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Economía moral

Dictadura sobre las necesidades // Visión de György Márkus sobre el socialismo realmente existente/ IV

L

a propiedad estatal y la planificación no son mecanismos que restrinjan el poder de los aparatos burocráticos, sino los mecanismos mismos por los cuales dicha burocracia ejerce su poder. Los países socialistas de Europa oriental (PSEO) en su continuidad reproductiva expresan una lógica de dominación y explotación. Pero hasta acá llega la teoría que ve en estos países el capitalismo de Estado (TCE): la maximización de la ganancia no dirige los procesos de reproducción de estas economías estatal-controladas, y no por fallas, sino por la naturaleza de su funcionamiento. Su lógica social difiere de la de acumulación de capital. La tarea de la teoría crítica (TC) en los PSEO es descubrir la lógica específica del sistema, sus tendencias, sus tensiones y contradicciones. Pero las TCE sólo pueden declarar su irracionalidad inherente. Como Marx se percató, la TC no puede detenerse una vez que ha mostrado la apropiación del excedente en una sociedad dada, su tarea real es descubrir la forma social específica en que el excedente se apropia de los productores directos, y en los PSEO no se hace bajo la forma de ganancia del capital. En ellos, la distinción entre trabajo abstracto y concreto –central en el capitalismo (CPL)– no parece aplicarse del todo. El Estado se apropia del excedente como valores de uso (VU), de manera que la mayoría ( sic) de los productos nunca llegan al mercado, pero el trabajo individual concreto tiene un carácter social inmediato en tanto que es una AV parcial determinada/abarcada por el plan económico global. En este sentido éstas son e conomías que producen directamente VU y no valores. Pero aquí hay que retomar la idea marxiana de que el VU existe siempre en una forma social. La definición institucional de trabajo útil en los PSEO, como el trabajo abarcado por el plan global generalmente no toma en cuenta la utilidad real de este trabajo, es decir, su capacidad de satisfacer una N/apetencia social. Esta discrepancia es necesaria porque el plan no puede abarcar el consumo (excepto de manera negativa, restringiendo los bienes disponibles), ya que el consumo es decidido por los consumidores. Podemos decir, señala György Márkus (GM), que una de las contradicciones básicas de los PSEO, es la que existe entre el VU administrativo y su utilidad social real. Esta contradicción aparece como desperdicio –objetos que no pueden usarse del modo pretendido por ser de baja calidad y objetos que no satisfacen ningún requerimiento de consumo–, que alcanza proporciones asombrosas; por ejemplo un tercio de todos los libros impresos deben destruirse todos los años porque nadie quiere comprarlos. Otra parte está en las bibliotecas y nadie los lee. Ahora podemos ver las limitaciones de las TCE, dice GM. Son variantes de la fórmula producción como fin en sí mismo. “Así como el capitalismo es incapaz y no está preparado para producir un sistema de transporte comunal en las ciudades o guarderías para los menores, pues está gobernado por el principio de maximización de ganancia, así los PSEO son incapaces de producir libros que la gente quiera leer, pantalones que la gente quiera usar o navajas de afeitar que se puedan usar con seguridad, porque aquí otro principio determina la función-propósito de la producción (que todavía no hemos caracterizado positivamente). La crítica de estas sociedades, sobre la base que aceptan la producción por la producción misma, es consistente sólo desde un punto de vista: el que identifica socialismo (SCL) con una sociedad que en principio verifica el desarrollo de la producción y de las necesidades y la satisfacción de éstas, señala GM. Debe decirse, concluye GM, que desde la perspectiva de la mayoría que trabaja duramente en los PSEO, la idea de un SCL de cero crecimiento parecería sólo un pasatiempo de intelectuales de sociedades ricas. Los PSEO viven en escasez extrema, en la pobreza (aunque no en el sentido del Tercer Mundo) y no ven nada romántico en ella.

La principal diferencia entre CPL y SCL también puede verse respecto a la propiedad. En las TCE la propiedad (a diferencia de su expresión jurídica como propiedad estatal) se concibe como propiedad capitalista de la burocracia. Esta posición (aparte de introducir el extraño concepto de propiedad privada colectiva) omite un aspecto central: las relaciones capitalistas de propiedad se basan en la división completa entre los factores objetivos y subjetivos de la producción: la fuente única de mando sobre los trabajadores en el CPL es lo fijado en el contrato laboral. Pero e n los PSEO la separación entre condiciones objetivas y subjetivas de producción es incompleta: el aparato que ejerce el control directo de los medios de producción y apropiación del excedente tiene, al mismo tiempo, el poder de mando por medios político-administrativos de porciones de la fuerza de trabajo colectiva (ejército y otras formas de movilización social) y fija las condiciones del contrato de trabajo (como salarios nominales). (Citan a I. Szelenyi sobre los PSEO): El dueño de la fuerza de trabajo (FT) está bajo obligación estatutaria a venderla a un precio fijado administrativamente sin relación alguna con el excedente que generará. No le está permitido negociar (individual o colectivamente) este precio. No puede conservar su FT y tratar de vender los productos de su uso directo, en vez de vender su FT. En estas circunstancias no se puede hablar, con sentido, de un mercado de trabajo. La burocracia controla tanto los factores objetivos, como los subjetivos (hasta cierto punto) de la producción. Se puede decir que existe una red de relaciones impersonales de dependencia. Pero esta separación incompleta no es unilateral. Es verdadera también a la inversa. El mando burocrático efectivo está restringido. Los PSEO no toleran el cierre de empresas, el desempleo abierto, la existencia de desigualdades abiertas y explícitas, más allá de un límite (no explícito y cambiante, pero existente). Estas restricciones, explicadas por el origen y legitimación de los PSOE, imponen límites al aparato para disponer de los recursos de producción, límites que constituyen el consenso social mínimo para que el régimen subsista. Esto se expresa en que los medios de compulsión y disciplina disponibles para el administrador individual de una empresa (a menos que disponga rutinariamente del apuntalamiento de la policía secreta) son menores que en occidente. Los PSEO parecen ser cada vez más incapaces de generar innovaciones significativas en ningún campo sustancial de la vida social: la tecnología, la ciencia y el arte. Con el crecimiento de un conservadurismo social-político ha ocurrido el carácter imitativo en todos los sectores de la sociedad y una casi completa reconstitución de los valores cotidianos típicos de las sociedades burguesas y en el sistema de motivaciones de los miembros de la sociedad. Su propia lógica escondida de una dominación desnuda no sólo no se puede hacer explícita, sino que además parece una lógica de extensión del statu quo. La competencia con el CPL pertenece a la naturaleza inherente de estas sociedades. Es esta esterilidad de los PSEO lo que constituye el mejor argumento para considerarlas como meras variantes del CPL.

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