Tijuana, BC., Con una producción que muestra una maraña de movimientos, tendencias y gustos, 86 obras de artistas de 15 países fueron seleccionadas para participar en la trienal de Tijuana 2: Internacional Pictórica, certamen organizado con el Centro Cultural Tijuana (Cecut), que premia con un millón de pesos y en el que el voto del público cuenta.

Alrededor de 500 artistas de varios países respondieron a la convocatoria para repensar las posibilidades de la pintura de manera híbrida.

La primera selección con las obras que forman la exposición representativa de esta segunda edición de la trienal estuvo a cargo de la curadora Leonor Amarante. Mientras la obra ganadora y las dos menciones honoríficas –estas últimas dotadas de 250 mil pesos– serán determinadas a partir de una triple votación; es decir, el voto curatorial; el de los artistas o colectivos participantes, que podrán votar (salvo por ellos mismos), y el del público, que lo hará de manera electrónica en el sitio web oficial de la trienal (trienal.cecut.gob.mx).

En tres salas del Cecut, del edificio conocido como El Cubo, están expuestas las 86 obras, con una curaduría cuidadosa que llama a una conversación entre artistas y público, difícil para un abanico tan diverso de propuestas.

Al momento en que das oportunidad al público de dejar de ser sólo observador y tiene la posibilidad de emitir un juicio de valor, de escoger, aunque no tenga formación académica, abrimos un campo nunca explorado, porque nunca se ha considerado pertinente. Es un punto de mucho riesgo cuando se tiene necesidad de proteger la tradición, pero la intención de la trienal es abrirnos a los espacios que no se han querido explorar, aseguró Roberto Rosique, coordinador del proyecto.

En su texto curatorial, la maestra Amarante asegura que “la creación de la trienal estuvo relacionada con los cambios políticos y económicos en Tijuana y las estrategias culturales para transformarla en un centro artístico, con una pista de aterrizaje para las producciones trasnacionales.

El conjunto de obras de esta edición marca el margen de convivencia entre proyectos que nacen de movimientos antagónicos y que envían al espectador a reflexionar sobre cuál es el lugar del arte.

A diferencia de su primera edición, está trienal no apuesta tanto por la supuesta disrupción, tan popular en los círculos artísticos estadunidenses, en especial de Sillicon Valley, comentaron algunos artistas presentes, y agradecieron que se diera énfasis a la construcción de lo pictórico, para una narrativa clásica, pero atemporal.

Más allá de modas

En las salas hay un discurso, un acomodo que hasta en lo cromático busca mantener el interés del visitante; un hilo conductor que incluye performance e instalación, mas da énfasis a lo pictórico y lo regresa al centro de la conversación.

“A pesar de las modas y los efectos devastadores sobre la pintura en las décadas recientes, resultantes de las preferencias de los curadores por instalaciones, intervenciones y performances, la pintura ha mantenido logros intensos y creatividad”, apuntó la curadora en el texto que da la bienvenida a Tijuana 2: Internacional Pictórica.

Los premios se entregarán el 23 de agosto; la muestra estará abierta hasta febrero del próximo año.

Seiscientas personas fueron las primeras en entrar a las salas del Cecut para la inauguración de la exposición, un esfuerzo también de los trabajadores del organismo de la Secretaría de Cultura local.

La inauguración se realizó en la explanada del centro, con un reconocimiento a Álvaro Blancarte, figura de la plástica en Baja California y una de las mentes que construyeron las bases de la trienal, fallecido en 2021, semanas antes de la primera edición del encuentro.

Por su parte, la doctora Vianka Santana, directora del Cecut, mencionó que ha sido muy hermoso trabajar con la comunidad. Nos propusimos trabajar en función de la circulación de la riqueza cultural, poniendo atención a la riqueza cultural y artística que nace en Baja California, y este proyecto es el que más nos acerca al cumplimento de esa intención.

Sofía Saavedra (Venezuela) y su Intimidad volátil; René Gómez Ome (Colombia) con Días de fiesta; José Patricio (Brasil) con Memento mori, y Roco Almanza (México) y Mapacidio in situ son sólo algunos de los autores y obras que llenan las salas, muchas hijas de la violencia en Ecuador, Colombia o México.