Opinión
Ver día anteriorLunes 5 de agosto de 2024Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Aprender a morir

¿Aprender a escribir?

¿S

erá mero bizantinismo una mayor precisión entre Latinoamérica, Iberoamérica, Hispanoamérica y Lusoamérica?, pregunto a Arturo Córdova Just, director académico del Colegio de Escritores de Latinoamérica, y responde: “En el principio fue Lacio o Latium, región del centro-oeste de Italia, junto al Mar Tirreno, embrión de lo que sería el Imperio Romano, conquistador de pueblos, propagador de leyes y divulgador del latín, ese rico idioma unificador de provincias y creencias de la Europa Latina, incluidas Hispania y Lusitania, y forjador de las llamadas lenguas romances que desembocarían en el italiano, francés, portugués y español, entre otros. Por lo demás, Iberia es denominación de los antiguos griegos, de fugaz impronta en la península. Por último, con el prefijo ‘latino’ se incluye a Brasil y a Haití. De ahí el nombre del colegio, que entre sus objetivos pretende extenderse a otros países latinoamericanos”.

“El próximo 2 de septiembre, añade Córdova Just, iniciamos el Diplomado en Escritura y Creación Literaria, presencial o en línea, pues en el colegio estamos convencidos de que la técnica del escritor se sustenta en la sinceridad, y que los materiales de su oficio brotan en el campo donde juegan alegres o en tensión las fuerzas de lo íntimo. Comprendemos que cada texto necesita estar a la altura de la experiencia que lo empuja a ser escrito. Para nosotros, cada palabra es el claro despuntar de la plenitud posible. Consideramos que la sabiduría de un escritor implica seguir el camino de los sentimientos y que, al dejarse seducir, la mirada apasionada puede hacer la distinción entre el oro y la bisutería. No confiamos en los cautelosos, sino en los aventureros.

Sólo el riesgo y el arduo, gozoso placer del compromiso permiten la obra de arte. En el Colegio de Escritores de Latinoamérica estamos seguros de que la razón es siempre relativa y que las emociones contienen absolutos. No tenemos fe, practicamos la confianza que da el trabajo. Tomamos la palabra para hacernos dueños de nosotros mismos. Tal es la única, imperecedera victoria. Los escritores se dan a luz, porque elegir una vocación es convertirse en padre de uno mismo. Esa es la verdad de venir al mundo. Esculpirse a partir de un nombre propio. La palabra nos enciende. Es la tea de lo invencible, concluye Córdova Just. (www.colegiodeescritoresdelatinoamerica.com, en Río Tigris 120, colonia Cuauhtémoc, 55-7894-1816).