Las Medallas Bellas Artes 2023 y 2024 en los ámbitos de Arquitectura y de Patrimonio fueron entregadas ayer a Enrique Ortiz, Sara Topelson, Gabriel Mérigo y Salvador Aceves.

En una ceremonia en la sala Manuel M. Ponce, los emocionados galardonados recibieron la presea conmemorativa y un diploma, acompañados de un breve discurso, mientras un colega ofreció una semblanza de las trayectorias que los hicieron merecedores del reconocimiento.

Enrique Ortiz Flores fue el primero en recibir la Medalla Bellas Artes, relativa a2023 en el rubro de arquitectura. En su mensaje enfatizó que se trata de un reconocimiento a todos los que hemos luchado por un mundo diferente, al poner al centro al ser humano, no la tecnología ni el dinero, en palabras de uno de los arquitectos más importantes de este país, por la construcción de pensamientos, conocimientos, principios, ideas en favor de la vivienda y el hábitat popular.

Mencionó que estamos en un momento muy crítico del mundo y advirtió que ante el cambio climático es la vida lo que está en riesgo, por lo que hay que poner lo comunitario frente al individualismo.

También en materia de Arquitectura, pero de 2024, la galardonada fue Sara Topelson, quien fue la primera presidenta de la Unión Internacional de Arquitectos. Ante el micrófono, consideró esa sala casi su casa, pues durante los años en los que fungió de directora del Museo de Arquitectura, en este recinto, la recorrió muchas veces. Seguimos pensando que la arquitectura cambia los espacios y, por lo tanto, cambia las condiciones en que la gente puede vivir.

Agradeció a quienes el mediodía del miércoles llegaron en una odisea al Palacio de Bellas Artes, amurallado con metal. Por momentos su voz fue suspendida por la emoción, como al agradecer la semblanza de toda una vida dedicada al trabajo en la diversidad de caminos que ofrece la arquitectura, así como en el momento de mención a su compañero de vida y socio, José Grinberg.

En seguida, tomó lugar la entrega de la medalla 2023 a Gabriel Mérigo, por su labor en favor del patrimonio y quien destaca entre otras cosas por la restauración de la casa de Antonio Rivas Mercado, el Palacio Postal y la Secretaría de Salud. Su esposa, Leda Duarte, fue la portavoz del mensaje del arquitecto y restaurador, quien resaltó la relación emocional con la arquitectura, una condición inevitable con la existencia humana, un víncu-lo que nunca es tan intenso como cuando deja de existir y enfrenta su demolición para ser sustituida muchas veces por un proyecto de mala calidad.

Finalmente tocó el turno a Salvador Aceves, arquitecto, restaurador y uno de los redactores de la Carta de Venecia, quien insistió en la importancia que tiene el catálogo de monumentos históricos, el cual dio el conocimiento, las herramientas y el sustrato para los trabajos de recuperación después del sismo de fin de siglo, en 1985.

Lucina Jiménez, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, no asistió a esta ceremonia y en su representación asistió Dolores Martínez Orralde, subdirectora del Patrimonio artístico inmueble.