Jueves 3 de octubre de 2024, p. 2
Protagonista del movimiento de 1968, Pablo Gómez acudió a la primera conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, la cual estuvo dedicada a ofrecer una disculpa pública por la represión del Estado a esa lucha: fue un movimiento por las libertades democráticas, en contra del régimen de represión política que existía
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Pablo Gómez habló de la perversidad oficial, pues quienes fuimos acusados de la matanza, de los muertos, heridos, fuimos los presos políticos del 68. Las víctimas aparecían como victimarios de sus compañeros
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Desde Palacio Nacional consideró que en la actualidad quienes participan en el movimiento de transformación han recogido la reivindicación de las libertades democráticas emanadas desde entonces con su mensaje, rebeldía y lucha por concretarlas. Como fuerza mayoritaria, subrayó, la Cuarta Transformación enarbola esa lucha, parte de la historia y dará continuidad para las siguientes generaciones.
Ratificado como titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, Pablo Gómez recordó que la represión al movimiento estudiantil había sido precedida por otros actos para eliminar expresiones gremiales de protesta, como la lucha de los ferrocarrileros, del magisterio, de los telefonistas y telegrafistas, en fin, muchos otros fueron reprimidos violentamente por la fuerza pública y sus principales dirigentes fueron encarcelados.
Ante la Presidenta, Gómez recordó que en aquella época se difundieron versiones sobre el origen de la movilización estudiantil, desde aquella que sostenía que la CIA había alentado las protestas o, en el caso contrario, que atribuía la inconformidad a una conspiración internacional gestada en Cuba.
En realidad, el gobierno no asumía internamente que fuera producto de un plan internacional o una conspiración extranjera, porque tenía clara la información sobre los reclamos democráticos del movimiento estudiantil. Tenía espías por todas partes.
Gómez afirmó que los enemigos del 68 eran los antidemócratas, los que se oponían al ejercicio de las libertades, los que consideraban que la libertad iba a llegar a una situación de ingobernabilidad y de anarquía en México.
La matanza fue ordenada, obviamente, por el jefe de las fuerzas armadas, el presidente de la República; él mismo lo reconoció en su quinto Informe de gobierno. Esto se ha discutido mucho; sin embargo, ¿quién más pudo haber ordenado algo como esto?
, preguntó.