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De mil héroes la patria aquí fue
S

í, este título es correcto. Se me ha ocurrido como una especie de sanación para este fin de año. Algo que aliente el sentir de que no estamos solos, como en los tiempos del cólera. Que sea muestra de que hay reservas humanas, como la que aliviaba de todo a nuestros padres, sólo que…

Aquí entendemos por héroe, y ha habido mil, a un personaje eminente que encarna la esencia de los atributos claves valorados en su cultura de origen. Comúnmente nuestro héroe posee habilidades de personalidad intelectuales, físicas y de conducta ejemplar idealizadas que le permiten llevar a cabo hechos distinguidos.

Hay héroes de varios tipos. El aludido en estas páginas es el héroe civil, el que ayer sirvió con grandeza al interés ­nacional.

Sin embargo hoy están ausentes en la vida pública seres admirables, héroes cívicos; no era así en el pasado inmediato ni en el lejano. Casi concurrentes entonces estaban: Pablo González Casanova, Carlos Payán, Ifigenia Martínez, Manuel Gómez Morín, Porfirio Muñoz Ledo, Rosario Ibarra de Piedra, Jesús Kumate, Rosario Green, Pedro Ramírez Vázquez, Arnoldo Martínez Verdugo, Miguel León-Portilla, Enrique González Pedrero, Teodoro Césarman.

Y siguen: Manuel Tello, Sergio García Ramírez, Octavio Paz, Jorge Carpizo, Elena Poniatowska, Julio Scherer, Diego Valadez, Samuel Ruiz, Carlos Castillo Peraza, Beatriz Paredes, Víctor Flores Olea, Xavier Wimer, Jesús Reyes Heroles, Heberto Castillo y podríamos rebasar los épicos mil héroes si nuestro estudio fuera menos centrista.

Aquí se invita a pensar en un manojo de prohombres inscrito en la historia. Es posible decir que los héroes ya citados, bajo lo determinante que haya sido su momento y circunstancia, poseerían como factor común gran patriotismo, talento, coraje y así ganaron su registro histórico.

El ser humano, sus virtudes y defectos, entre ellos son semejantes, es su momento vital lo que los transforma en héroes o villanos. La variable es quién y con qué ánimo se haya escrito sobre su episodio.

De siempre, los historiadores oficiales escriben una narración y valoración pocas veces imparcial, ya que cobran por escribir. ¿Cómo la quieren?, preguntan a su contratante.

Su trabajo suele llamarse la historia de bronce es la procesadora de materia social que, atendiendo intereses ajenos a la verdad, produjo al leve Francisco I Madero, al sombrío Carranza y degradó a Iturbide. En nuestro caso, al conjunto le llamamos los mil héroes de los que la patria aquí fue.

En agosto de 2011 escribía Un país sin proyecto no va a ninguna parte. Estábamos en los últimos tiempos de la administración 2006-12. El país estaba desconcertado. La violencia criminal iba al alza.

Acudiendo a un bálsamo se creyó que la manera de mitigarla se expresaba en una frase: combate a las drogas. Acabó siendo la marca de fuego de ese gobierno. ¿Heroicidad? Ninguna, ya lo estamos viendo,

Esa frase belicista de combate a las drogas fue el límite sapiente, creativo de ese gobierno. Fue su eslogan magistral.

Hoy el PAN, su creador, lo elude. De modo irónico, como explicación, podría decir, ¡pues el programa no funcionó! Lamentablemente no funcionó porque no podía funcionar. Simplemente no iba por ahí. De ello ¿surgió algún candidato a héroe?

Para lamentación general el gobierno de Peña Nieto, esplendoroso, rutilante, con diseño Televisa, tampoco resultó. Acabó siendo solo un residuo. Ese antihéroe ha estado a salvo en tierras peninsulares, Canarias o Dominicana que son sus lares, donde exhibe su frivolidad.

Por fortuna, la suave patria no está por eso limitada. Hubo muchos héroes antes y los habrá después, lo difícil es ubicarlos. Estaríamos ante un jaque difícil si debiéramos elegir un candidato a héroe de entre los 10 casos pasados, de López Mateos a Peña Nieto, de 1952 a 2023. El primer nombrado fue terrible represor y del último nada habría que aumentar a su ruinosa memoria.

El juicio sobre el lapso 2018-24 será dual, negativo o positivo, pero terrible, cruel, pero por ser intenso, obnubilado por las pasiones, por eso aún es pronto para sedimentarlo. Le gustó el estrépito, se manejó a gusto en la tormenta, creó, arriesgó, inventó, improvisó, mintió. Veremos qué queda. Veremos qué queda.

Entonces, ¿cuál sería nuestro modelo del héroe deseado? La suave patria por el momento sí va ojerosa y pintada. Nos sobró país, así parece. No falta gente, sí la hay, pero nos cuesta encontrarla No se han repetido los que aquí llamo héroes civiles, que lo fueron no sólo por su hacer, sino por ser.

El mundo se tensa, a México no le ve claro, necesitamos mil héroes más y sí, si los hay, el pasado no los consumió. A esos actores se les pide poco: sólo que fueran serenos, de mente clara, conocedores del sistema, creativos, eficaces y honestos. ¡Al tiempo!