Lunes 4 de noviembre de 2024, p. 25
Salem y Nueva York., Jesús es mi salvador, Trump es mi presidente
, decían muchas camisetas de seguidores que empezaron a llegar a este pueblo de Virginia el fin de semana, más de 12 horas antes de que su candidato apareciera en el escenario para reiterar su mensaje sobre los peligros que representan para el país los millones de migrantes indocumentados, los que promueven los derechos de los transgénero y la economía en declive.
¿Están mejor ahora que hace cuatro años?
, preguntó el candidato presidencial republicano Donald Trump a sus seguidores, quienes respondieron ¡Nooooooo!
Y les prometió poner fin a la inflación, frenaré la invasión de criminales a nuestro país y regresaré el sueño americano
, ante la aprobación vocal de su público.
La candidata demócrata Kamala Harris tiene a muchas estrellas en sus eventos, desde Beyonce hasta Bruce Springsteen, entre muchos otros, pero para este público (y para el propio candidato), la única superestrella es Trump.
Este es el movimiento político más grandioso en la historia de nuestro país, probablemente en la historia del mundo
, declaró Trump desde el podio. En otro momento, empezó a decir: si yo gano
, y se interrumpió, y corrigió: no se trata de mí, es si nosotros ganamos
. Mucha de la atención en esta contienda es sobre el personaje de Trump, pero no está equivocado de que el movimiento que encabeza es algo extraordinario en la historia política del país.
Uno de los oradores en el mitin del sábado fue Stephen Miller, el asesor de Trump que fue el arquitecto de sus políticas antimigrantes en su gobierno y quien ahora está elaborando los planes para deportar a un millón de indocumentados cada año si gana. No vengan a este país, si no están dispuestos a obedecer a las leyes estadunidenses ni a la cultura americana
, dijo, aunque no aclaró qué significa obedecer
a esta cultura. Su acusación de que extranjeros ilegales
están violando y matando a estadunidenses provocó aplausos, pero ni Miller ni el gobernador de Virginia y otros políticos que ofrecieron discursos aquí elevaron la energía de este público. Habían llegado para escuchar a Trump y no a ellos.
Tanta gente arribó que cuando se abrieron las puertas a la arena donde se realizaría el acto de campaña para iniciar las verificaciones de seguridad, los 6 mil 200 asientos del Centro Cívico de Salem se agotaron en 90 minutos, y el triple quedaron afuera en el intento de ver a su presidente (quien seguramente ganó la elección de 2020 que le fue robada, según ellos) y después para escucharlo en las grandes pantallas de afuera.
Seis horas antes de la llegada del candidato republicano ya había un mar de gorras rojas con el acrónimo MAGA (Make America Great Again) –la consigna de este movimiento– en el campo alrededor de la arena, con una fila de otros por más de medio kilómetro. La gente comentó a La Jornada que habían escuchado del acto en sus iglesias, en sus clubes de armas de fuego, por Facebook, de sus vecinos y repetían que sintieron que tenían que estar aquí presentes Sé que tal vez no logremos ingresar a la arena, pero esto es histórico, tenía que estar aquí
, comentó una mujer con otros asintiendo alrededor de ella.
Competencia de estoicismo
El público, abrumadoramente blanco, incluyó a muchos jóvenes, adolescentes con crucifijos colgando de sus collares y varias familias con bebés en brazos, como también gente de avanzada edad; todos aguantaron a quedarse parados durante más de cinco horas bajo el sol, un tipo de prueba que no es fácil ni para este reportero. Muchos hombres tenían un físico y apariencia que mostraban que eran trabajadores manuales. Casi todos tenían una gorra o camiseta que expresaba algo sobre lo que consideran una causa rebelde.
Estoy votando por el criminal
, decía una de las más populares, en referencia a lo que consideran un juicio políticamente motivado donde Trump fue declarado culpable por el manejo ilegal de pagos para silenciar a una estrella porno antes de la elección presidencial de 2016. Otra era “sólo tú puedes prevenir el socialismo… vota Trump”.
Un camión recolector de basura estaba estacionado con una pancarta que decía Basura, deplorables
, en referencia a una declaración del presidente Joe Biden llamando a los simpatizantes de Trump basura
hace poco días, como también a la famosa frase de Hillary Clinton llamando a las bases de Trump los deplorables
en la campaña de 2016. Para muchos aquí, los ataques contra su candidato sólo comprueban que es un rebelde
, y que él es el único que está de su lado contra el sistema. “Impeached, acusado, convicto, baleado… aún de pie”, decía otra camiseta de quien estaba junto una mujer con otra que decía sencillamente Trump contra todos
.
Sus mítines frecuentemente parecen actos religiosos, congregaciones, pero la música no es religiosa. Mientras esperaban en la enorme fila en el intento de ingresar a la arena, el sistema de sonido deleitó a los creyentes con una rola de Jimmy Buffett (Son las cinco en algún lugar) festejando el arte del trago, y Sweet Caroline, de Neil Diamond, o It’s a man’s world, de James Brown cantada por Pavarotti y, como siempre, uno de los favoritos de Trump, YMCA por The village people.
Aunque su candidato es un autoproclamado multimillonario, la ruta sonora en este acto festeja a la gente trabajadora, como Nine to five, de Dolly Parton, y otra que dice He estado vendiendo mi alma, trabajando todo el día/horas extra por pago de mierda
, que se ha vuelto en un éxito. Para gran parte de ese público, la economía no los beneficia, la cultura en que fueron criados está cambiando, sus vecinos se mueren de sobredosis de drogas y el sistema político que en este país no está resolviendo nada de eso, más bien, lo perciben empeorando cada vez más.
Antes de los discursos, la gran pantalla afuera ofreció múltiples mensajes: Trump tenía razón en todo
, Sueña en grande
y, por supuesto, Vota
. Cuando Trump por fin llegó al podio, tarde como siempre, había menos público y el sol se ponía, pero los asistentes estaban de pie. Ofreció algunas palabras sobre sus propuestas políticas y después se desvió a contar una larga historia sobre cómo su nuevo amigo Elon Musk estaba lanzando cohetes al espacio, de un donante muy importante
que mantuvo esperando a Trump por 45 minutos y el endoso que le dio el gremio de los empleados de la Patrulla Fronteriza la semana pasada.
Se elogió sobre cómo no sigue su propio guion y de nuevo se interrumpió cuando dio la vuelta y vio su imagen proyectada en una gran pantalla. Oh, mierda, estoy viendo detrás de mi cabeza, es un mal día para mi pelo
, ante la risa de sus seguidores. Unos 75 minutos después de llegar al micrófono, dejó el escenario para irse a su tercer mitin.
Si el ex presidente de 78 años logra ganar el martes, será en gran medida por esta energía, entusiasmo y amor que esta gente tiene para su salvador. Muchos comentaron, después de pasar casi un día entero en espera, que estaban felices de ser parte de este momento histórico
.