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Huracanes en América, Asia y Europa
E

l martes pasado lluvias torrenciales que nadie esperaba dejaron muerte, enorme destrucción en poblados, vías de comunicación, actividades económicas, pérdida total de siembras agrícolas y caos vial en el sur y el este de España. El número de fallecidos supera 200; desaparecidas, decenas de personas. La parte más afectada fue la provincia costera de Valencia, seguida de Castilla-La Mancha, Murcia y Andalucía.

En algunas zonas la lluvia dejó caer cerca de 500 litros por metro cuadrado, cantidad que podría acumularse en un año lluvioso. La alerta roja se activó tarde y cuando la tormenta desbordaba ya todas las previsiones. Un episodio excepcional, según los meteorólogos. Vientos provenientes del Mediterráneo, que está cada vez más más cálido, propició la formación de las torenciales lluvias. Es la peor catástrofe natural registrada en España.

A principios de octubre Francia, Bélgica, parte de Italia y también España, tuvieron otras pero no tan intensas por el paso del huracán Kirk, con vientos devastadores que dejaron dos muertos, heridos y cuantiosos daños materiales. Las lluvias aumentaron el caudal de los ríos principales de Francia, que se salieron de su cauce e inundaron infraestructura pública, miles de hogares, los campos de cultivo y las vías de comunicación en un tercio del territorio. Se desconoce el monto de las pérdidas.

Lo ocurrido este año y los anteriores con los huracanes y las abundantes lluvias en América, Asia y Europa, por ejemplo, demuestra la enorme falta de previsión de los gobiernos y de la sociedad sobre los efectos que produce el cambio climático. Y que aunque desde hace medio siglo se conocían las formas más adecuadas de contrarrestarlos, se ignoran y hay mayor consumo de hidrocarburos, causa fundamental de que el planeta se esté calentando a mayor velocidad de lo previsto. Y que tengamos como resultado mayores desajustes ambientales.

Los especialistas han advertido muchas veces de la necesidad de cambiar drásticamente el actual modelo de crecimiento urbano y rural; los protocolos de alerta y la campañas entre la población para que tome en serio los fenómenos meteorológicos extremos. Pero se hace todo lo contrario.

Por ejemplo, cuando el huracán Gilberto azotó en 1997 con gran fuerza Quintana Roo y ocasionó cuantiosos daños, las instancias oficiales responsables de la prevención de desastres aseguraron que tomarían todas las medidas para reducir los efectos de los futuros huracanes. Mas en 2005 Emily y Vilma mostraron que no era verdad y crecían anárquicamente las poblaciones y las actividades económicas en el litoral del Caribe y el Golfo de México. Igual sucede en Estados Unidos, azotado este siglo por tres grandes huracanes: Vilma, Milton y Helen.

En Europa, de un 2023 muy caluroso, se pasó al actual, con lluvias y temperaturas por debajo de lo normal. En México, millones de habitantes padecimos este año los contrastes fruto del calentamiento global: de febrero a junio, sequía en el agro, desabasto de agua en las principales ciudades y el medio rural, y calor extremo; después, huracanes y precipitaciones intensas y destructoras acompañadas de bajas temperaturas. Y con otro agravante: el prespuesto para prevenir y/o paliar los desastres naturales se redujo desde 2019.

La nueva administración federal, las estatales y municipales, y especialmente las gobernadas por Morena y sus aliados, prometen hacer, ahora sí, lo correcto: medidas adecuadas y oportunas para resolver entre febrero y mayo, los efectos del calor, la sequía en el agro y la falta de agua en las poblaciones. Que los sistemas de captación de las aguas de lluvia y el drenaje de la cuenca de México y las ciudades principales se hallen en buen estado, sin basura. Una manera de reducir al máximo las inundaciones. Este año afectaron gravemente a la capital del país y su área metropolitana.

Concluyo con optimismo: que en este sexenio toda la lluvia posible sirva para recargar los acuíferos, sobrexplotados. Como el que abastece de agua en la cuenca de México a 30 millones de habitantes. Que nunca más Chalco, Ecatepec y otros municipios, se conviertan en inmensos lagos de aguas negras. Y se remplace el obsoleto modelo de crecimiento urbano vigente por uno acorde con la realidad climática.