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Tumbando caña

Influencia musical africana en el acontecer mexicano

E

n el amplio artículo Estudios en torno a la influencia africana en la música tradicional mexicana, de Carlos Ruiz Rodriguez, publicado en la Revista Transcultural de Música número 11, el destacado investigador del Intituto de Antropología e Historia (INAH), hace referencia a momentos, estudios y acercamientos a la música africana con presencia en México, citando versiones de especialistas, que van desde los iniciadores Gabriel Saldívar y Gabriel Moedano hasta los más recientes e importantes, como Antonio García de León, Ricardo Pérez Montfor, Álvaro Ochoa Serrano y Rolando Antonio Pérez Fernández, ubicando en un lugar especial a Gonzalo Aguirre Beltrán que, sin haber hecho un estudio propiamente musicológico, sentó las bases para ello.

El texto de Carlos Ruiz Rodríguez, que es de obligada lectura, nos sirve de mapa-guía para entender el fenómeno afromexicano desde la perspectiva cultural de música, versos y danzas que trascienden hasta nuestros tiempos.

Hablar de las influencias culturales que han formado las tradiciones musicales mexicanas no es una labor sencilla, comienza por decirnos Ruiz Rodríguez. “La diversidad de procedencias y los largos periodos en que éstas consolidaron un profundo intercambio musical son dos factores que le confieren complejidad al tema. Es posible que la proporción numérica, el origen multiétnico y las condiciones cambiantes de los africanos llegados a México, aunado a las políticas de comercio y distribución esclavista, hayan dificultado en muchos casos la reproducción de sus formas de vida tradicionales a diferencia de otros países latinoamericanos como Haití, Cuba o Brasil. También es necesario tener en cuenta la previa transculturación de muchos de los africanos llegados a México, pues un número de ellos no llegó a América directamente desde África, sino de España, donde experimentaron un previo contacto cultural que seguramente tuvo repercusiones en lo musical.

“Los enfoques para investigar la influencia cultural africana en las tradiciones musicales de México generalmente han sido de corte histórico, aunque no deja de haber aportes en el plano etnográfico. Dentro de los estudios históricos han destacado las investigaciones en archivos y fuentes coloniales, donde se han encontrado numerosas menciones a los llamados bailes de negros y sus respectivos edictos prohibitivos promulgados por la Santa Inquisición. El acento histórico en las manifestaciones dancísticas coloniales se debe a que, al sobrentender éstas algún tipo de participación musical, los documentos generalmente hacen alusión a instrumentos, géneros y ejecuciones musicales. Lo mismo puede decirse acerca de la temática y contenido de las coplas utilizadas para el canto. De ello se desprende que la mayor parte de la literatura disponible para el estudio histórico de la huella musical africana se encuentre muy vinculada a estos bailes y coplas heréticas. Por su parte, los acercamientos de orientación etnográfica han priorizado la identificación del aporte musical africano en algunas de las culturas musicales actuales, principalmente en lo que concierne a aspectos organológicos, modos de ejecución y tipos específicos de estructuras rítmicas musicales.

“Un primer momento de los estudios sobre la influencia musical africana en México surge después del movimiento revolucionario de 1910, etapa en que se reconfigura el país y toma fuerza la noción de lo mexicano. Dentro de esta fase de búsqueda insistente de lo propio en las raíces culturales indígena e hispana, pocos intelectuales señalaron la relevancia del aporte africano.

“Gonzalo Aguirre Beltrán fue el primero en destacar la importancia del enfoque etnográfico junto al etnohistórico para el estudio de poblaciones de origen africano e intuyó una innovadora hipótesis hispano-africana, discrepante de la aceptada procedencia hispano-indígena de la cultura imperante (…). Considerando que su trabajo no se centró en lo musicológico, dedicó un amplio espacio en su obra etnográfica a las manifestaciones musicales, destacando las grabaciones que hiciera en rollos de alambre en 1949 de sones y corridos en comunidades afromestizas de la franja costera de Guerrero y Oaxaca conocida como Costa Chica. Quizás éstas sean las primeras grabaciones de música tradicional afromestiza realizadas en la región, y destacan no sólo como aporte etnográfico pionero, sino por poner de relieve la importancia social que tiene el arte verbal en estas comunidades. Asimismo, es importante subrayar sus pioneras reflexiones sobre la relación entre violencia y corrido entre los afromestizos de la Costa Chica”. (Continuará).