La relación del tatuaje con el quehacer artístico fue una de las tantas cuestiones debatidas en un conversatorio en el Museo Nacional de la Estampa (Munae), en el que participaron ejecutantes de este trabajo sobre la piel e investigadores interesados en el tema.

El encuentro fue una actividad anticipada en el contexto de la exposición virtual Del papel a la piel: Tatuaje y grabado, que se mostrará en la plataforma Flickr a partir del 3 de octubre, y en una segunda etapa desde el 10 de octubre. Para su realización se emitió una convocatoria a quienes han realizado este tipo de trabajos inspirados en la gráfica mexicana.

En la charla en el vestíbulo del Munae participaron los tatuadores Laura Gwendolyn Carapia, Érika Maldonado y Daniel Sepúlveda, junto al sociólogo Héctor Castillo y a Javier Ávila, director de la revista TatuArte en la piel, mientras Pamela Ruiz fungió de moderadora.

Al finalizar, se realizaron tres tatuajes sencillos o flashes a los ganadores de un sorteo entre los asistentes, quienes se fueron a casa con un recuerdo permanente de su asistencia al museo ubicado en avenida Hidalgo 39, frente a la Alameda Central.

Me gusta el arte y me gusta plasmar, afirmó Laura Carapia, quien ya había incursionado en la pintura al óleo y por invitación de una amiga comenzó a aprender esta nueva forma de expresar una visión artística. En el diálogo, la diseñadora Érika Maldonado, quien también es parte del pódcast Morras malditas, contó que ella pasó de la gráfica a la fotografía y luego al video, por lo cual fue un cambio radical de pronto hacer tatuaje.

Portafolio viviente

Daniel Sepúlveda admitió que desde sus inicios su hermano se convirtió en su conejillo de Indias y lo animó a experimentar en su cuerpo cada nuevo aprendizaje, por lo que es una especie de portafolio viviente.

La invitación al conversatorio señaló que el objetivo fue generar un diálogo entre creadores e investigadores especializados en el tema acerca de la vinculación de esta práctica con las disciplinas artísticas del grabado y la estampa.

El Munae aseveró en el planteamiento de la exposición próxima a inaugurar que en las décadas recientes la práctica del tatuaje pasa por un momento de auge y popularidad, con la desaparición de tabúes y estigmas hacia quienes los portan y quienes los realizan: Muchos tatuadores han iniciado su trabajo creativo en otras disciplinas artísticas, entre ellas el grabado o la estampa.

Durante el encuentro de ideas fluyó una charla relajada, en la que se abordaron diversos temas, por ejemplo, el papel de la mujer y cómo cada vez fue ganando más espacios. De igual forma surgió la idea de la repetición de diseños, si se puede considerar un plagio y que cada tatuaje es un resultado único. El lugar de esta forma de expresión en un museo también es complicada, porque al utilizar a una persona como lienzo, es una obra viva, efímera y ambulante.

Hubo planteamientos profundos, como el debate de qué es lo que se puede llamar arte. La noche estrellada, de Vincent van Gogh, replicada en bolsas; la imagen del Che Guevara o las ideas de Walter Benjamin saltaron entre los comentarios, ante un público diverso, pues había bastantes jóvenes, así como adultos mayores.

Héctor Castillo Berthier, director del Circo Volador, realizó un recorrido histórico desde la momia encontrada en Los Alpes, que estuvo congelada en el hielo por más de mil años con tatuajes por todo el cuerpo. Las marcas que hicieron los egipcios, luego los griegos; guerreros, marineros, las cárceles y las prostitutas, así como la élites adineradas y la Yakuza, mafia japonesa, fueron parte del tránsito por los cientos de años para llegar a nuestra época actual, en la que es cada vez más común tatuarse y los diseños proliferan en Internet.