El jardinero e investigador Eduardo Barba Gómez creó este itinerario para recuperar el papel protagonista de las plantas en las obras artísticas
Jueves 7 de noviembre de 2024, p. 4
Madrid. El Museo del Prado decidió sumergirse en sus obras para redescubrir las numerosas especies botánicas ocultas en los lienzos, para lo que propuso un nuevo itinerario en el que se van localizando hasta 40 tipos de flores, árboles y plantas que tienen a su vez simbolismo singular. Entre las piezas seleccionadas hay algunas de los grandes artistas de la colección, como Joachim Patinir, Fra Angelico, Tiziano, Diego Velázquez, Pedro Pablo Rubens y Francisco de Zurbarán.
El jardinero e investigador Eduardo Barba Gómez es el autor de esta nueva propuesta museística, que invita a mirar desde un ángulo novedoso la colección y sirve además para recuperar el papel protagonista que tuvieron las especies botánicas en las obras artísticas. El itinerario, titulado Un paseo botánico por el Prado, recorre en 26 obras toda esa riqueza natural que está en los lienzos y en ocasiones pasa inadvertida.
Por ejemplo, están presentes desde la María Tudor de Antonio Moro y su rosa de boticarios en la sala 56 hasta la sala 10A con De Zurbarán y su Isabel de Portugal, pieza en que la caléndula es la protagonista. O Velázquez, que retrató el jardín de la Villa Médici en Roma y donde los cipreses tienen especial importancia, hasta llegar al Bodegón con alcachofas, flores y recipientes de vidrio de Juan van der Hamen.
Este itinerario recorre un amplio abanico temporal, desde una escultura romana clásica hasta un lienzo de comienzos del siglo XVIII. Asimismo, presta atención a todo tipo de soportes, como el mármol, las piedras semipreciosas o, por supuesto, tablas y lienzos. En todos ellos hay acomodo para la representación botánica
, señala la pinacoteca, que advierte que gracias a estas obras de arte hay constancia de la fascinante capacidad de observación del medio natural de los artistas, que retrataban las plantas con delicadeza, como si fueran un personaje más
.
El curador Barba Gómez explicó que “en todos los casos, la botánica es una parte indispensable del relato que el artista quiere narrar: hay flores que aluden a la dinastía de la persona retratada, hojas que resumen un sentimiento, árboles que transmiten a la escena cualidades que les son propias. O que podemos ver desde el drago, cuyo origen se circunscribe principalmente a la isla de Tenerife, dentro de la obra de El Bosco, que se cree que observó esta planta en las estampas de Martin Schongauer o en el incunable Liber Chronicarum de Michael Wolgemut”.
Las especies escogidas podían estar presentes en el entorno del artista, incluso al pie de su taller de trabajo. Pero otras veces, y como fruto de las expediciones a distintos lugares del mundo, se incorporaban plantas exóticas que provenían de países lejanos y que enriquecían la flora artística, especialmente a partir del siglo XVI.
Además, se resalta que cada época representa las plantas de forma diferente, con mayor o menor atención al detalle y a la fidelidad botánica. En el románico, la simplificación extrema de su anatomía aportaba a los vegetales una belleza muy peculiar. En el gótico se buscaba la precisión y la descripción correcta de cada planta, de cada flor. Se podría decir que es en este momento cuando el retrato botánico adquiere una entidad propia en las obras de arte, que culmina en el Renacimiento. En ese periodo, y como herencia de siglos anteriores, las plantas abundan en el primer término de las obras, con un destacado estilo naturalista
. Y toda esa evolución se puede ver con nitidez en el itinerario propuesto.
Este peculiar recorrido por las obras del Museo del Prado se podrá ver a partir de hoy y hasta el próximo 30 de marzo.