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Abismos nucleares
M

uchos analistas de la realidad geopolítica e internacional señalan que estamos en un momento muy riesgoso por la intensificación bélica, acompañada del mayor gasto militar (1.1 millones de millones de dólares) históricamente detectado en la era moderna de nuestro tiempo. Como lo indiqué en otra oportunidad –JSF (2006) Terror e Imperio–, después de la Segunda Guerra Mundial y ante la amenaza recesiva de la paz, Washington acicateó la guerra fría y con ella el keynesianismo militar, que demostró que el papel político económico protagonizado por el sector bélico industrial no funcionó como se esperaba, pues se expandió a expensas del resto de la economía, a pesar de lo cual prevaleció.

Así llegó en los años sesenta-setenta a un punto de inflexión por el vigoroso resurgimiento europeo y japonés y el arribo de China e India como nuevos futuros competidores. Hay que añadir el agotamiento de las reservas convencionales de recursos naturales estratégicos (combustibles fósiles ) y las nuevas guerras emprendidas por Estados Unidos, llegando al rechazo europeo a la guerra contra Irak (seguida de un rosario de guerras antiterroristas) al oponerse al uso ilegal y unilateral de la fuerza militar y en defensa del derecho internacional, lo que contrasta con la actual incapacidad europea para articular sus intereses frente a una situación que lleva al continente a la guerra contra Rusia.

Al avalar el uso de cohetería estratégica de la OTAN contra Rusia, utilizando a Ucrania, con ataques a la población civil para provocar una respuesta rusa, se promueven movimientos riesgosos e irresponsables al traspasar líneas rojas que pueden provocar ni más ni menos que una guerra nuclear.

Las palabras Armagedón, apocalipsis y guerra nuclear se imponen en los titulares de los medios independientes ya que temas tan trascendentales para la vida misma, como la guerra y la paz, están ausentes de la agenda publica en Washington.

Como bien lo dice Jeffrey Sachs, uno de los más influyentes expertos que tiene EU sobre la temática, el complejo bélico industrial se apropió de la política exterior. Todo es información clasificada. La idea de Sachs se complementa con la censura recargada ahora contra la cadena rusa RT y que se aplica a toda información distinta a la narrativa oficial, convertida en propaganda de guerra.

Kamala Harris, candidata demócrata a la presidencia continuaría con la línea bélica al apoyar a Israel porque tiene derecho a defenderse, a pesar del genocidio; ante cualquier propuesta de negociación en Ucrania contestó en el debate con Trump eso sería capitular, posicionándose desde el poderío político del complejo bélico industrial.

En un articulo institucional The New Nuclear Threat ( The Economist, 17/08/24) se hace referencia en primera instancia a que la desintensificación nuclear seguida durante la guerra fría ha terminado, advirtió el Pentágono. En su lugar, ha surgido una nueva rivalidad entre poderes nucleares y casi nucleares. Es mas complejo y menos predecible que la vieja conflictividad bipolar. Un escenario en efecto mucho más peligroso y desordenado en cuanto al manejo del riesgo nuclear antes concentrado en la eficacia de Estados Unidos para ofrecer a sus aliados capacidad de disuasión protectora, es decir, una llamada sombrilla nuclear, por lo que tratar de renovar la protección hacia afuera o construir un escudo antimisiles, un domo de hierro, como pretende Trump, pierde credibilidad, por tanto, como ironiza el texto de The Economist, lo que EU parece estar ofreciendo a sus aliados es la destruccción mutua y asegurada.

Si bien el artículo da contenido importante sobre la nueva amenaza nuclear, no sorprende que al final apoye la necesidad de aumentar la capacidad atómica y el gasto militar.

Actualizando el panorama, Jesus López Almejo, en el canal TuProfeDeRI, compartió el artículo aparecido en The Hill Negociar con Moscú para poner fin a la guerra en Ucrania y evitar la devastación nuclear escrito por Robert F. Kennedy Jr y Donald Trump Jr, quienes llamaron a detener la locura nuclear, reaccionando al informe del New York Times de que el gobierno de Biden considera permitir a Ucrania utilizar armas de largo alcance contra objetivos en el interior profundo de Rusia: tal decisión colocaría al mundo en mayor riesgo de conflagración nuclear que en cualquier otro momento desde la crisis de los misiles cubanos en un momento que los líderes estadunidenses deberían centrarse en encontrar una salida diplomática a una guerra que nunca se debió permitir.

Los halcones de la administración Biden han olvidado la sabiduría de John F. Kennedy, quien expresó en 1963: Las potencias nucleares deben evitar aquellos enfrentamientos que llevan al adversario a elegir entre una retirada humillante o una guerra nuclear. Si bien el ex presidente Trump ha prometido poner fin a esta guerra cuando asuma el cargo, podría ser demasiado tarde.