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Disputadas elecciones municipales en Brasil

Gana cuarto mandato el alcalde de Río de Janeiro

Se van a segunda vuelta casi todos los contendientes

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▲ Eduardo Paes se impuso con facilidad en los comicios de ayer, y se religió en la alcaldía de Río de Janeiro.Foto Afp
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 7 de octubre de 2024, p. 30

Río de Janeiro., Como ocurre desde 1985, cuando Brasil retomó la democracia luego de 21 años de dictadura, ayer se llevaron a cabo elecciones municipales en todo el país. Se trató de la primera vuelta en las ciudades donde, con excepción de Río de Janiero, ningún candidato logró elegirse, por lo que habrá una nueva ronda el próximo día 27.

Como ocurre en disputas electorales municipales en cualquier latitud del planeta, hay tensiones, pero en general quedan restringidas a la localidad en que se eligen no sólo intendentes como concejales.

Pero a veces –y vale recordar que no se trata de algo exclusivo de Brasil– esas disputas son reflejos de lo que ocurre en el plan nacional y pueden tener consecuencias mucho más allá de los límites municipales. Y eso sucede en Brasil una vez más.

El sistema electoral del país permite que el resultado final sea conocido de manera veloz. Por tal razón, al principio de la noche de ayer, ya se tenía una visión clara y consistente del escenario.

La campaña con miras a estos comicios, en los que fueron convocados 155 millones de ciudadanos, son considerados la antesala de las presidenciales de 2026, y estuvieron marcadas por la desinformación, donde la red social X está fuera del aire desde el 31 de agosto, acusada de propagar información falsa.

No podemos permitir que el pueblo vote desiformado, dijo el presidente Luiz Inácio Lula da Silva tras sufragar en Sao Bernardo do Campo, en los suburbios de Sao Paulo.

La tan esperada disputa paralela entre el actual mandatario y su antecesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro, poco se dejó ver.

Apareció de manera clara y palpable, por cierto, en las dos ciudades más importantes del país, Río de Janeiro y Sao Paulo.

En Río logró su cuarto mandato el alcalde Eduardo Paes, respaldado por Lula, al imponerse fácilmente a su principal adversario, Alexandre Ramagem, quien contó con el apoyo de Bolsonaro.

Pero lo que se vio en la gran mayoría de las capitales de los estados brasileños fueron candidatos y candidatas que, pese a defender banderas estruendosamente derechistas, no intentaron usar a Bolsonaro de pancarta o escudo. Ahora, en una eventual segunda vuelta, puede que eso cambie.

Lo mismo se da con Lula. A excepción de los estados del noreste, él sólo apareció de manera contundente, y aún así en la etapa final de la disputa, en Río de Janeiro.

En Sao Paulo, la mayor megalópolis de América Latina, con 12 millones de habitantes, pasan a segunda ronda el alcalde saliente, Ricardo Nunes, autodeclarado discípulo de Bolsonaro, que consiguió 29.4 por ciento de votos, ante el izquierdista Guiherme Boulos, quien conquistó 29 por ciento, apoyado por Lula.

Una sorpresa, en todo caso, logró imponerse de forma explosiva en el escenario político electoral brasileño: Pablo Marçal, de quien nadie había oído hablar jamás.

Por muy poco no pasó a la segunda vuelta para disputar el puesto de intendente de Sao Paulo, la mayor, más rica y más importante ciudad brasileña.

Presentándose de manera alucinada, defendiendo posiciones de una derecha más radical aún que las del actual intendente, Ricardo Nunes, casi pasa a la segunda vuelta. Terminó cediendo espacio para Boulos. Se da por seguro que ahora pasará a defender Nunes, franco favorito para permanecer en el puesto por cuatro años más.

Marçal, el exótico personaje que se presentó para votar cuando faltaban escasísimos minutos para el cierra de las urnas, dejó su marca. A tiempo, se presentó para votar descalzo y vistiendo short.

Los más irritados con semejante postura dicen que era lo que faltaba para que el escenario político brasileño dejase claro hasta dónde se desplomó. Otros dicen que, a esta altura, ya nada debería sorprender a nadie.