Existen pocos deportistas que con su legado consiguen formar parte de la cultura popular de un país, uno de ellos fue Fernando Valenzuela, quien a más de 40 años de haber desatado la Fernandomanía, fenómeno que tuvo gran peso en la identidad de muchos mexicanos, tanto en el país como en Estados Unidos, aún permanece vigente en las nuevas generaciones.

El Toro de Etchohuaquila, joven sonorense, serio y robusto, quien se alisaba los mechones bajo la gorra azul antes de lanzar los tirabuzones, encantó a todos aquellos que presenciaron o escucharon sus actuaciones desde la sala de su casa, a través del televisor o la radio, y despertó el interés de quienes tan sólo lo siguieron mediante los relatos de sus familiares o amigos.

A mi mamá le tocó esa época de oro del deporte mexicano. Me contaba que el país se paraliza-ba cuando él lanzaba, así como cuando peleaba Julio César Chávez. Mi familia es beisbolera, mi papá me llegó a decir que inclusive jugaba a ser Fernando Valenzuela, comentó ayer Alejandra Aparicio, joven aficionada a los Dodgers, durante la serie de actividades de la MLB Clubhouse en la Ciudad de México, antes de la Serie Mundial.

En esta dinámica se presenció un desfile de múltiples camisetas de equipos de las Grandes Li-gas, donde los asistentes pusieron a prueba sus virtudes técnicas con el madero en una caja de bateo, en-tre muchos otros desafíos.

“Mira papá, voy a lanzar como el Torito”,

“Mira papá, voy a lanzar como el Torito”, gritó con entusiasmo un infante, quien imitaba los icónicos movimientos del ídolo de su padre, quien le compartió múltiples anécdotas sobre el número 34 de los Dodgers, tras las preguntas del niño con la noticia del fallecimiento del pelotero sonorense el martes, a los 63 años, en la ciudad de Los Ángeles.

Considerado el mejor pelotero mexicano de la historia, Valenzuela inspiró diversas composiciones musicales en las que destacan cumbias y corridos, como el interpretado por el cantante de regional mexicano Eduardo Mora.

“Dios le dio un potente brazo, y el cielo le dio una estrella. Yo quise hacerle un corrido, en el nombre de su tierra, a ese pitcher tan famoso,que es El Toro, Valenzuela”

Para todas las personas que presenciaron la Serie Mundial de 1981, la cual conquistaron los Dodgers de los Ángeles ante los Yanquis de Nueva York, las memorias del sonorense en la lomita son recuerdos únicos e irrepetibles.

“Es el mejor pelotero mexicano. Han existido muy buenos beisbolistas, pero como Valenzuela ninguno. Recuerdo ver por la televisión la Serie Mundial de 1981 con mi padre en nuestra casa de Tacubaya, él siempre fue aficionado de los Dodgers y yo de los Yanquis, pero cuando El Toro lanzaba, internamente apoyaba a mi paisano, me convertía en otro seguidor de Los Ángeles cuando disparaba los tirabuzones”, compartió Ramón Seth Domínguez Valle, aficionado a la pelota caliente, quien fue pelotero en la década de los 70 en la Liga Petrolera de Beisbol.

Una inspiración

Valenzuela logró atraer a mucha gente que no era aficionada al beisbol y se interesaron al sentirse identificados con un joven humilde que llegó a esos niveles tan altos. Por eso a muchas personas les llamó la atención ver el juego, explicó Martín León, otro aficionado.

“Fue una gran inspiración para mí. Desde los 8 años y hasta los 51 que tengo, puedo decir que él me impulsó para que yo siguiera en el beisbol, por lo que relaciono de inmediato al deporte con El Toro Valenzuela, y eso ocurrió en varias familias que crecimos con esa inspiración que nunca se va a terminar.”

Los atuendos de los finalistas del Clásico de Otoño no se hicieron esperar, padres e hijos, esposos y jóvenes estuvieron presentes en las actividades de las Mayores que se realizaron en un edificio en Polanco, donde se dedicó un piso en homenaje al destacado pitcher sonorense.

El beisbol siempre me ha encantado. Fernando Valenzuela era el ídolo de México, marcó una épo-ca en el beisbol y lo escuchaba en la radio desde mi rancho, ubicado al norte de Durango, comentó José Ascención Espinoza, aficionado de los Bombarderos del Bronx, quien vistió con orgullo los colores de su equipo.