Más de un centenar de obras, entre pintura, escultura y dibujo, ofrece en Guanajuato una mirada a la vida de pareja de Laville e Ibargüengoitia
Viernes 8 de noviembre de 2024, p. 3
La pintora Joy Laville (1923-2018) y el escritor Jorge Ibargüengotia (1928-1983) lograron convivir no sólo en lo personal, sino también profesionalmente durante casi 20 años, relación que quedó truncada tras la muerte del novelista y dramaturgo en un accidente aéreo. Una relación entre dos creadores no siempre tiene buenos resultados; sin embargo, la inglesa de origen y el guanajuatense fueron capaces de compaginar su vida profesional y personal.
A la vez que muy unidos
, eran respetuosos el uno del otro
, señala José Valtierra, cocurador del proyecto, que también incluye un libro, cuya idea original es de la Editorial Diamantina. Valtierra es curador de la parte relativa a Laville, mientras Jorge F. Hernández, en lo referente a Ibargüengoitia. La muestra se divide en secciones relativas a los momentos en la vida de la pareja.
La exhibición comprende alrededor de 120 obras de la artista, entre pintura, dibujo y escultura, que se entrelazan con textos del escritor con el objeto de armar y contar la historia. Sólo se incluye obra de Laville realizada durante su relación con el escritor.
Joy Laville y Jorge Ibargüengoitia se conocieron en San Miguel de Allende, Guanajuato, en la librería El Colibrí, donde trabajaba la primera. Después de tratarse un tiempo, incluso de vivir en pareja, se casaron en 1973. De acuerdo con Valtierra, Jorge no era el Ibargüengoitia que hoy conocemos, sino que estaba en el proceso de construir su nombre y su carrera. Joy, por su parte, pintaba casi como pasatiempo. Desde los inicios de su carrera pictórica, Jorge se convirtió en el principal promotor de Joy, ya que empezó a mover sus cuadros en su círculo cercano hasta consolidar su compra
.
Colaboración en Las muertas
Ibargüengoitia impulsó a su pareja para que participara en Confrontación 66, polémica exposición organizada en el Museo del Palacio de Bellas Artes, cuyo propósito era reconocer a los artistas mexicanos de valor.
Laville llevó dos pequeñas obras que fueron aceptadas. Su pastel Tres desnudos y una escalera fue galardonada con el Premio de Adquisición. En esa muestra, Inés Amor, dueña de la Galería de Arte Mexicano, vio su trabajo, la invitó a ser parte del catálogo de sus artistas y le dio su primera exhibición individual. En ese momento se catapultó su carrera.
Fue entonces cuando Ibargüengoitia dejó de ser el agente de Laville. Cuando vio que Joy tenía una carrera más sólida, le dio su espacio y dejó que creciera a su lado. No la presionaba. La dejaba ser Joy Laville. Estba enamorado de Joy la mujer y de Joy la pintora. Ella, por su parte, se mantuvo por completo al margen de la parte creativa de Jorge
, acotó Valtierra.
Ibargüengoitia se volvió también un escritor reconocido, con invitaciones a dar clases en diferentes partes del mundo. Los viajes de la pareja por Europa, incluso hasta África, nutrieron el imaginario de Joy. Se ve claramente en sus pinturas, el momento antes y después de convivir con Jorge, porque su paleta de color cambia. Aparecen formas que no existían antes
, anota Valtierra.
Durante una estancia en París, Laville pintaba un cuadro inspirado en unas fotografías de mujeres de circo que vio de Diane Arbus. El tema era una mujer en un paisaje, con los brazos extendidos y una capa.
“En ese momento, Jorge terminaba de escribir su novela Las muertas (1977). Vio la acuarela de Joy, que le impactó mucho; entonces, le pidió que fuera la portada del libro. Ahí empezó una colaboración entre ambos. La obra de Laville ilustró un total de 17 portadas de libros de Jorge, muchas en forma póstuma”, indicó el curador.
Jorge en Joy: Historia de un amor, Joy Laville y Jorge Ibargüengoitia se exhibe hasta el 16 de febrero de 2025 en el Museo de Arte e Historia, en León, Guanajuato.