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Imagina adónde habría ido Elvis si hubiera estado en Acapulco
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▲ El fotógrafo Adam Wiseman creó un libro de docuficción con el que el lector puede moverse y generar sus propias relaciones con base en su experiencia con Acapulco.Foto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 28 de agosto de 2024, p. 5

En efecto, Elvis nunca estuvo en Acapulco, como reza el título del libro de docuficción del fotógrafo Adam Wiseman (Ciudad de México, 1970). Eso fue algo que el autor descubrió al comienzo de una residencia artística realizada en el puerto hace unos años para hacer un proyecto tipo nostálgico que luego tomó otros rumbos para materializarse en forma de libro.

En su investigación inicial Wiseman se topó con la película Fun in Acapulco (Diversión en Acapulco), protagonizada, en 1963, por el cantante Elvis Presley, que le pareció un buen punto de partida. Es decir, retratar el Acapulco de Elvis y ver por dónde anduvo. Cuál fue su sorpresa al descubrir que la cinta se filmó sin Presley y sus escenas fueron de estudio, todo porque al rey del rocanrol se le denegó el permiso de trabajo debido a unas supuestas declaraciones suyas.

Eso tuvo sus orígenes en un comentario de Federico de León en su columna 6 P.M., de la edición vespertina de Últimas Noticias del diario Excélsior: “Las radiodifusoras de la frontera norte de la República declararon un boicot contra Elvis Presley porque éste declaró en reciente entrevista televisiva: ‘Prefiero besar a tres negras que a una mexicana’”. El hecho y sus consecuencias a lo largo de los años se documentan en un encarte incluido en el libro, cuya investigación y texto es de Sara Schulz, directora de Fauna Libros, editorial que publica Elvis nunca estuvo en Acapulco.

Con ese bagaje a cuestas, Wiseman sintió que Acapulco era un pretexto para hablar de otras cosas. La premisa fotográfica, pues, fue no aceptar que Elvis nunca hubiera estado en el puerto, retomarlo como que sí y revisitar algunos de los lugares donde pudo haber estado. Todo, como una manera de no aceptar la verdad y hacer mi propia verdad. Pero, en ese retrato de Acapulco, hablar de mucho más. Es decir, de la identidad nacional, de un momento histórico, de mi relación con el tema, entre otras cosas.

Wiseman es el autor de todas las imágenes incluidas en el libro –hay una de 1984 encontrada en su archivo–, así como el texto principal que está contado con un ritmo de libro infantil: letra grande, poco texto, poca descriptiva y, eso sí, mucha imagen para crear un ambiente en el que el lector puede moverse y crear sus propias relaciones con base en su experiencia con Acapulco.

Al reflexionar acerca de este proyecto, mientras escribía el texto y editaba las fotos me di cuenta de muchas cosas, de que hablaba desde los chismes y rumores hasta la corrupción política, de la identidad, que es tan difícil de especificar: qué es México, qué es Acapulco, quién soy yo en esos lugares, pero no quise que fuera tan autorreferencial, sino que tomara este ambiente del que había hablado con el fin de que todos podamos navegarlo, tanto los turistas que lo visitan como los guerrerenses.

Luego está la mitología de Acapulco, entendido como las referencias en películas: Puedo hablar de este libro en Inglaterra, y Acapulco detona algo en la imaginación colectiva. A Wiseman le importó no ser demasiado específico o claro en el libro en términos de lo que es el puerto y evitar los clichés como las fotos de la bahía. Cuando hablo de La Quebrada no salen fotos de ésta, los clavadistas son los protagonistas, no es el clavado porque no se trata de un postal. Tal vez busco más la textura del lugar, los olores, los sentimientos por medio de la imagen.

Un ejemplo de la ambigüedad buscada es el fragmento de texto: Juan me contó con orgullo sobre Johnny y John. Juan, un empleado del hotel Flamingos, le habló sobre Johnny (Weissmüller) y John (Wayne); sin embargo, Wiseman no quiso ser específico. Sólo pregunta: ¿El hotel Flamingos es donde Elvis hubiera pasado el rato de haber estado en Acapulco?

El autor llama la atención en cuanto a los descansos visuales, es decir, una serie de páginas a color, intercaladas, porque a veces las imágenes son muy ruidosas. Las impresiones proceden de su archivo análogo sobre Acapulco, donde encontró “puntas de película (film ends) que habían pasado por el mismo proceso químico que causa una reacción de colores fuera de control”.

Las fotografías fueron tomadas antes de la llegada del huracán Otis la madrugada de 23 de octubre de 2023, de modo que el libro quizá queda como documento de lo que era Acapulco antes de la catástrofe, con la promesa de que vaya a resurgir y establecerse de nuevo como siempre.