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Silencio del gobierno de Tamaulipas

El Ejército le dispara, el IMSS no lo atiende y muere en hospital privado

Alma Karina, madre de Armando Hernández Gallardo, de 16 años de edad, exige justicia; debe 250 mil pesos y presentó una queja en la CNDH

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▲ Armando Hernández cuando estuvo internado en el hospital San Gerardo, donde lo operaron en 3 ocasiones.Foto La Jornada
 
Periódico La Jornada
Domingo 8 de septiembre de 2024, p. 13

Nuevo Laredo, Tamps., No me quiero morir, mamá; no me quiero morir, le suplicaba el adolescente Armando Hernández Gallardo a su madre Alma Karina mientras lo llevaba al hospital. Minutos antes estaba barriendo, cuando una bala del Ejército le entró por un glúteo y salió por su abdomen, perforando sus intestinos.

Armando, de 16 años, estudiante de bachillerato en el Conalep (Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica), vivió cuatro días. Y su muerte es una prueba de que el sistema de justicia en México no funciona, ni tampoco el médico. Esas horas de terrible agonía que sufrió, también exhiben la falta de protocolos de las propias fuerzas armadas que cuando cometen errores, evaden su responsabilidad ignorando a sus víctimas llamadas daños colaterales.

Ya estoy cansado, ya duérmeme, suplicó a su mamá antes de morir el joven Armando después de 90 horas de tormento.

La balacera

El pasado 17 de agosto, Armando fue ayudar a unos amigos a limpiar un terreno. Estaba barriendo cuando escuchó balazos y vio a tres ve-hículos del Ejército Mexicano persiguiendo a una camioneta pick up en el crucero de Carretera Aeropuerto y Héroe de Nacataz.

En el video que prueba lo sucedido, se ve claramente que el joven suelta la escoba y corre, mientras los soldados le disparan en tres ocasiones. Su madre llega al lugar.

–Papacito, ¿dime qué te pasó?, le pregunta

–Me dispararon mamá, los soldados me dispararon.

–No te asustes mi amor, ahorita te vamos a llevar al hospital, papito. Todo va a salir bien.

Alma Karina Gallardo Ruiz, decide trasladarlo en el coche de su hijo mayor a la Unidad de Medicina Familiar número 76 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde se negaron a atenderlo, luego lo lleva al Hospital General de Zona Número 11 del IMSS y también ahí le niegan los primeros auxilios, señalando que no estaba vigente su cartilla de derechohabiente.

–Te proporcionar una hoja de salida para que la firmes, le dijo una enfermera.

–Pues ya, porque mi hijo se está desangrando, tiene cinco horas sin atención.

–Es que no hay sistema, respondió la enfermera.

–Yo ya me tengo que ir, mi hijo está muy mal, dijo Alma Karina

Transcurrió otra hora y finalmente ellos mismos la mandaron al hospital privado en una ambulancia. Después de seis horas y con un grave shock séptico, el joven fue atendido en el hospital San Gerardo, donde fue operado en tres ocasiones.

Es una desgracia que todavía no asimilo, dice desconsolada Alma Karina. Mi hijo tenía mucha vida por delante, muchos planes; tenía un futuro. Y me lo quitaron, ahorita sólo me quedó la impotencia.

Con esta fatalidad, Alma Karina se enteró que la medicina en México tiene precio y no importa lo grave que esté una persona, comprendió que sin dinero nadie será atendido: En el hospital me dijeron que tenía que hacer un depósito de 25 mil pesos para atenderlo. Una vecina y otros conocido nos ayudaron con el dinero, cuando lo pagamos, al final después de otras dos horas, mi hijo fue atendido. Ya no hay empatía, ya no importa el juramento que hacen los médicos. Primero es el dinero.

Añade: Posteriormente dijeron que tenía que pagar otros 7 mil pesos para unos exámenes clínicos. Luego de otra hora y media llegó el doctor y pidió dinero de sus honorarios para operarlo. Mi hijo salió bien de esa operación, se estaba recuperando, hablé con él.

El joven pudo entonces contar lo que le pasó: Yo estaba ahí cuando los soldados llegaron persiguiendo una camioneta que se atoró en las vías del tren. Traía una escoba y pensé que los soldados se iban a dar cuenta que yo no era malo, pero entonces sentí que las balas me pasaron por mi la cabeza. Me asuste. Corrí. Luego sentí que me tiraban a mí.

El doctor Raúl Sergio Franco Vidal pidió entonces 55 mil pesos de honorarios para proceder y Alma Karina en su desesperación hizo un video en Facebook pidiendo ayuda económica. Logró reunir 20 mil pesos y suplicó: Doctor opere a mi hijo, yo le consigo luego en tres o cinco días el resto. Después de unas horas el médico aceptó.

