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Su matricula es de 5.5 millones de jóvenes

Prepas, carentes de programas educativos propios: académicos

Fluctúan entre un curso propedéutico de la licenciatura o un periodo remedial de la instrucción básica

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▲ Especialistas lamentan que la educación media sea vista como irrelevante y sólo se considere como requisito para llegar a las universidades.Foto Luis Castillo
 
Periódico La Jornada
Lunes 2 de diciembre de 2024, p. 3

La educación media superior en México, con una matrícula de 5.5 millones de alumnos, carece de un perfil pedagógico propio. No se acaba de entender si es parte del nivel básico o del superior. Padece un desajuste que se traduce en directrices muy ambiguas, contradictorias y algunas veces claramente perniciosas, analizan especialistas, y afirman: es un no lugar educativo.

Los investigadores Manuel Gil Antón, de El Colegio de México; Hugo Aboites, de la Universidad Autónoma Metropolitana, y Sylvia Ortega Salazar, investigadora independiente y ex subsecretaria de Educación Media Superior, coinciden: se trata de uno de los niveles con el mayor desafío, tanto por su historia, como por el grupo etario al que debe atender –entre 15 y 17 años– y por la enorme diversidad de los subsistemas que existen; actualmente suman 33 en el país.

Alumnos y profesores de este nivel formativo denuncian a La Jornada las deficiencias en infraestructura y equipamiento de sus planteles, pero sobre todo señalan la irrelevancia de los contenidos que se imparten y la asignación a escuelas que, en la mayoría de los casos, no eran la primera opción que uno buscaba, de acuerdo con una alumna de la Escuela Preparatoria oficial número 161, del estado de México.

Respecto a las propuestas de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que incluyen el aumento de la matrícula, la mejora de la infraestructura escolar y la consolidación del modelo curricular de la Nueva Escuela Mexicana, a través del Marco Curricular Común, especialistas y docentes señalaron que parece una propuesta contradictoria, pues se propone atender a más jóvenes, pero con menos recursos.

De acuerdo con el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2025, al rubro de educación media superior de calidad se asignarían 132 mil 51 millones de pesos, lo que representa una caída de más de 3 mil millones de pesos, pues este año se canalizaron 135 mil 426 millones de pesos.

En contraste, la inversión en el programa de becas universales pasaría de 39 mil 366 millones a 40 mil 922 millones, y por primera vez se incluirá a más de 12 mil planteles de bachillerato en el programa La Escuela es Nuestra, para lo que se propone asignar 9 mil 40 millones de pesos.

Oportunidades y desafíos

Entre los principales retos que enfrenta la educación media superior en el país, cuya impartición es obligatoria desde 2012, está la alta tasa de deserción que, de acuerdo con cifras oficiales, para el ciclo 2022-2023 fue de 11.2 por ciento –aunque en septiembre pasado la SEP aseguró, en un comunicado, que se había reducido a 8.1 por ciento–. Además, reporta una eficiencia terminal de 72.9 por ciento y una cobertura promedio para la población de 15 a 17 años de 81.1 por ciento, es decir, 1.7 millones de jóvenes en edad de cursar este nivel, aún están fueran de las aulas de bachillerato.

Con un total de 21 mil 249 escuelas de preparatoria a nivel nacional, atendidas por 425 mil 826 profesores, desde el ciclo escolar 2023-2024 el gobierno federal puso en marcha el nuevo Marco Curricular Común de la Educación Media Superior, con el que se busca que los alumnos puedan aprender y adaptarse a los diferentes contextos y retos.

Sin embargo, los expertos alertan que estas modificaciones no han impactado aún en la calidad de los aprendizajes ni han dotado al bachillerato de una identidad propia, pues, entre otras fallas, no se consultó a la comunidad docente ni a los alumnos para hacerlas.

Al respecto, Gil Antón considera que es necesaria una reflexión común del marco curricular. Debería llamarse al país, a los profesores, a los expertos, a hacer una revisión de este instrumento, porque si no, lo que estamos haciendo es ofrecerle a los estudiantes acceso a una escuela irrelevante, que sólo tiene importancia en la medida que les da chance de llegar a la universidad.

Subraya que los planteles de instrucción media superior son un no lugar, porque cuando te preguntas ¿cuál es el fin en sí mismo que tienen estos tres años?: hacer del bachillerato un propedéutico de la licenciatura o hacerlo un periodo remedial de la educación básica que cubra sus deficiencias. Esas son las dos formas en las que se concibe, lo que le quita el carácter de un ciclo con personalidad propia, por eso es un no lugar educativo.

