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Ciudad perdida

Comunicación: no repetir errores

L

a presidenta Claudia Sheinbaum cumple ya una semana en el ejercicio pleno del poder que le otorgó el voto ciudadano y la reacción de la gente parece más que favorable.

Salvo las amarguras ya conocidas, la recepción de la gente se ha mostrado, una y otra vez, decidida a dar su apoyo a la Presidenta, que en el arranque de su mandato ya mostró firmeza y buen manejo en la toma de decisiones.

De cualquier forma, aún quedan algunas interrogantes que no encuentran respuestas fáciles. Una de ellas, tal vez la más preocupante, es qué hacer con los medios de difusión del Estado.

Hoy, los medios que deberían conducirse desde la perspectiva de la 4T no encuentran un lugar cómodo para difundir las formas de resolver los grandes problemas del país, y en algunos casos se convierten en trincheras de la oposición desde donde se repiten y se repiten los ataques, muchísimas veces sin fundamento, de quienes no creen en la 4T.

Aunque mucho se desdeña el trabajo de esos medios, es necesario recalcar que son, significan la única posibilidad, en una gran cantidad del país, de obtener información sobre el trazo y el paso del gobierno.

¿Son necesarios? Sí. Por los medios en manos de la iniciativa privada que le han negado consuetudinariamente la voz al hecho de gobierno parece imposible obtener la información necesaria para equilibrar, cuando menos, la opinión de algunos ciudadanos, y eso de todas formas distorsiona la realidad del país.

Como nunca, el gobierno cuenta hoy con una serie de medios –televisión y radio– que deberían estar empeñados en explicar cada uno de los movimientos que en favor de la sociedad se emprenden desde el Zócalo, pero eso no sucede.

La política de medios que encabezó Jesús Ramírez significó el fracaso más grande del gobierno pasado si medimos los resultados de lo que desde ahí se difundía en relación con el trabajo gubernamental.

La conferencia mañanera, principal forma de comunicación entre el gobierno y la gente, se veía desdibujado con la gestoría de muchos asistentes, que más que conseguir información se convertían, principalmente, en quienes abogaban por la solución de problemas personales.

Las cosas parecen haber cambiado para bien y la mañanera parece más ágil, pero eso no puede y no debe ser la única forma de comunicación con la gente.

Por eso urge una política de gobierno que esté acorde con el gran trabajo de comunicación que debe tener el gobierno, y parece muy peligroso tratar de reiterar el fracaso.

Sí, se deben estudiar las formas, se debe establecer una política que le permita al periodismo cumplir con lo suyo y al gobierno informar de sus esfuerzos. Nada más.

De pasadita

Nos cuentan desde el INE que la amenaza de una jueza en contra de la gente del organismo, que va desde la sanción económica hasta la cárcel si continuaba con los trabajos para la elección de jueces, tendrá el mismo destino que todos los otros amparos que en contra de la reforma al Poder Judicial se han enderezado.

La convocatoria a la población se hará pública el próximo día 16 y todo seguirá el curso previsto. Ya hay una ley y se le hará cumplir, aunque los que deberían cuidar que eso sucediera hagan hasta lo imposible por impedirlo.

Es verdad, y no hay necesidad de otra encuesta: los jueces, magistrados y ministros son los más mal calificados por la población si no se cuenta a los policías.

Nadie les ha dicho que todos sus movimientos ya son inútiles porque la ley va y que a ellos, en sus derechos, no se les molestará mientras no cometan algún error que amerite su despido. Deben tenerlo en cuenta.