Entre las consecuencias del consumo de maíz transgénico (NK603) resistente al glifosato están las enfermedades crónicas y degenerativas, como el cáncer y la diabetes, puesto que producen mayores cantidades de cadaverina y putrescina, moléculas con actividad de radicales libres (inestables al ser más reactivas) y promueve el estrés oxidativo (que daña las células y tejidos del cuerpo), advirtió un expediente publicado por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt).

En el Expediente científico sobre el maíz genéticamente modificado y sus efectos, el organismo indicó que si bien no hay un consenso sobre los efectos del consumo de transgénicos, sí hay un corpus científico que ha mostrado que la transgénesis es una tecnología imprecisa con efectos no esperados ni deseados; en especial, se han demostrado los riesgos y daños que implica.

El estudio determinó que el maíz NK603 era equivalente en composición de nutrientes a un maíz nativo no modificado genéticamente. Pero encontró que sí hay diferencias significativas en los perfiles de proteínas y metabolitos, incluyendo desequilibrios en el metabolismo energético y un aumento en el estrés oxidativo. A la vez, señaló que hay aumento en las moléculas poliaminas –que se asocian con el crecimiento y desarrollo de los seres vivos– y lo relacionó con efectos tóxicos que pueden provocar muerte celular.

Al señalar que los estudios de glifosato y transgénicos siempre van juntos y se hacen correlaciones entre su consumo, advirtió que el pesticida puede operar a través de dos características claves de los carcinógenos y pueden ser operativos en humanos: genotoxicidad (daño en el ácido desoxirribonucleico [ADN]) y estrés oxidativo.

Costos ambientales

El Conahcyt señaló que la agricultura basada en agroquímicos afecta las zonas pesqueras por la escorrentía del agua y la erosión del suelo, desde tierras de cultivo hacia lugares adyacentes, contaminando ríos, arroyos, lagos y zonas costeras.

Otro sector afectado es la apicultura, pues ante la disminución de los polinizadores, principalmente por uso de glifosato y otros plaguicidas, los agricultores tienen que pagar alquiler de colmenas de abejas para la polinización de sus cultivos, incrementando los costos de la producción. A esto se suma que en el país se ha detectado presencia de plaguicidas (residuos químicos) en la miel, la cual es, de acuerdo con el informe, una de las principales limitantes para la comercialización de este producto.

Destacó que México tiene 64 razas de maíz, 59 de ellas son nativas y cinco se consideran introducidas y que se ha mejorado alrededor de 25 por ciento de la semillas del grano para generar variedades híbridas, a través de métodos de fitomejoramiento (modificación genética), que lograron aumentar los rendimientos de producción y mejorar características del cultivo como la resistencia a la sequía, la eficiencia en el uso de agua y fertilizantes y produce granos de alta calidad proteínica.

Por ejemplo, destaca el aporte nutrimental de los genotipos pigmentados, entre ellos, el maíz azul, cuyas tortillas tienen un alto contenido de fibra dietética, 4.5 veces más ácido ferúlico (antioxidante, antinflamatorio, protector de la barrera intestinal), en comparación del maíz blanco.