Javier Aguirre, técnico de la selección mexicana, no se define como un jefe que guía con mano dura. Su liderazgo está basado en su propio carácter. No necesito llegar con el látigo. En mi época se fumaba, se podía beber, pero hoy los jugadores entienden cuál es su profesión, afirma para asentar las reglas que rigen su proceso rumbo a 2026, después de su primera victoria en Pasadena ante Nueva Zelanda. La derrota es un resultado probable en el futbol, pero no concibo un equipo dirigido por mí que no sienta los colores, que sea indolente, pasivo y sin alma para hacer que otra cosa suceda. Aquel que no entienda esta filosofía se puede ir a casa.

Aguirre entiende que lo difícil es gestionar la confianza de jugadores que suman varios fracasos desde el Mundial de Qatar. Su experiencia en Europa le da autoridad, un poder de persuasión que no tenía en anteriores ciclos mundialistas en el mismo cargo. En (Corea-Japón) 2002 era un entrenador mucho más impulsivo, impetuoso y visceral, y en el pecado llevé la penitencia. Luego, en (Sudáfrica) 2010, no supe aislarme de lo que ocurría allá afuera. Estaba enojado. Ahora, si quieren verme encabronado, les va a costar mucho, bromea en las horas previas a enfrentar a Canadá, su rival este martes en Arlington (Texas) en el cierre de la Fecha FIFA.

Aunque juega con mantener siempre una sonrisa, incluso cuando las preguntas son duras, El Vasco acepta que la presencia de aficionados mexicanos en los estadios ha disminuido. Las gradas vacías en el estadio Rose Bowl, durante la victoria de su equipo frente a los neozelandeses, refleja para él lo que queda por hacer en los siguientes años. Este es un proceso para 2026. No es tan fácil llenar un estadio. En la medida que la gente vea a su equipo comprometido se irá acercando, menciona. Según datos de la plataforma oficial de venta de entradas, los lugares disponibles para asistir hoy al AT&T Stadium, casa de los Vaqueros de Dallas de la NFL, son menos de la mitad.

Se trata de ganar, jugar bien y agradar a la gente. No es fácil hacerlo con sólo tres días. Canadá es un rival más intenso. Nos va a exigir, a presionar y competir mejor que Nueva Zelanda. Están advertidos mis jugadores: si no son precavidos en la salida de la pelota, vamos a sufrir, enfatiza el experimentado seleccionador de 65 años, operado de la cadera hace cuatro meses, pero con la misma energía para asumir junto a sus dirigidos las decepciones, fracasos, errores y resultados que sucedan mientras se acerca la Copa de 2026.

En la Copa América de Estados Unidos, Canadá consiguió el cuarto lugar y escaló en el ranking FIFA más que ninguna otra selección de Concacaf. Mientras México cayó al 17, el representativo de la hoja de maple llegó al 40. Ante ese panorama, Aguirre prefiere aceptar que sólo el trabajo puede cambiar las cosas a su favor y no importa qué tantos cambios conlleve. Lo veo en la clasificación que da FIFA. Creo que Canadá está a nuestro nivel, más allá del resultado que tuvieron en la Copa América, refiere. Es cierto que han progresado. Ahora son un equipo intenso, valiente. No recuerdo haberlos enfrentado antes como técnico. Ese crecimiento habla de lo que está haciendo. La liga canadiense no es la más fuerte ni mucho menos, pero tiene gente que ha trabajado afuera.

Con el cierre de la Fecha FIFA, el Tricolor volverá a encontrarse en octubre cuando enfrente en más juegos de preparación a Estados Unidos y el club español Valencia.