Opinión
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Acapulco y Cancún, lastimados
O

tra tragedia humana de desastrosas proporciones vuelve a pasarnos factura a los mexicanos. Cuatro muertos, un desaparecido y daños materiales, es el saldo de un huracán bautizado John. Por otra parte, se prevé que Helene se intensifique a su vez a huracán e impacte Quintana Roo.

La advertencia de las fatales e irremediables consecuencias del maltrato al planeta no han sido escuchadas. Por supuesto, a éstos se agregan el desprecio por la vida del otro, el egoísmo, el narcisismo patológico y la necesidad de más y más fortuna de los poderosos.

No respetamos los tratados internacionales para combatir la contaminación. Lo que cuenta es atesorar fortunas. Las vidas humanas son lo de menos.

Dos caras del desastre provocado por John y Helene: sequías e incendios devastadores e inundaciones catastróficas que debastan poblaciones y producen daños materiales y humanos inconmensurables.

No se termina el problemón de Chalco y sus inundaciones, incluida la basura que va dejando el huracán a su paso, y tenemos que sobreponernos a los desastres acontecidos a causa de las lluvias torrenciales y huracanes.

Todo esto, en nuestra población que ya padecía desnutrición, más allá de las cifras; asentamientos irregulares (17 mil, cifras oficiales) están amenazados de muerte y con altísima posibilidad de ser víctimas aparte de desastres como los huracanes: de las enfermedades infecciosas. Resulta escalofriante la cifra de 20 millones de personas afectadas entre el caos y la desesperación extrema.

Vivimos en tiempos de caos, que se mueven de acuerdo con modificaciones en el tiempo y en el espacio. Llueve sobre mojado, entrelazado e interconectado se conduce a millones de paisanos a la condena de la marginalidad extrema.

En abril de 2023, la empresa estadunidense Vulcan solicitó una compensación por mil 900 millones de dólares en un arbitraje interpuesto en el tribunal del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones, adscrito al Banco Mundial.

El gobierno mexicano respondió que la petición era improcedente. Señaló que la firma estadunidense, productora de asfalto y concreto, actuó de mala fe por cerca de cuatro décadas al ocultar el tiempo y el volumen que realmente buscaba extraer de material pétreo, omitir y obtener los permisos necesarios y explotar piezas calizas más allá de las manifestaciones que hizo en las solicitudes entre otras irregularidades.