l proceso político y constitucional ha culminado la elección y es Claudia Sheinbaum primera presidenta de México. Los viejos creímos que moriríamos sin ver llegar justicia social a los excluidos. La corrupción todo lo gobernaba y parecía ser eterna: el regreso del PRI en 2012 indicaba, con Peña Nieto, que la corrupción neoliberal como forma de gobierno había llegado para quedarse, con nuevos bríos y extremos escandalosos, afirmándose como un poder omnímodo e incuestionable.
Sorpresivamente para los poderes corruptos, llegó en julio de 2018 un movimiento que venía de lejos y su ola poderosa arrasó al último gobierno neoliberal. Se constituyó entonces un nuevo gobierno y, más aún, se abrió un nuevo rumbo histórico para el país, producto del empeño de un dirigente singular, Andrés Manuel López Obrador, y millones se sumaron. Ahora Claudia recoge la estafeta acompañada de un número aún mayor de seguidores de la Cuarta Transformación. La 4T continuará cumpliendo su cometido. Y lo hará llevándolo a un nuevo nivel con la flamante presidenta.
El pasado 15 de agosto, en el teatro Metropolitan, vimos a una Claudia dueña de la investidura de primera presidenta, celebrando lo que llamó con realismo y precisión Victoria del pueblo
. Su discurso, lleno de conceptos y de los rasgos generales de algunos programas de gobierno, fue también una comunicación de masas por momentos rebosante de emoción fluida. Un modo de comunicación muy mexicano, parte de la cultura de los movimientos de masas fundantes de la nación.
El discurso de Claudia, político y definitorio, expuso la legitimidad de origen, política e histórica, de su próximo gobierno, al engarzarlo como continuidad, en un nuevo nivel, de la 4T. La victoria electoral del 2 de junio es producto del mismo movimiento que dio vida al obradorismo y desembocó en la conformación de Morena. Guardando las diferencias de tiempo y lugar, el movimiento también se reconoce como continuidad de los pasos del pueblo que impulsaron la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana. Son los tramos históricos fundamentales de las luchas del pueblo en busca de una vida digna para todos. Es también el objetivo buscado por la 4T.
Si las cosas son así, el gobierno de Claudia no puede sino orientarse por la divisa por el bien de todos, primero los pobres
. Así lo expresa ella en su primer discurso como presidenta electa. Los mexicanos estarán atentos a este fundamento.
Como es tiempo de transformación, la presidenta hizo un resumen sucinto de los objetivos cumplidos, de la obra pública, de la ampliación de los derechos de los mexicanos, los adultos, los niños, los jóvenes, de los beneficios ganados por los de abajo, las comunidades campesinas, los trabajadores y sus salarios, las reivindicaciones de las culturas de México. La llegada de Morena al Poder Ejecutivo y al Legislativo hizo posible que el poder del Estado comenzara a operar también a favor de los excluidos. El segundo piso de la 4T no puede sino reforzar y ampliar esa posibilidad. Le toca a Morena ampliar sus espacios para incluir a nuevos segmentos del pueblo en sus filas y apoyar las reivindicaciones de las organizaciones populares.
Si Claudia puso afán y ánimo apasionado en la lectura de las líneas básicas de lo que será su gobierno –insistiendo en que la política se hace con amor si se opera con ella a favor del pueblo–, la emoción se le tornó torrente al hablar de las mujeres: de su eterno ninguneo, de la forma como han sido detenidas, subyugadas, escondidas, desaparecidas, y de sus luchas incansables para salir de ese lugar ignominioso. Luchas para descubrir lo que ha estado cubierto, para ver y nombrar la verdad de su aporte decisivo, para señalar su lugar real como protagonistas de la historia, para afirmar su igualdad con los varones negada por los siglos. La elección de Claudia cambiará de fondo la vida misma de las mujeres. Ella lo ha anunciado. No sólo romper el techo de cristal, reivindicación individual limitada, sino cambiar de cabo a rabo la vida cotidiana de todas las mujeres. “Con su llegada a la titularidad del Poder Ejecutivo –dijo Mónica Soto, presidenta del TEPJF, al entregarle a Claudia su constancia de presidenta–, México le quita el velo al patriarcado. Nunca más la duda de si una mujer estará preparada para gobernar nuestro país, se eligió democráticamente a la primera presidenta de México y con ello, este capítulo se inscribe en la historia, no sólo de nuestro país, sino de la lucha feminista global”.
Hay una transformación en curso: el Estado neoliberal ha sido derrotado y avanzamos hacia las primeras fases de un Estado de bienestar. Las líneas maestras de esta transformación gobernarán, en lo fundamental, la vida política y económica del país. Las derechas de México no tienen ahora partidos políticos, pero tienen los medios. La izquierda reformista tiene a Morena, pero le faltan medios. La transformación decidirá ambos asuntos. La 4T debe asegurar la continuidad de la transformación.