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El plan de Trump para migración
U

na cosa es la retórica electoral de Trump sobre migración, en la que se saltan todas las bardas posibles, se propalan los insultos más procaces y se proclaman las exageraciones más idiotas y otra es llevar a cabo una política migratoria en el día a día y año con año.

Su propuesta de ser dictador por un día y cerrar la frontera puede concretizarse en algo teatral y televisivo, pero los mexicanos ya aprendimos, con la pandemia, que se puede cerrar la frontera para el tráfico de personas y no pasa nada, pero no se puede cerrar el tránsito de productos y mercancías porque les afecta demasiado.

Quizá la peor patraña de Trump fue la de separar a las familias de migrantes y solicitantes de asilo y mandar a los niños a diferentes instituciones del país, sin ningún orden, control o concierto. Pero sus promesas de deportar a millones de indocumentados no se cumplieron y sus cifras fueron mucho menores que las de Obama, que llegó a deportar a 3 millones en ocho años. Lo que sí se incrementó, en 25 por ciento, fue la persecución al interior, con la consecuencia nefasta de separar familias. El documental de Nexflix sobre la actuación de la migra, del ICE, es muy elocuente al respecto.

Tampoco hubo redadas en centros de trabajo, la única que recuerdo fue la de una empacadora pequeña, regenteada por un chino y que capturó a una centena de migrantes, especialmente centroamericanos. Nunca tocó a las grandes empacadoras de carne y de aves, que contratan a miles de migrantes indocumentados.

Tal vez el efecto más funesto de su administración fue su afán de generar miedo en la población migrante en situación irregular. Pero no pudo, por ejemplo, quitarle la protección a los dreamers y tampoco a los que tienen estatus temporal protegido.

En letra impresa, su plan consiste en seis puntos: deportar a un millón por año, militarizar la frontera, incrementar centros de detención, aplicar y expandir su plan de tercer país seguro, resucitar el decreto en el que impide la entrada a ciudadanos musulmanes y reformar la constitución para quitar el derecho de nacionalidad por nacimiento.

Si bien la retórica de Trump habla de 20 millones de indocumentados, en la práctica son 12 y deportar a un millón por año es una cifra plausible. Se hizo en 1954 con la operación espalda mojada, principalmente con trabajadores agrícolas; sin embargo luego de unos meses tuvieron que abrir otra vez la puerta y poner en marcha el programa bracero. El problema es a dónde los va a deportar y si se va a aplicar su amenaza de capturar y deportar a México, lo que incluye extranjeros.

Militarizar la frontera, construir el muro e incrementar el personal de la patrulla fronteriza puede hacerse, pero requiere de mayor presupuesto y eso queda en manos del Congreso. Habrá que ver cómo se distribuye el pastel de legisladores y senadores.

El plan de construir más centros de detención y utilizar recintos militares es una medida acorde con el plan de empezar la cacería de migrantes irregulares y contar con instalaciones con capacidad para albergar a unos 80 mil o 100 mil migrantes, mientras se da el proceso de deportación, que requiere de burocracia, organización y disponibilidad de aviones para el caso de los que no son mexicanos.

Por su parte, Trump piensa forzar a varios países de la región a firmar acuerdos de tercer país seguro, ya lo hizo con Guatemala y Honduras y trató, por todos los medios, de involucrar a México; no obstante, nuestro país sólo hizo varias e importantes concesiones, sin firmar nada. Con esta medida se pretende controlar el flujo de solicitantes de refugio que tendrían que solicitarlo, primero en esos países que se consideran seguros, pero que obviamente no tienen condiciones mínimas para albergar y procesar a miles de solicitantes.

El asunto de los musulmanes tiene que ver con sus fobias racistas, aunque también con evitar algunos de los problemas que tienen los países europeos con el radicalismo islámico. No obstante, en una de sus últimas declaraciones, Trump se refirió a que llegaban migrantes de todo el universo e incluso de países de los que él no tenía noticia (sic). Ventajosamente ya no habla de mexicanos y generaliza que esos migrantes son delincuentes, enfermos mentales, ex presidiarios, traficantes de drogas y de personas, y demás apelativos.

Finalmente, vuelve a tocar el punto de la Enmienda 14 y el cambio de la constitución sobre el derecho que otorga la nacionalidad a todos los nacidos en su suelo, incluidos los esclavos, derecho conquistado precisamente en la guerra de secesión y la supresión de la esclavitud. Un tema álgido, rara vez se reforma la constitución, pero la propuesta ya se ha planteado por la derecha en múltiples ocasiones. Los más afectados, sin duda, serían los mexicanos, por ser el grupo inmigrante mayoritario.

Como quiera, esta medida también afecta de manera simbólica a los negros, que ganaron la ciudadanía con esa enmienda.

Pero ya lo dijo Donald Trump, él ha hecho más por los negros que el mismísimo presidente Lincoln.