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Amo Oaxaca y los encuentros con los lados brillantes y oscuros de su historia y cultura

Steven Brown cumple 30 años viviendo en México y lo celebrará con un concierto

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▲ El artista presentará un concierto el próximo 25 de octubre en el Alicia.Foto tomadas del Facebook del músico
 
Periódico La Jornada
Miércoles 16 de octubre de 2024, p. 7

El alma de Esteban Café vio la luz por primera vez en Chicago en 1952 bajo el nombre de Steven Brown, pero desde que este taumaturgo de la música decidió ser oaxaqueño, permite, a quien lo conoce, llamarlo con esa traducción burda al español.

Este espíritu se inclinó por el camino de la luz difundida en el metauniverso sonoro.

Tras pasar los primeros años de su adolescencia en la capital de Illinois, se mudó a San Francisco para perfeccionar sus estudios musicales. Ahí conoció a Blaine L. Reininger con quien creó Tuxedomoon, conjunto de experimentadores que en su tiempo fueron considerados como vanguardistas.

Dejó Estados Unidos a principios de la década de 1980. Viró a Europa y se estableció en Bruselas (Bélgica) por 12 años.

Luego de un viaje a México y tras degustar la naturaleza de nuestro país, pareció recordar su raíz real y decidió no dejarla. Era 1993. Primero estuvo en la Ciudad de México y luego se trasladó a Oaxaca (de donde sabía, sólo era tierra de artistas plásticos), pero la conoció y decidió ser parte de ella.

Esteban Café o, Steven Brown es un hombre con la capacidad de ser invisible a través de la acústica (en sentido figurado), que hizo de estos terruños un laboratorio de creación. Ha formado grupos con ecléctica propuesta. Infinidad de proyectos: desde la musicalización de películas mudas clásicas hasta piezas para montajes de danza, teatro y moda. Creaciones en solitario con la ayuda de amigos, y colaboraciones con otros artistas sin parar desde 1983.

En México formó Nine Rain, que hacía fusiones entre el jazz, el son jarocho, diversos ritmos latinos y el rock experimental. Ensamble Kafka y su música oaxaqueña actual (como la ha calificado). Cinema Domingo Orchestra, que musicaliza en vivo películas mudas y clásicas. También ha producido discos y se ha ido de gira con la Banda Regional Mixe de Oaxaca, una de las representaciones musicales de los sonidos de esa entidad.

“Llegué en julio de 1993 para quedarme…”, remarca a La Jornada el señor Café, creativo, activista conectado con la conciencia colectiva.

Sucesos trascendentales

Muchos caracteres para narrar sus experiencias en nuestro país. Para este diario, enumera sus sucesos trascendentales en los más de 11 mil días que lleva viviendo acá, los cuales, por cierto, celebrará con una tocada el 25 de octubre en el nuevo Alicia, que siguió su existencia en la colonia Santa María la Ribera.

Extiende algunos de sus recuerdos inolvidables: “Llegar a México y quedarme en la casa de Illy Keller (uno de los originadores del punk en este país) a unas calles de la casa de Luis Buñuel. Llenar la Sala Nezahualcóyotl, una de las mejores de Latinoamérica, tocando con Blaine Reininger y Tuxedomoon. Ir con los zapatistas en Chiapas. Actuar en una película (Salón México, versión de José Luis García Agraz) junto con grandes talentos. Cursar un diplomado de plantas medicinales en Cuernavaca. Ser víctima de un secuestro exprés... Estar en Oaxaca durante la rebelión social de 2006, como un remake de la comuna de París de 1871. Hacer una gira tocando música original para la película Qué Viva México, de Sergei Eisenstein”.

Continúa: “Trabajar con la Banda Regional Mixe de Tlahuitoltepec haciendo discos, giras nacionales, europeas y en Rusia. Ir a Tlacotalpan (Veracruz) para la fiesta de la Candelaria y el festival de jaraneros…”

Como tomas que se vuelven secuencias cinematográficas, Esteban, se hizo especialista en sonorizar filmes y hasta aparecer en ellos, despliega los acontecimientos que lo cimentaron en lares mexicanos.

