Hay mucho de Vito Corleone en Carlo Ancelotti. El mafioso personaje de El Padrino, que el director Francis Ford Coppola llevó al cine en 1972, asienta su influencia y su capacidad de persuasión en el director técnico del Real Madrid. Es un espejo en el que le gusta mirarse. Pienso que un líder no debe gritar o gobernar con mano de hierro para afirmar su autoridad. Es más eficaz ejercer el poder de manera indirecta, afirma el multicampeón europeo, tranquilo, poderoso, como si tuviera todo bajo control.

Ancelotti sonríe cada vez que algo le recuerda a Corleone. El respeto por todos, la toma de decisiones prudentes, las preguntas sobre un liderazgo que inspira tanto temor reverencial en sus rivales. En una de sus imágenes más icónicas, los jugadores del Madrid posan con él mientras está fumándose un puro en la celebración del campeona-to de 2022. Cualquier parecido con el gánster que interpretó Marlon Brando, dice, es pura coincidencia. No fumo puros, pero desde esa foto tengo la casa de regalos, se ríe.

Su presencia en el Auditorio Nacional genera entornos de respeto y confianza. Cientos de perso-nas lo escuchan, repasan con él los triunfos de su carrera en Europa, el esfuerzo repetido en el tiempo de su cargo como entrenador. Reaccionan a carcajadas cuando en las pantallas se reproducen videos de los mexicanos Javier Aguirre y Javier Hernández, amigos y colegas del futbol, dos palabras clave en su modelo de liderazgo. Cada vez que he enfrentado a Aguirre le digo que jugar contra él es como ir al dentista, algo terrible, señala sobre El Vasco, a quien define como la mejor carta que tiene México rumbo al Mundial de 2026.

No hay vida sin presión

Ancelotti es un hombre tranquilo. Entiende que sin jugadores no hay juego y que, por tanto, no existe la posibilidad de formar un equipo. El entrenador tiene mucho poder, pero al final es una relación en-tre personas y los jugadores son eso: personas que juegan al futbol, señala en un tono más serio, como si estuviera en medio de una charla técnica. Una vida sin presión no existe. El deporte es una escuela, porque ayuda a conocer tus límites. El día en que no sienta esa emoción antes de un partido, será el momento de irme.

Cinco veces campeón de la Liga de Campeones y monarca en Italia, Inglaterra, Francia, España y Alemania, Carletto concluye su mensaje rodeado de los medallistas olímpicos y paralímpicos en París 2024 –Osiris Machado, Juan Diego García López, Prisca Awiti, Luis Mario Nájera, Osmar Olvera, Gloria Zarza y Marco Verde– con una definición de la victoria. Si la derrota es tristeza, la victoria no necesariamente es felicidad, más bien un alivio. Porque después de tres días tienes otro examen. Si no sale bien, empieza la crítica. Y esto sólo te molesta cuando no eres capaz de hacerla hacia adentro.