ras 94 años de hegemonía priísta en el estado de México, en septiembre pasado la maestra Delfina Gómez se convirtió no sólo en la primera gobernadora del estado, también en la primera persona no priísta en ocupar el cargo desde que el general Filiberto Gómez –quien luchó al lado de Obregón– rindió protesta e inició una dinastía de poder que empobreció a una entidad tan rica y poblada como saqueada por gobernantes cuya riqueza creció proporcionalmente a la pobreza de la mayoría de los mexiquenses.
Bajo frases como la emitida por Carlos Hank González, miembro del grupo Atlacomulco y gobernador del estado de México entre 1969 y 1975, que acusaba a un político pobre
de ser un pobre político
, 23 gobernadores priístas llevaron a la entidad a ocupar el primer lugar en feminicidios, robo a transporte público, a ser la segunda –después de Guanajuato– en homicidios dolosos, y la que más delitos contra el patrimonio e incidencia delictiva por cada 100 mil habitantes registró.
Al momento en que la maestra Delfina Gómez rindió protesta como gobernadora del estado de México comenzó el reto de sanar a una población y a un territorio severamente lacerados por una familia política íntimamente emparentada con la corrupción y la impunidad, cuya relación con el pueblo fue la de empobrecerlo y mantenerlo en las miserias. Parte de la herencia de abandono y saqueo que la 4T recibió cuando los mexiquenses democráticamente le encargaron llevar a su Estado a la transformación del país, es el rezago en infraestructura adecuada y mantenimiento del drenaje en el municipio de Chalco cuya consecuencia hoy ahoga a sus habitantes en aguas negras y podredumbre.
A pesar de ubicarse a poco menos de 40 kilómetros de la Ciudad de México –una de las ciudades más urbanizadas del mundo–, Chalco ha vivido durante décadas en una situación de carencias de servicios básicos que, hasta la década de 1990 podía compararse con poblaciones de países africanos. Tras el fraude electoral de 1988 y con la intención de legitimarse en el poder, Carlos Salinas de Gortari emuló al sindicato Solidaridad, de Polonia, que, apoyado por el papa Juan Pablo II, daba resultados favorables en su intento de derrocar al régimen socialista en Polonia para en su lugar implantar un modelo neoliberal. Usó el mismo nombre, Solidaridad, para iniciar en Chalco –donde nadie votó por él– un proyecto con que se disfrazó de programa social a la manipulación política del gasto con fines electorales, no con la intención de combatir a la pobreza, sino de generar apoyo político para el PRI y el gobierno.
En 1990 la estrategia de comunicación del salinismo produjo la visita de Juan Pablo II a Chalco para ahí oficiar una misa que, al ser la más concurrida jamás escuchada al aire libre, dio la vuelta al mundo al son de un Cielito lindo que aproximadamente un millón de personas entonaron, tema que precedió por poco menos de un año a otra producción de Solidaridad , canción que con el mismo título incluyó a las voces de los artistas del momento y de antaño, como integrantes de Timbiriche o Vicente Fernández, Pandora, Marco Antonio Muñiz y, entre muchos más, Lucha Villa y galanes de telenovela que cantaron al unísono un tema que entre sus estrofas plagadas de demagogia hizo una oda al gobierno y que hoy es recordada como representativa de una administración que quitó el pan al pueblo mientras lo distraía con circo.
Si bien la energía eléctrica llegó a Chalco, el pavimento sólo a un mínimo porcentaje de sus calles, las aulas fueron insuficientes, así como lo sigue siendo un sistema de drenaje que hoy, al haberse desbordado y con ello inundado a los chalquenses en aguas negras, implica un reto para las autoridades que enfrentan, por un lado, el compromiso de atender la emergencia y, por el otro, evitar que se repita. ¿Cómo?, solamente reconociendo que, si bien las causas de la falla en el colector Solidaridad responden a la carencia de infraestructura necesaria y la ausencia por décadas del mantenimiento que el drenaje requiere, su obligación, responsabilidad y compromiso es ver al pasado solamente con fines diagnósticos para, y de acuerdo con el mandato que el pueblo les encomendó, resolverlo de raíz sin importar los costos que ello represente, sean económicos o políticos.
La gobernadora Delfina Gómez enfrenta un reto complicado que, de resolverse, la conducirá a ser no sólo a ser la primera gobernadora del estado de México y la primera no priísta, también la primera en llevar la transformación a un estado víctima de las enfermedades que la 4T atiende.