Añade llorando : Pero mi hijo ya estaba mal, mi niño murió porque no tuvo sus medicamentos ni la atención médica que necesitaba por falta de dinero, en el hospital primero era dinero, no la salud de mi hijo. Y nosotros somos pobres.

Salud comercializada

En pocas horas la cuenta del hospital iba aumentando hasta 250 mil pesos. El doctor Franco pidió 130 mil. Entregó una cuenta escrita a mano en una de sus recetas que Alma Karina muestra.

Dijo que todo había salido muy bien. Pero me informaron que el doctor Franco estaba con él y lo que lo iba a volver a operar. A partir de ahí todo fue una angustia. Yo no autoricé esa operación. Tardaron tres horas en salir.

–¿Qué pasó doctor? ¿por qué no me avisó, yo no le di permiso?

–Es que su hijo traía una infección tremenda con mucha orina, pus, lo abrimos otra vez para ver que todo estaba bien.

Y muestra un video donde grabó al médico dando toda la explicación: Para mi no era normal lo que hizo porque el doctor no me avisó que iba a volver a intervenir a mi hijo. De esa operación mi hijo salió muy grave. Todo fue muy raro.

El cuadro médico fue empeorando con temperatura. En un momento de lucidez, Armando vio a su mamá y le dijo: Ya duérmeme. Ella le dijo: ¿cómo me dices eso mi hijo? Tenía mucha sed, mucha hambre, tenía sus labios resecos, le ponía gasas en sus labios. Sufrió mucho, mucho. Y todo porque un soldado le disparó.

La cuenta del hospital aumentaba. Para hacerle una transfusión pedían 5 mil pesos por el plasma y 2 mil de honorarios: Me fijé que su frecuencia cardiaca bajó de 88 a 24. Fui y le dije a la enfermera y ella me pidió que saliera de la habitación. Vi que corrieron muchos doctores y le hicieron reanimación. Mi hijo regresó. Pero luego me dijeron que le habían dado tres infartos. El médico le dijo:

Está muy complicado, si su hijo regresa otra vez es muy posible que su cerebro se dañe. ¿Quiere que siga intentando?, le preguntó. Ella le pidió que siguiera y Armando sufrió un cuarto infarto. Y murió.

Comenta que el Ejército Mexicano nunca se presentó y por el contrario guardó silencio, al igual que el gobierno de Tamaulipas, del morenista América Villarreal, y su fiscal Irving Barrios Mojica. Lamenta que algunos medios publicaran que había muerto un sicario, cuando su hijo fue una víctima:“No entiendo por qué los soldados le dispararon si lo vieron barriendo, vestido con un short, una playera y unos tenis”.

Omisiones y responsabilidades

La familia interpuso una denuncia ante la Fiscalía General de Justicia de Tamaulipas que inició la carpeta de investigación 366/2024. También ante la Fiscalía General de Justicia Militar CI/FGJM/Reynosa/118/2024 con el agente ministerial adscrito al Centro de Justicia Militar 9, del Campo Militar 8-A, General Pedro Hinojosa.

Para Raymundo Ramos, presidente del Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo, la primera responsabilidad recae en el Ejército: Fue una lamentable cadena de errores y omisiones. Si en el IMSS lo hubieran operado esa noche habrían evitado la contaminación de sus órganos. Pero no quisieron atenderlo.

Añade: Nos consta, y está documentado, que en los últimos 10 años los hospitales públicos y privados, cuando se trata de personas heridas por las fuerzas armadas, les niegan la atención médica para no meterse en problemas. Aquí hay una omisión muy grave del IMSS.

Lamenta que en el hospital privado primero fuera el dinero y luego la salud: Hay una cadena de responsabilidades de atención médica que la autoridad tiene que investigar.

Afirma que ya presentaron una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) contra el Ejército Mexicano y el IMSS: Nos damos cuenta que cuando suceden estos hechos no hay un protocolo para actuar de inmediato y atender a las víctimas, no hay una cooperación de las instituciones culpables. A pesar del llamado que hizo la señora, ni el gobierno de Tamaulipas ni el federal quisieron hacerse cargo de los gastos médicos.

Dice que la evidencia que existe sobre este crimen, es suficiente: tenemos los videos donde se ve al joven Armando entrando a un ServiCar con una escoba. Un segundo video de la persecución de tres vehículos militares disparando. Y un tercero donde se ve al joven limpiando. Tenemos ocho casquillos de uso exclusivo de las fuerzas armadas recogidos en el lugar. Y suficientes testimonios que refieren haber visto lo sucedido.

Alma Karina está inconsolable. Llora todo el día: ¿Cómo no voy a llorar? Me destrozaron la vida. Sólo quiero estar sola para seguir llorando. Mi única esperanza es que un día lo voy a volver a ver. No puedo reprocharle a Dios lo sucedido.