La interacción con el arte podría beneficiar la concepción del sentido de la vida, consideró el sicológo Joshua A. Wilt, investigador de la Universidad Case Western Reserve, en Ohio.

Sentir niveles de asombro o interés por el arte, así como percibir algo sobrenatural, se pone en juego al interactuar con él, y podría estar ligado a una vida más significativa. Tal vez cultivar estas experiencias llevaría a sentir que la vida tiene más propósito o es más importante. Esta es una de las conclusiones de uno de los autores de un estudio publicado recientemente en The Journal of Positive Psychology.

Fomentar vivencias artísticas se relaciona con mayores sentimientos de propósito, coherencia y significado de la vida, apuntó la investigación en la que también se menciona el concepto de cognitivismo estético, el cual postula que el arte es valioso no sólo por el placer estético, sino por las contribuciones al conocimiento del mundo y las funciones mentales relacionadas con la forma de procesar la información y tomar decisiones, así como pensar, recordar, imaginar y aprender.

En primer lugar, se hizo una prueba en la que participaron 100 individuos con conocimientos artísticos, en la que se comprobó la hipótesis en quienes tenían mayores niveles de formación en arte. En un segundo estudio, en el que participaron mil 862 personas, se tuvo resultados similares.

En general, nuestros resultados fueron consistentes con el cognitivismo estético, proporcionando una prueba empírica poco común de esta teoría, y señalaron que las experiencias sicológicas con el arte son potencialmente relevantes para el significado de la vida, se señala en el artículo académico.

La humanidad se ha cuestionado desde la antigüedad de dónde venimos y adónde vamos, para así responder a si la vida tiene sentido o vale la pena seguir viviendo. Estas interrogantes surgen con más frecuencia en un momento de crisis existencial. La vida espiritual ha sido una de las formas en que se satisface esta pregunta, así como los ideales y los vínculos sociales.

Por ejemplo, el neurólogo y siquiatra Viktor E. Frankl, quien estuvo cautivo en campos de concentración entre 1942 y 1945 durante la Segunda Guerra Mundial, escribió a partir de esta experiencia el libro El hombre en busca del sentido.

Después de ser liberado, vivió profundo dolor, soledad y vacío al saber que ninguno de sus familiares, que también fueron llevados a campos de concentración, había sobrevivido, entre ellos su esposa, sus padres, su hermano y su cuñada. Regresó a su país natal, donde fue jefe del departamento de neurología de la Policlínica de Viena durante 25 años y trabajó de profesor de siquiatría en la Universidad de Viena.

A pesar de las circunstancias más adversas, es posible vivir una vida positiva y con sentido, tal es parte de las premisas de ese texto surgido de una de las experiencias humanas más traumáticas. El autor austriaco animó a buscar la novedad y concebirla a través de la creatividad, sobre todo en tiempos de crisis.

Con estas ideas fundó la logoterapia, la cual propone que, incluso en las condiciones más extremas de sufrimiento, el hombre debe encontrar una razón para vivir.

Joshua A. Wilt describió que la investigación está ampliamente interesada en estudiar el significado de la vida, incluidos los factores que contribuyen a las percepciones de las personas sobre tener vidas infundidas de propósito y significado.

El sicólogo señaló que los artistas canalizan sus emociones e ideas más profundas por medio de sus obras, mientras el público interactúa con las creaciones y a menudo experimenta conexiones profundas. Dada esta relación profundamente arraigada entre arte y experiencia humana, los investigadores buscaron comprender de qué manera las experiencias sicológicas con el arte (el interés, el asombro y las atribuciones sobrenaturales) podrían influir en la sensación de significado de la vida de un individuo.