Hugo Aboites reflexiona que otro de los efectos devastadores que ha enfrentado el nivel de educación media superior es la aplicación de un examen único de ingreso a través de la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior, en la zona metropolitana del valle de México, donde se concentra la mayor demanda de ingreso.

La desaparición de este examen es afortunada, pero admite que tras 28 años de existencia causó un daño catastrófico a cientos de miles de jóvenes que sufrieron la imposición del plantel en la que tenían que estar, lo que dio como resultado una deserción muy importante.

Señala que el bachillerato ha enfrentado una constante ambigüedad, pues se le trata como el ingreso inmediato al mercado de trabajo, y de repente como si fuera un escalón para la educación superior, y el resultado de todo esto es que no tiene un perfil propio, una vocación clara de qué se espera, qué debe ocurrir con los jóvenes en estos años antes de entrar a la carrera profesional.

Más que escuela, espacio carcelario

Mariana Corona, estudiante de tercer semestre de la preparatoria oficial número 74, relata que a su escuela la conocen como la cárcel, pues es tan pequeña que no tiene áreas verdes, son puros salones, tiene diversas deficiencias en infraestructura y los profesores son arrogantes y, aunque algunos sí saben, terminan recomendando tomar cursos por fuera, si es que queremos hacer exámenes para la universidad, es como si supieran que lo que nos enseñan no es suficiente para esas pruebas.

Otra estudiante dice que sus profesores se preocupan más por las normas y el cumplimiento del reglamento escolar que por dar buenas clases, ya que “se fijan más en que el uniforme esté completo, en los cortes de cabello, que no te lo pintes, que no lleves pearcing ni maquillaje ni uñas pintadas, es como si siguiéramos en la secundaria”.

Sylvia Ortega destaca que desde hace más de una década se impulsó la transformación de este nivel educativo en el que, reconoce, se mantiene una organización administrativa y pedagógica insular con múltiples subsistemas que cuentan con planes de estudios y orientaciones vocacionales distintas.

A esta complejidad, apunta la experta, se suma el efecto pospandemia. El cierre prolongado de los planteles por más de dos ciclos escolares generó una ruptura de los procesos identitarios y de socialización, pero también hubo un notable deterioro de la calidad de los aprendizajes. Sabemos que hay una baja relevancia de lo que se aprende, y en la percepción de los propios estudiantes lo que se enseña no es importante.

Reconoce también que a estas nuevas generaciones de jóvenes los entendemos muy poco, pese a que estamos ante la cantidad históricamente más grande de adolescentes y jóvenes que ha tenido el país, a quienes no les estamos dando oportunidades para insertarse en el mercado laboral. Ejemplo de ello es la experiencia de Eduardo Fonseca, estudiante de quinto semestre del Colegio Bachilleres número 10, quien considera que si bien sus clases de gastronomía son buenas, no se sentirá preparado para el mundo laboral si no lograra ingresar a la universidad, como es su deseo.

Diana Arizmendi, quien cursa el quinto semestre en el Centro de Estudios Tecnológicos Industrial y de Servicios número 153, tiene otra perspectiva. Considera que su formación en la carrera de técnica en administración de recursos humanos quizá le daría oportunidades en el mundo laboral, pero aclara que eso sería posible porque su formación es más teórica que práctica.

Sin embargo, reconoce que no eligió esa escuela porque quisiera cursar esta formación técnica. Le tocó ese plantel por no alcanzar el puntaje para quedarse en su primera opción en el examen de asignación al bachillerato.

Infraestructura

Otro de los desafíos persistentes en la mayoría de las escuelas de media superior son las carencias de infraestructura y equipamiento. Al respecto, el profesor Abraham Mendieta, del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep) de Tlaxcala, especialista en máquinas y herramientas, señala que el mantenimiento de los equipos debe hacerlo un encargado especial de talleres, pero somos los docentes quienes lo realizamos, porque si no las máquinas no funcionarían y no podríamos dar clases.

Comenta que recientemente se dio servicio a su área, pero fue un engaño, ya que a los tornos se les puso Resistol 5000 para su arreglo, lo cual puede generar un accidente al no resistir ni cumplir con garantías de seguridad.

La profesora María del Carmen Pérez, adscrita a un Conalep en la Ciudad de México, destaca que la infraestructura es deficiente, al grado de que en el taller de electrosoldadura, debe poner a los alumnos a soldar las bancas rotas, como si los pusieran a practicar y a la vez a solucionaran el problema de mobiliario de su escuela, en lugar de comprar nuevos pupitres.