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Unas 2 mil personas animaron el Gran Pachangón de Aniversario del Cenart
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▲ El sonido Perla Antillana avivó ayer el baile y el gozo en la fiesta con la que el Cenart celebró su 30 aniversario.Foto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Lunes 25 de noviembre de 2024, p. 5

El Centro Nacional de las Artes (Cenart) celebró ayer su aniversario 30 con un Gran Pachangón protagonizado por el sonido Perla Antillana. Unas 2 mil personas desafiaron la tarde fría para instalar en las áreas verdes del recinto una animada fiesta popular de baile y gozo por alrededor de hora y media.

Dirigido por Gerardo Echavarría, el Perla Antillana cuenta con más de cuatro décadas de historia que comenzaron en Nezahualcóyotl. Es uno de los principales ejemplos de la importancia de que, en octubre de 2023, la cultura sonidera fue declarada patrimonio cultural inmaterial de la Ciudad de México.

Originado en la colonia La Perla, es uno de los sonidos más longevos. En 1993 llenó, junto con La Changa, el Hollywood Palladium de Los Ángeles, California. Entonces, los integrantes del equipo de ambas agrupaciones entraron indocumentados a Estados Unidos, por lo que muchos fueron aprehendidos.

Ahora, en cambio, es el tiempo del disfrute con la alegría de su presentación en uno de los espacios culturales más importantes del país.

A pesar de que no iniciaba, algunos asistentes entusiastas ya iban ensayando los pasos prohibidos y sus giros más vistosos, o simplemente se mostraban expectantes.

Gerardo Echeverría se presentó en esta celebración: estoy para servirles. Aquí es un ambiente familiar y espero que sobre todo estén contentos.

Destellaron las luces de colores, danzaron en las ramas de los árboles mientras los primeros acordes inundaban oídos y corazones del público en la cadencia tropical.

Una mujer madura testimonió a este diario su gusto de muchos años por los sonideros. Destacó que esta expresión cultural abarca todos las clases y la música que traen es agrada a cualquier edad.

La música te transporta, añadió, junto con su reconocimiento a que se realicen actividades como ésta en el Cenart, abiertas a todos.

Cuando sonó la canción Me hace daño verte, se generalizó el baile. Contra las luces se miraban las parejas en sus vueltas, sonrisas en los rostros. El romance se hizo presente.

Perla Antillana pasó de lo tropical al pop, y luego la música electrónica, para implantar la euforia en la media oscuridad de estos jardines.

Los caminos de la vida difundió una nueva oleada de energía, sentimientos y emoción. Las familias bailan en grupo y las parejas renuevan su contacto.

El público sabía cada pieza, coreaba y festejaba, las bailó todas y silbaba de placer al unísono. “Procura coquetearme más…”, se escuchaba.

La velada avanzaba entre la maleza, y una calidez se compartía bajo la copa de los árboles. El movimiento ocupó cada espacio y los estilos de baile se hicieron presentes: los clásicos, los austeros, los enérgicos interpretados por los jóvenes. No querían que concluyera. Volvieron los gritos de emoción con Cumbia sobre el río, de Celso Piña.

El Cenart abrió sus puertas el 22 de noviembre de 1994 e innovó al reunir áreas verdes, escuelas y centros de investigación de las artes, una biblioteca especializada, un centro multimedia y foros escénicos.

Poco antes del baile sonidero, el Cenart vivió el cierre de la edición 27 del Festival Eurojazz con la cantante, músico y compositora Fuensanta, actividad que por sí sola colmó el recinto.