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36 millones de gente soñadora
E

l tortuoso camino de toda revolución, si ésta fue motivada por principios sólidos y con objetivos humanitarios, tarde o temprano llega a las metas esperadas. Las distancias y el tiempo tal vez se alargan, pero con el triunfo las fuerzas se recuperan y las convicciones se afianzan, y esa condición permite seguir adelante.

Que el presidente Andrés Manuel López Obrador haya tomado el poder en 2018 por nuestra decisión, es la muestra más clara de lo que se puede lograr cuando los pueblos se levantan contra la opresión oligárquica y corrupta. Primero serán 10, luego 100, más tarde mil y, por fin, los millones que nos permitirán avanzar y no dar marcha atrás. Aunque siempre corriendo riesgos, valen la pena los intentos que sean necesarios.

Lo primero es hacer acopio de toda la fuerza posible para organizarse, observar y analizar el camino seleccionado –como en un campo minado– para no cometer errores. Lo importante es no sucumbir

Creemos que algo parecido nos sucedió en 2006, luego en 2012, hasta que en 2018 ya contábamos con experiencia de cómo levantarse después de constantes golpes bajos, como lo fueron los fraudes electorales, tanto del PRI como del PAN.

Y así, con organización y voluntad, los ideales fueron tomando forma y sumando fuerzas. Por eso es tan importante el liderazgo. Un método que los ignorantes confunden con caudillismo, mesianismo tropical, espontaneísmo político manipulado, populismo rupestre, chairismo naco, en fin, todo tipo de calificativos que agreden a la inteligencia colectiva e individual de la mayoría que se asume de izquierda. En todo caso, los imbéciles adoctrinados son quienes se imaginan pertenecer a la capa social alta y exclusiva, pero no lo son.

Así surgen los movimientos sociales, los sindicatos, las ligas libertarias, las mejores revoluciones. Y decimos las mejores porque son las que han sembrado valiosas semillas. Sabemos que los resultados no los veremos de la noche a la mañana. Y si alguien así lo espera, no está hablando de una revolución verdadera, está hablando de un movimiento espontáneo.

Creemos que la idea generalizada es que al triunfo de una revolución ya se llegó a la meta y no existen mayores objetivos hacia adelante. Pero la realidad es que los cambios apenas empiezan. Así es como vislumbramos la revolución de las conciencias.

Sin duda la conciencia social es parte del motor del movimiento. Y cuando se ha llegado a primera base surge la necesidad de seguir avanzando y dejar atrás ese pasado malévolo que tantos derechos humanos ha violado y tantas vidas ha cobrado.

Cambiar la realidad de nuestro país fue el primer objetivo de este camino hacia una transformación verdadera y definitiva. Ese fue el deseo altamente apreciado décadas atrás.

Tal vez ni en sueños pensamos caminar entre miles hacia el mismo objetivo. Pero en 2018 no sólo fue entre miles, sino entre más de 30 millones de votantes, quienes caminamos hacia el atrevimiento de desechar nuestros miedos por votos efectivos para el cambio. Se rompieron los retenes neoliberales, este hecho es una verdad que a lo largo de seis años nunca aceptaron los millones que no votaron por la Cuarta Transformación.

En poco tiempo, los éxitos empezaron a llegar. Quienes buscan con microscopio las fallas del periodo obradorista van a encontrar varias de ellas, pero éstas no invalidan las múltiples e importantes obras que se hicieron en sólo seis años. Repetimos… en sólo seis años.

Hacemos hincapié en que uno de los instrumentos más influyentes que delinearon el estilo de gobernar del presidente Andrés Manuel, definitivamente, fueron las conferencias matutinas, o las popularmente conocidas como mañaneras. Durante el sexenio se convirtieron en verdaderas trincheras contra la de­sinformación de los medios que tradicionalmente han distorsionado la realidad, en un intento por seguir dominando el criterio de la sociedad y evitar, a como diera lugar, la formación de una opinión pública objetiva. Aunado a este esfuerzo del gobierno actual, estuvieron las redes sociales para apoyar el cometido de las mañaneras y para introducir entre la población la práctica del análisis de lo que pasa alrededor de la 4T.

No omitimos el derecho de las personas que opinan lo contrario a lo antes dicho. Para los otros millones que votaron en contra del presidente López Obrador, el sexenio que termina ha sido una farsa. Sin embargo, la historia va marcando otro panorama. Estamos de acuerdo con José Antonio Marina Torres, filósofo español que considera que no todas las opiniones son respetables: lo respetable es el derecho a opinar, pero no todas las opiniones merecen nuestro respeto. Coincidimos plenamente con el maestro Marina, pues no es lógico aceptar las toneladas de mentiras que los medios dizque de información han producido, no sólo en este sexenio, sino desde que el periodismo fue secuestrado por las oligarquías de siempre.

En unas horas, prácticamente, se iniciará el sexenio de la doctora Claudia Sheinbaum. No podemos decir adiós, presidente López Obrador, entre revolucionarios no existen las despedidas. A partir del 2 de junio pasado, somos más de 36 millones de gente soñadora que seguiremos buscando la tan necesaria transformación del país.

* Colaboró: Ruxi Mendieta

X: @AntonioGershens