Rememora que en octubre de 93 vino su ex compañero Blaine para hacer un concierto en la sala Neza. Tuxedomoon nunca había tocado en México; se agotaron las entradas. Ese año, probó como actor en el remake del clásico del Indio Fernández de 1949, Salón México, donde aparecieron Blanca Guerra, Edith González y Demián Bichir entre otros.

En 1994, celebrando con su familia en Estados Unidos, decide regresar a México luego del surgimiento del movimiento zapatista. Vino a participar en la primera Convención Nacional Democrática en la que se presentó el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional). Dos años después, junto con dos compañeros de Nine Rain, hicimos una gira por Italia en beneficio del EZLN; con el dinero que mandamos, se apoyó la construcción de un hospital en la zona.

La historia de activismo social de Steven se remonta a los años 70 –como compartió– cuando un grupo de indígenas en Chicago ocuparon un laboratorio gubernamental como protesta; él tenía 18 años y se fue con su cámara formato super 8 en mano para hacer entrevistas con los que protestaban; por esas mismas fechas “asistí también al memorial para Fred Hampton, jefe local del Partido de las Panteras Negras que fue asesinado por policías en Chicago”.

En 1995, se acuerda Steven, entró en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) a tomar clases de náhuatl, y talleres “de chamanismo y hongos, por si hacía falta.

¿Por qué estudiar náhuatl?, se pregunta Steven. Sabía que esta lengua era la lengua franca del México prehispánico; que la mayoría de los pueblos y ciudades del centro y sur del país tenían nombres en este idioma sin mencionar que millones de mexicanos aún lo hablan; cuando llegué a vivir en Bélgica, hice el esfuerzo por aprender francés, luego, trabajando cada año en Italia con Tuxedomoon, tomé clases de italiano. Es muy importante aprender la lengua de donde uno reside, es lo menos que se puede hacer para integrarse y agradecer a quienes nos reciben y permiten formar parte de su día a día.

Lugar de paradojas

En sus años de secundaria (high school) y antes de venir a México, tomó clases de español, lo que le ayudó a lo que sería mi nueva vida... Mi fascinación inicial con México fue a través de su historia, pero con el tiempo, llegué a apreciar muchos aspectos de la vida aquí, entre ellos, la paradoja; es un país de paradojas. Para quienes no lo conocen, podrían verlo como: peligroso, machista, homofóbico, atrasado, pero, en los recientes años, ha legalizado el aborto, el matrimonio del mismo sexo y el uso de la mariguana, entre muchas acciones más, muy diferente a la retrogresión o a la naciente decadencia que se puede ver en Estados Unidos y Europa. México parece que abraza el futuro con fuerza y entusiasmo.

En los años noventa, de total aprendizaje, se adentró en un diplomado de plantas medicinales, tema que siempre me interesó y finalmente México, en este caso, Cuernavaca, me dio la oportunidad de entrar en este mundo de conocimiento. Otro hecho transcendental para mí, resaltó.

Años más tarde, ya establecido y natural en México, Steven no se detuvo por ventarrón alguno y su esencia hiperactiva lo ha mantenido latente: muchos álbumes bajo su nombre y moviéndose. En 2009 obtuvo una nominación por parte de la academia mexicana de cine para el premio Ariel como mejor música por el documental El informe Toledo, sobre el recordado artista juchiteco. También participó en la creación de la banda sonora de Blue Velvet Revisited, documental sobre la realización de la película de David Lynch.

Pero sin duda lo que más ama, como lo ha reafirmado en estas páginas, es Oaxaca, su paisaje y los inevitables encuentros diarios con los lados brillantes y oscuros de la historia y la cultura de México.

Celebra 30 años de vivir aquí y va a festejarlo con un concierto junto con otros músicos como José Manuel Aguilera, quien perteneció a Nine Rain.

Ha sido algo extraordinario, manifiestó.

La cita es a las 20 horas el 25 de noviembre en Eligio Ancona 145. Boletos en el Alicia, en Venas Rotas Discos, Animal Records y Marabunta Café.