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Mexicanos en Harvard
H

ace unos días, el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, de conocida ascendencia priísta, quien hace poco declinó participar en las elecciones del año próximo, conocedor de la ciencia jurídica y con experiencia también en otras áreas de la administración pública, en la Universidad Harvard, de la que es ex alumno, habló a un grupo de alumnos y maestros de ese centro de estudios de un tema candente en México, el de la reforma judicial.

Por su cuenta, o como parte de la muy costosa y bien coordinada campaña para frenar esa reforma, en son de burla opinó sobre el tema, lo que dijo, provocó la risa de su colegas o amigos universitarios y también la justa indignación de autoridades mexicanas. El video en el que se le ve bromeando y disertando de un tema tan polémico y sensible, provocó diversos comentarios; mereció una mención negativa de la presidenta Claudia Sheinbaum y críticas diversas entre las que me llamó la atención en especial, una carta a El Correo Ilustrado de La Jornada de la lectora y activa ciudadana Tere Gil, titulada atinadamente Lastimoso evento en la Universidad Harvard. La carta no tiene desperdicio; Tere Gil opina que se trató de un espectáculo y que se ocupó indebidamente, ante extranjeros, de un tema que corresponde en exclusiva a nosotros los mexicanos y adelantó que el incidente podría llegar a tipificarse, lo que parece extremo, como traición a la patria; concluye: La misma rectoría debiera ofrecer disculpas públicas.

También repruebo el hecho, pero algo más se conectó en mi memoria, el incidente me recordó otro interesante tema de un pasado ya lejano, pero digno de ser recordado. Se trata de la Profecía de Lansing sobre México; de esa profecía que llamaría más bien receta o estrategia para dominar a nuestro país o controlarlo en favor de Estados Unidos.

Quien primero me habló de ella, fue un viejo amigo y compañero de lucha, José Ángel Conchello; la conocía muy bien y la usaba en la lucha política en contra del viejo sistema priísta. Conchello siendo senador, murió en un extraño accidente en una época en que defendía desde la tribuna, la integridad de nuestro mar territorial en el Golfo de México, un yacimiento de petróleo llamado hoyo de dona disputado a México por el gobierno de nuestros vecinos. El accidente en que murió provocó sospechas de familiares y amigos que lo relacionaron con su actitud patriótica en un tema tan delicado.

Lansing expresó abiertamente la profecía cuando además de ser un influyente abogado de grandes empresas, fungía también de secretario de Estado en el gobierno del presidente estadunidense Woodrow Wilson; lo que dijo fue una recomendación muy acorde con la tradición estadunidense del destino manifiesto, que, como se sabe, consiste en pensar que América es para los americanos y que los americanos son únicamente los de Estados Unidos. No deja de ser una expresión pragmática, una receta muy propia de la época en que, con demasiada facilidad, los estadunidenses invadían, bloqueaban o bombardeaban puertos de Centro y Sudamérica para imponer condiciones y defender intereses comerciales y también imperialistas.

Lo que señaló el destacado abogado y político estadunidense Robert Lansing es lo siguiente: “Para defender sus empresas e intereses en México, en especial los petroleros, Estados Unidos no necesita ni marines ni soldados y tanques; les basta –afirmaba– el control de una persona, el presidente de la República”.

Sí, así de simple y directo; para lograrlo era necesario simplemente educar en universidades de ellos a jóvenes mexicanos, estudiantes destacados, enseñarles las costumbres de ese país, despertar sus ambiciones, infundirles valores y respeto a la nación que los hospeda y ya luego, reducados, devolverlos a México para que eventualmente, uno de ellos llegué a la Presidencia de México.

A quienes nos tocó vivir el apogeo del neoliberalismo mexicano, con sus cambios constitucionales y sus políticas entreguistas, nos puede fácilmente parecer que el plan del abogado Lansing dio buenos resultados; se aceptó durante mucho tiempo el pensamiento de nuestros vecinos, el dogma neoliberal del Estado gendarme que sólo cuida la seguridad, en especial la de los ricos y deja la economía y la política internacional en manos de las grandes empresas y bajo las reglas de libre mercado.

Dejo a mis lectores sacar conclusiones; recordar los últimos años del siglo XX y los primeros del actual, pensar en el levantamiento zapatista en Chiapas, en la firma del tratado de libre comercio, el abismo que antes era más hondo entre los más ricos y los más pobres y la dependencia cada vez mayor de nuestra economía de la mucho más poderosa de nuestros vecinos.

Recuerden mis lectores y saquen conclusiones, pensando en Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Fox, Calderón, Zedillo y Peña Nieto, éstos en primera línea y muchos otros más en altos cargos de Hacienda, Economía y Relaciones Exteriores.