Opinión
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Crónica de una catástrofe anunciada
H

ace 16 años, con motivo de una inundación en Chalco, escribí esta crónica que, con gran tristeza, veo que sigue vigente. Haciendo eco de palabras de los expertos, se vaticinaba la catástrofe que sucedería si no se tomaban medidas radicales. Transcribo las partes fundamentales:

“Hace unas semanas leímos que existe gran preocupación porque está naciendo un lago en la planicie de Chalco, lo que pone en peligro a la numerosa población que habita la zona y parte de Tláhuac. Con nuestra severa carencia de memoria histórica, olvidamos que eso era un lago que proporcionaba fértil vida al área que lo rodeaba, y que, absurdamente, lo desecamos, junto con el resto de cuerpos de agua que hacían de esta cuenca una de las más ricas y bellas del mundo. Recordemos que a la llegada de los españoles había cinco grandes lagos: Texcoco, Chalco, Xochimilco, Zumpango y Xaltocan, que se alimentaban de otros menores situados a mayor altura.

“Chalco se fundó en el año 999 por una tribu que bajó de Xico, para establecerse en la orilla oriental de uno de los lagos de agua dulce. Gente trabajadora, llegaron a tener preponderancia en la cuenca, dominando en alguna época a otros pueblos. En el siglo XIV, en el que nació México-Tenochtitlan, los chalcas estaban enfrascados en una guerra contra Tezozómoc, señor de Azcapotzalco, que habría de durar 30 años, para finalmente, al igual que los pueblos circunvecinos, terminar de vasallos de los mexicas. Durante el virreinato, Chalco era una población próspera que, junto con Xochimilco, surtía de verduras frescas y flores a la capital de la Nueva España.

“Asombra conocer que en el siglo XIX había un barco de vapor con el nombre de Esperanza, que iba de Chalco a la Ciudad de México. Todavía conservaba parte del lago y era famoso por los ranchos que producían los mejores quesos y crema. Aún se venden algunos de esos productos con el nombre de Chalco, amparados en la antigua fama del lugar.

“Para nuestra desgracia, en ese afán de desecar que nos ha caracterizado a partir de la Conquista, se le exprimió hasta la última gota de agua, dejando un páramo seco y polvoso que gente de escasos recursos fue apropiándose para hacer un hogar que en sus inicios no era más que maderos y láminas y que, con enorme esfuerzo, fueron convirtiendo en casas ‘de material’.

“La población creció a la par que sus demandas sociales. Al tomar posesión como presidente, Carlos Salinas vio una oportunidad para mostrar la preocupación de su gobierno por las causas sociales y creó el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol). Las primeras acciones –sin ningún estudio de factibilidad– fueron arrancar Chalco-Solidaridad, brindar los servicios básicos y crear condiciones para elevar la producción.

“Ya se sabía que la zona padecía inundaciones; en los últimos 30 años han sufrido cuatro inundaciones severas, que nos hablan de lo cierto del dicho que dice que ‘las aguas tienen memoria’ y regresan a sus antiguos lugares.

Desde el año 2000, en artículos publicados en estas páginas, entre otros de Iván Restrepo y de Marco Adrián Ortega, nos hablaban del antiguo lago, cuyo lecho es ahora hogar de miles de personas, explicándonos los riesgos que ello implicaba, incrementados por la excesiva extracción de agua de los mantos acuíferos, lo que estaba causando severo hundimiento que se estimaba había sido de casi 10 metros, que alcanzarían los 15 para el año 2010. Pronosticaban que las inundaciones continuarían en el futuro, ya que no habría bordo capaz de detener la fuerza de las aguas, cuando el nivel del lecho se encuentra tantos metros debajo de los caudales, que por cientos de años han tenido ese cauce.

Ahora, después de casi un mes, varias colonias siguen bajo el agua; en ese entonces el doctor Ortega, destacado investigador del Instituto de Geología de la UNAM, proponía que se analizara la posibilidad de restablecer el lago de Chalco porque la naturaleza, a pesar de los esfuerzos humanos por dominarla, regresa a su vocación original.

Esto implicaría reubicar a cientos de personas, situación compleja y costosa pero factible, y que se evite un futuro apocalíptico en el cual los hogares de millones de habitantes se hundirán bajo las aguas. En esa fecha terminamos la crónica diciendo es un reto o quizás un sueño, pero vale la pena pensarlo.