n medio de la conmemoración del bicentenario natal de Anton Bruckner (1824-1896), incompleto en todo caso por la ausencia de su magnífica música vocal, y del centenario luctuoso de Giacomo Puccini (1858-1924), tibio y desangelado en general, pasó más o menos desapercibida por estos lares la conmemoración de Luigi Nono (Venecia 1924-Venecia 1990), con la siempre notable excepción de lo realizado por José Luis Castillo con el ensamble del Centro de Experimentación y Producción de Música Contemporánea (Cepromusic). Ello no es de extrañarse, dada la creciente proclividad de nuestro medio musical a apoyarse en lo más seguro, lo más conocido y lo más gustado del repertorio, así como a huir de todo aquello que pueda sacudir nuestras buenas conciencias estéticas y políticas. No discuto el hecho de que la música de Luigi Nono nunca ha sido, ni será, materia de conciertos populares masivos, pero sí aventuro aquí la hipótesis de que su obra y su figura merecen ser puestas de relieve no sólo por su valor musical, sino también por la importante postura ideológica del compositor. Nono, calificado alternativamente como socialista de izquierda o francamente comunista (¡el cielo nos libre!), fue y sigue siendo un personaje incómodo
en el contexto de tanta música contemporánea desvinculada del mundo real.
Muy apreciado, pues, el recital vocal titulado Luigi Nono y su entorno, presentado en el contexto del Festival Cultura UNAM 2024 por Staccato Coro de Cámara bajo la dirección de Marco Ugalde, en ese muy interesante espacio escénico (que yo desconocía) que es el Foro Experimental José Luis Ibáñez, en territorio de la Ciudad Universitaria. Materia sonora: dos piezas del propio Luigi Nono y cuatro obras de compositores que de una u otra manera acompañaron su trayecto. La presentación musical fue preludiada por un breve video en el que Nono establece, de forma clara y contundente, sus posturas políticas y sociales tajantes, radicales y sin concesiones. Para entrar en materia, dos obras del propio Nono. Dónde estás, hermano es una pieza articulada por el uso del silencio, de dramatismo intenso potenciado a través de la presencia de intervalos cercanos y una armonía apretada, recursos que dan lugar a notables interferencias y resonancias. Sarà dolce tacere se apoya en un bellísimo texto de Cesare Pavese sobre el que Nono crea una especie de madrigal interrumpido, fragmentado, con una clara y perceptible distribución estructuralista de sus materiales que imparte cierto sentido de la espacialización.
La tercera pieza fue Mit gesch lossenem Mund (Con la boca cerrada), del alemán Wolfgang Rihm. El título es más que descriptivo: un bien articulado discurso a base de bocca chiusa, sin texto alguno, relativamente fácil de seguir debido, entre otras cosas, a ciertas armonías medianamente reconocibles. Después, el ensamble cantó el Responsorio de tinieblas, de Salvatore Sciarrino, dedicado explícitamente a Luigi Nono. La obra procede a partir de una especie de canto llano deconstruido, intervenido, rensamblado, que deja la impresión de un contemplativo viaje (más temporal que espacial) de ida y vuelta. Fue cantada también la pieza de Luigi Dallapiccola titulada Tempus destruendi, potente estudio sonoro que utiliza orgánicamente las intensidades, los contrastes y los registros vocales combinados con el sprechgesang (canto hablado) con resultados alternativamente luminosos y austeros.
Para concluir, una obra importante del repertorio vocal del siglo XX: Cries of London, de Luciano Berio. Con fidelidad a su tendencia poliestilística, Berio propone una estructura análoga a un rondó articulado alrededor del estribillo textual que dice: Estos son los pregones de la ciudad de Londres, algunos suben, otros bajan por la calle
. Y sí, Berio pide aquí una ejecución vocal más de calle que de academia (como debe ser). En el trayecto de la pieza, uno de los pregones permite al oyente alucinado imaginar vasos comunicantes con Money, de Pink Floyd, y/o con Money money, de Cabaret. El resultado total de Cries of London es una cuasi-cubista mescolanza de pregones al estilo de las mejores plazas y los más distinguidos tianguis.
Se agradece a Marco Ugalde y a Staccato Coro de Cámara la buena preparación y ejecución de este difícil programa, cantado con pulcritud y convicción y presentado en un entorno escénico y lumínico adecuadamente sobrio y austero. Lástima de la ausencia flagrante del público universitario, seguramente más interesado en apersonarse en el muy cercano estadio de los mediocres Pumas.