i profundizamos un poco en algunas de las tendencias de larga duración
de salarios y beneficios en los Estados Unidos –en realidad en todo el mundo– no debiera sorprendernos notar el deterioro persistente del ingreso de los trabajadores. Y menos aún el ascenso gradual de los beneficios.
En particular –y como característica que se ha ido consolidando desde inicio de los años 80– se experimenta la penetración irreversible de las ganancias de las corporaciones financieras, acaso con un leve descenso luego de la pandemia. ¿Qué significa esto?, ante todo, un deterioro prácticamente secular ya no sólo de las remuneraciones a los trabajadores, sino de los beneficios específicos de corporaciones no financieras.
Recordemos que las corporaciones son identificadas oficialmente con las empresas no operadas por sus dueños y cuya propiedad se determina con base en acciones. Son empresas legal y operativamente separadas de sus dueños, todos ellos poseedores de acciones
de la corporación. Una clasificación oficial simple las divide en corporaciones no financieras y financieras.
En estas últimas se integran las compañías bancarias y financieras, de seguros, inmobiliarias, de alquiler y de arrendamiento. Entre ellas las famosas FIRE, por las siglas en inglés de Financial, Insurance and Real State. Pues bien, los datos de larga duración
muestran el comportamiento tendencial de dichas ganancias corporativas. Tanto no financieras como financieras.
Luego de la Segunda Guerra Mundial las corporaciones no financieras concentraban no menos de 80 por ciento –incluso más– de las ganancias corporativas totales. Tanto las estimadas antes o después de impuestos, aunque con leves diferencias por la diversidad de cargas tributarias en un caso y en el otro, asunto que profundizaremos un poco en otro momento. Pues bien, ya a mediados de los años 80 estos beneficios de empresas corporativas no financieros se ubicaron en niveles que rondaban 60 por ciento.
Perdieron poco más de 20 puntos en lamentable concordancia, sin duda, con el descenso gradual, pero continuo de la tasa general de ganancia en la economía vecina. Sí, un descenso de casi 40 años, que acaso se frenó con fenómenos regresivos, como el deterioro creciente y la precariedad del trabajo, la pérdida del peso salarial en la economía, la polarización de los extremos salariales y el deterioro relativo de las ganancias corporativas no financieras.
Se trata, por lo demás, de características propias ya de una economía crecientemente improductiva, financiera y especulativa que, además y en concordancia con esto, se acompañó –se acompaña aún– de una baja crónica y secular de los impuestos. Sí, de la tributación como parte de las ganancias corporativas generadas en la economía.
Todo esto coincide, incluso se deriva, de las orientaciones impulsadas por los gobiernos de Margaret Thatcher (primera ministra de 1979 a 1990 ) y de Ronald Regan (presidente de 1981 a 1989), en las cuales se argumentaba que la mayor fortaleza económica provenía de las actividades bancarias y financiera, de servicios inmobiliarios y de arrendamiento.
Pues bien, como dice nuestro amigo Perogrullo, para muestra basta un botón. Me refiero a la continuidad de este comportamiento, en los años 90 y en lo que va del nuevo siglo. De inicio de los años 80 en adelante, las ganacias corporativas financieras han continuado y profundizado su sorprendente penetración. Así, en los últimos 25 años han llegado a representar prácticamente la mitad de las ganancias corporativas totales. Y sólo luego de la pandemia, las corporaciones no financieras han logrado recuperar un poco de su participación.
Sí, los últimos dos o tres años, han ganado entre cinco y seis puntos porcentuales en esa lamentable distribución de beneficios corporativos, y digo lamentables porque, entre otras cosas –y como ya lo he comentado en diversas ocasiones–, eso se muestra también en el estancamiento salarial y de las remuneraciones a los empleados de la economía vecina, con un deterioro mayor de algunos grupos de trabajadores especialmente afectados. Entre ellos los migrantes, los jóvenes, los trabajadores de color y las mujeres, lamentablemente. Ya regresaremos pronto a ello. De veras.