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En Talachas, la obra de Rodrigo Ímaz dialoga con el canon del arte occidental

En la Academia de San Carlos, donde fue profesor de dibujo, la muestra se plantea como un gabinete de maravillas

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▲ Un mosaico hecho exposición permite al público observar una escultura de piedra de la Coatlicue con una máscara del luchador Blue Demon y tiburones-aviones que cuelgan del techo.Foto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Jueves 3 de octubre de 2024, p. 2

El artista Rodrigo Ímaz presenta la exposición Talachas en la Academia de San Carlos, en la que confronta el canon occidental del arte frente a su propia obra, sin carecer del humor de los saberes populares y la reminiscencia de la raíz prehispánica, en un aquelarre visual a la manera de los gabinetes de curiosidades.

El artista de 42 años considera que las artes se basan en ese gesto, en el que los artistas vemos a otros maestros para poder aprender. En ese sentido trasciende al tiempo y mediante su representación nos permite dialogar de alguna manera metafísica e intangible con esas personas que ya no tienen que estar aquí.

Un mosaico hecho exposición permite al público observar una escultura de piedra de la Coatlicue con una máscara del luchador Blue Demon junto a piezas de Francisco Toledo, Diego Rivera, Alberto Durero o José Guadalupe Posada. En palabras del artista, espera que esto genere algún comentario o una sonrisa o expulse algún enojo, que haga sentir algo que sea útil, humano, apele al espíritu y emociones.

En el antiguo recinto donde se instaló el primer museo público del continente americano se inició un diálogo de las obras que ha realizado Ímaz en dos décadas de trayectoria con las colecciones de Rafael Matos y la Academia de San Carlos, bajo la curaduría de Fernando Gálvez y Juan Francisco Matos.

De esta forma, los pulpos encaramados sobre combis impresos en grabados, las acuarelas que critican el poder expresado en Los Pinos, el autorretrato de juventud con gesto de furia, esculturas que rememoran el ready-made de Duchamp, tiburones-aviones que cuelgan del techo y un pasaporte con el alter ego Rodrigo Maíz están colocados en la sala de museo, casi en camuflaje con otros importantes nombres de la historia del arte en México.

La conjunción de piezas también es un homenaje y reminiscencia de Ímaz en San Carlos, donde hace 12 años fue profesor de dibujo. “Me da mucho gusto regresar a este espacio. Esta es mi alma mater; yo me eduqué en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, ahora Facultad de Artes y Diseño. Es un enorme orgullo y satisfacción entablar este diálogo con los artistas que acompañan la muestra”.

Unas llantas de automóvil sobrepuestas, con la palabra talachas pintada en blanco sirve de anuncio en la entrada de la Sala Verde, para iniciar el recorrido por la muestra. A pesar de la finta, se trata de una escultura hecha en mármol, con la que confronta la estética académica de las figuras clásicas que se encuentran en los portales y el patio de este edificio en el Centro Histórico, ubicado a espaldas del Palacio Nacional.

La muestra se plantea como un gabinete de maravillas, pues esa era además la museografía generalizada cuando en el siglo XVIII estas galerías públicas se convirtieron en la primeras del continente, comentó Gálvez.

También se realizó un coloquio del paso de Rodrigo Ímaz por la Academia de San Carlos, lo que leyó, vio y conoció, así como por la academia extendida de la vida, de las calles, de los changarros de México, los objetos que la gente fabrica para promocionar sus negocios, esa cultura popular que hace mucho tiempo ya entró a las salas de museo y es parte del arte contemporáneo.

Agregó que “es nuestra forma de decir que hay que regresar al objeto artístico frente a esta cultura evanescente, efímera, del mundo digital, en la que lo tangible, la cosa artística, ese objeto del deseo, se va extraviando y diluyendo en una sucesión de reels y de cliqueos, en la cual se van volviendo cada vez más una imagen de consumo pasajera y no un mensaje del pensamiento y expresión política. Eso está defendiendo Rodrigo en esta exposición cargada de mucho humor”.

El curador Juan Francisco Matos adelantó que la exposición Talachas es difícil de repetir, porque se hizo una unión entre piezas de su padre, Rafael Matos (coleccionista, galerista y perito valuador de obras de arte y antigüedades), y el trabajo de Rodrigo Ímaz. Les auguro que van a ver algo muy diferente.

Talachas estará abierta hasta el 28 de octubre en la Antigua Academia de San Carlos, en Academia 22, Centro Histórico.