El Centro Cultural Jaime Torres Bodet del Instituto Politécnico Nacional (IPN) –conocido popularmente como El Queso– celebró seis décadas como recinto clave para el aprendizaje, desarrollo, expresión y apreciación de diversas disciplinas artísticas para estudiantes de esta casa de estudios y los habitantes del norte de la Ciudad de México.

El festejo arrancó con la presentación de dos exposiciones fotográficas: Entre la técnica y el arte: 60 años del Centro Cultural Jaime Torres Bodet, ubicada en la galería abierta de las rejas del IPN, donde se recuperan momentos relevantes de las actividades científicas, culturales y educativas que se han realizado en las instalaciones.

La segunda muestra es Antonio Rodríguez y su legado politécnico, localizada en el vestíbulo principal, donde a través de objetos personales e imágenes, se rinde homenaje a Rodríguez, un gestor cultural que promovió la donación de piezas artísticas para integrar el acervo patrimonial del Politécnico.

En el acto de conmemoración, el director general del IPN, Arturo Reyes Sandoval, señaló que en 60 años el sitio se ha consolidado como un espacio importante para el Politécnico, pero que también da vida y nutre de arte al norte de la Ciudad de México, donde hay gente que quiere disfrutar de las manifestaciones artísticas.

El recinto cultural fue inaugurado el 17 de agosto de 1964 por el presidente Adolfo López Mateos y el secretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet, de quien toma el nombre, debido al impulso que dio a su edificación.

La obra estuvo a cargo del arquitecto mexicano Reinaldo Pérez Rayón bajo la estética funcionalista. Es un edificio eficiente, de planta libre, enriquecido por áreas verdes, las vialidades y la intercomunicación, que lo convierten en una puerta icónica de la Unidad Profesional Adolfo López Mateos.

Reyes Sandoval resaltó que el IPN, más que una institución de enseñanza técnica, es un proyecto que busca formar ciudadanos críticos, libres, reflexivos y comprometidos con el entorno; para lograrlo, se asume como una decisión estratégica contar como un área donde se tenga a disposición una oferta cultural y artística al alcance de todos, sin distinción de origen, condición social o creencia.

Durante estas seis décadas, el recinto ha albergado diversas propuestas artísticas, entre éstas las exposiciones de Juan Soriano y Raúl Anguiano, así como montajes de óperas como Aída Politécnica y Don Pascual.

También ha sido sede del Centro de Lenguas Extranjeras, ferias del libro, muestras de cine, semillero de composiciones dramáticas propiciadas por Emilio Carballido, pionero del espacio politécnico. Desde 1965 es la casa de la Orquesta Sinfónica del IPN.

Los auditorios Alejo Peralta y Manuel Moreno Torres han abierto sus espacios para la presentación de obras de teatro, danza y conciertos, entre otros.

En el sitio también se resguarda y administra el patrimonio cultural del instituto, conformado por más de mil 200 piezas, entre las que destacan obras de Leonora Carrington, José Sánchez Morado, José Luis Cuevas, Rufino Tamayo, Francisco Toledo, Alfredo Zalce, Federico Silva, Jorge González Camarena, Saturnino Herrán y David Alfaro Siqueiros, que han sido denominados monumentos artísticos.

Durante el evento, destacó el agradecimiento de donaciones de obras artísticas por parte de las familias de Reinaldo Perez Rayón (185 piezas), Marco Antonio Trovamala (500 piezas) y Luis Aguilar Castañeda.

El director del Politécnico dijo que a lo largo de los años este espacio se ha consolidado con el trabajo de promotores culturales como los dramaturgos Gabriel Rojas, Lola Bravo, Emilio Carballido y el escritor e historiador Antonio Rodríguez.

El Centro Cultural Jaime Torres Bodet es un hito de la identidad académica y también un referente en la herencia arquitectónica y la cultura del país.