La residencia de las celebridades en el Festival de Cine de Venecia
arse el lujo de pagar por un coctel –una margarita, un tequila sunrise o un típico Campari italiano– en el hotel Excelsior, en la isla Lido, en Venecia, no es cosa fácil. Cuando un elegante mesero se acerca con la carta, menuda sorpresa causa ver los precios, ya que una de estas bebidas asciende a 800 pesos mexicanos.
La disyuntiva está entre arrepentirse y con fingida sonrisa expresar cualquier excusa para retirarse o bien, soportar el trago amargo de una bebida que prometía endulzar el ánimo.
Si ya entrado en valor el visitante decide costearse una cena en el acogedor restaurante, con vista a una hermosa playa, la recompensa puede haber valido la pena y compartir este privilegiado espacio con alguna celebridad invitada al Festival de Cine de Venecia, con la sobrentendida premisa que intentar un acercamiento, por discreto que sea, estaría completamente fuera de tono.
El acceso durante la celebración del festival está restringido. Dos guardias controlan la entrada, que está permitida a huéspedes o profesionales cuyas actividades estén relacionadas con el evento y que porten su acreditación.
El Excelsior se halla a escasos 100 metros de la sede del encuentro y de las numerosas salas de proyección. Es un hotel de cinco estrellas superior dedicado al cine en su elegante decoración. La fachada remite a la arquitectura renacentista, con esa característica majestuosidad italiana.
En la sala principal, pasando la recepción, dos bellas esculturas de leones alados similares a la máxima presea del festival, reciben al visitante, así como una exposición fotográfica de grandes estrellas de la pantalla, que separan los románticos arcos.
El embarcadero es si acaso el lugar más fotografiado y filmado del Excelsior. Por aquí llegan desde Venecia las celebridades. Esto marca un carácter único al encuentro cinematográfico; las luminarias no arriban en limusina polarizada, donde sólo al descender comienza el espectáculo y la euforia de admiradores.
El transporte acuático permite desde la distancia disfrutar de la estrella cinematográfica en cuestión, que al irse acercando al embarcadero se explaya en sonrisas y saludos desde la distancia ataviados también con veraniega elegancia.
Alquilar una habitación, incluso la más sencilla, en temporada baja cuesta 650 dólares, si incluye un fin de semana asciende a 850 por noche. En el Excelsior suelen concretarse también negocios de la industria del cine, también es ideal para hacer contactos del más alto nivel, ya que numerosos productores establecen ahí su centro de operaciones.
Por aquí han pasado personalidades del séptimo arte, como la diva alemana Marlene Dietrich, el director de culto Quentin Tarantino, Johnny Depp, George Clooney o Cate Blanchet.
En la edición 81 del Festival de Cine de Venecia, la afamada actriz francesa Isabel Hupert, quien fungió como presidenta del jurado, encontró en el Excelsior un lugar de reposo.
Alia Lira Hartmann, corresponsal