Opinión
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Aprender a morir

Bailar, creer y resistir

J

avier Villar es un testimonio elocuente de la vida y sus misterios, del poder del espíritu y sus alcances. Locutor en otros tiempos, hoy coordinador de algunos gimnasios en el estado de México y maestro de baile en varios de ellos, empezó a dar clases a los 18 años de lunes a domingo, unas 33 clases a la semana para ayudar a su madre, aunque también estudió contabilidad por complacer a su padre. Durante la pandemia le dio covid, debilitándose al grado que dejó de trabajar y sintió que moría.

“En el IMSS me diagnosticaron colitis –refiere Javier–, cuando en realidad tenía cáncer en el bazo. Llevé los estudios correspondientes y me dijeron que en dos meses me volverían a hacer los mismos estudios; sin embargo, al mes ya presentaba metástasis en riñón y pulmón. Me dieron tres quimios y pesaba 45 kilos. Como mi madre depende de mí le pedí a Dios que no me dejara morir, que no me podía morir, y lo hice con tal convicción, que al día siguiente regresó el apetito perdido y empecé a recuperar energía después de haber sido desahuciado. De nuevo energetizado, una fe muy especial me conecta con Dios, ese desconocido luminoso.”

“Ahora aprovecho mis clases para transmitir esa y otras experiencias a mis alumnas, otra visión y otro sentido de vida. También me he vuelto un facilitador de partidas, pues me pongo a orar en presencia de quien se está yendo o no se había podido ir y luego de tomar su mano, se va en forma apacible. Me siento como un puente entre la vida y la muerte en el que ayudo a cruzar en paz. Después de haber tenido tanto miedo a morir con mi enfermedad, sólo les sugiero que se suelten sin miedo. A lo sumo externan algunas lágrimas sin angustia.

Cuando me preguntan que cuál es la verdadera religión, respondo: aquella que te llene de paz y amor hacia ti y hacia los demás. Cuando termino de ayudar experimento un tremendo desgaste que afortunadamente se me pasa en un par de horas. Cuando encuentras un propósito de vida y te sientes en el lugar correcto es cuando vas a disfrutar. Utilizo el baile para hablar de esto y sensibilizar corazones. Se dice que nada es casualidad si no hay causalidad. Este renacimiento mío, físico y espiritual, me dio otra visión de vida y agradezco cada día por las bendiciones de que he sido objeto. No recibo un peso porque Dios no me cobra sus favores. Es algo muy distinto a creer por costumbre o por tradiciones, concluye Javier.