacó la relevancia del Violentómetro a nivel nacional e internacional, pues se ha traducido a más de 10 idiomas, entre ellos lenguas originarias como náhuatl, mixteco, otomí, zapoteco, también al inglés, portugués, chino, francés, italiano y persa, en lengua de señas.

Tronco Rosas relató cómo surgió este proyecto, que en una primera instancia, durante 2007, se encaminó a elaborar un programa de género dentro del IPN. Pero, al abrir un buzón de quejas, las cartas que llegaron eran sobre maltrato que sufrían las estudiantes, principalmente, por lo cual comenzó la investigación sobre noviazgo con el fin de saber más sobre estas primeras alertas de violencia.

Analizó a poco más de 14 mil estudiantes, que representó 10 por ciento de la comunidad del IPN, en un rango de 15 a 29 años (nivel medio superior y superior), en los cuales 8 mil 181, es decir 58 por ciento, fueron hombres, y 5 mil 865, 42 por ciento, mujeres. De estos, 5 mil 716 fueron estudiantes de media superior y 8 mil 330 de superior.

El estudio destacó que los roles de género y la violencia fueron predominantes, pero que se veían naturalizadas, entre ellas tener la propiedad del otro con el mensaje de que tú eres para mí, acompañado de celos, burlas y tocamientos no deseados; ante lo hallado creó un instrumento sencillo que midiera la violencia para saber cuándo somos víctimas y cuándo nuestras acciones violentan.

Explicó que está dividido en tres niveles, el primero son las manifestaciones más sutiles (agresiones verbales, bromas, chantaje); el segundo, más evidentes (empujones, humillaciones, intimidación) y el último, agresiones extremas (abuso, violaciones hasta feminicidio).