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El pez más grande del mundo, el tiburón ballena, llegó a la bahía de los Ángeles a pasar el verano

Gusta de las aguas cálidas donde hay mucho alimento: experta

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▲ También conocido como pejesapo, es un gigante de los mares del que se sabe poco. Llega a pesar 34 toneladas y a medir hasta 12 metros de largo. No se muestra fuera del agua como la ballena gris o el delfín pero permite que el ser humano nade cerca de él.Foto Édgar Lima/ La Jornada Baja California
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 29 de julio de 2024, p. 31

Bahía de Los Ángeles, Bc., Cuando se levanta la vista para mirar el horizonte, el ojo avanza sobre el mar y choca con la roca. Ahí, entre las islas –chiquitas, grandes, medianas– del Golfo de California y las piedras de esta bahía, el pez más grande del mundo, el tiburón ballena, llegó para pasar el verano.

Es un gigante de los mares del que se sabe poco. En el pueblo –que no llega a mil habitantes–, la gente lo conoce como pez sapo (juntan todas las sílabas de un modo particular, por momentos uno escucha pecesapo o pejesapo) por su aspecto. Puede pesar 34 toneladas y medir hasta 12 metros de largo.

No se muestra fuera del agua como la ballena gris o el delfín, cuyas grandes colas o brincos son un espectáculo, pero la cabeza que termina en un hocico ancho y plano y las motas blancas, además de su tamaño, lo hacen una especie deslumbrante.

Algunos turistas nadan a unos metros de este tiburón que recibe el nombre de ballena por su tamaño, al que parece no importarle la cercanía humana. Está prohibido tocarlos, pero si están de humor se acercan a las embarcaciones. Otras veces, nadan profundo y sólo son una sombra punteada apenas perceptible.

Hay muchos aspectos de la fisiología de esta especie que no se conocen. Detalles sobre su longevidad –algunos especialistas dicen que pueden vivir hasta 150 años–, patrones de apareamiento o migración (movimientos), apenas se están estudiando, dice la bióloga Isabel Fuentes, de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) con sede en Bahía.

Los últimos años del siglo XX el médico Abraham Vázquez, que gustaba del mar y ofrecía paseos para pesca deportiva, observó que el pecesapo volvía cada año, e interesó a la comunidad en el visitante. Pescadores y prestadores de servicios empezaron a levantar un registro.

Alfredo Zavala, el primer director de la reserva de las islas del mar de Cortés, se sumó junto con un equipo de la Universidad Autónoma de Baja California y después la Conanp y se dieron cuenta de que cada año en el rincón de la bahía el grupo era más numeroso. “No hay que olvidar que sólo los vemos cuando emergen, pero pueden estar ahí abajo todo el tiempo, porque a diferencia de los mamíferos marinos como las ballenas, no tienen que salir a respirar.

Se hizo un proyecto de foto-identificación. Atrás de las agallas el patrón de puntos en la piel es único, es como su huella digital, no hay dos patrones iguales. Y Abraham, Joel Prieto, Ricardo y José Arce, comenzaron el trabajo de bucear muy cerca para fotografiarlos y ver si el ejemplar era hembra o macho. Cada año se sumergían una y otra vez”, recuerda la bióloga de Conanp.

Especie muy grande y no comestible... son pura agua

“José Arce Smith, El Güero, quien conduce la lancha del recorrido y pesca para comer durante el paseo, fue parte de ese equipo primario. Cuando los empezamos a ver ‘la gente los arponeaba, pero son una especie muy grande y no son comestibles... son pura agua’.

Nieto de un gambusino que cuando terminó la fiebre del oro se estableció aquí y se volvió pescador de totoaba y tortuga (Bahía de Los Ángeles fue el productor de tortuga marina más importante de México en la década de 1960; 180 toneladas en 1962), es un hombre que conoce cada una de las islas que tiene enfrente y sus especies, sean aves o plantas, explicó la especialista.

Agrega: Ahí nos muestra el bobo patas azules (un pájaro); en otra isla el nido con todo y águila o gavilán pescador; la iguana endémica en otra de las muchas rocas gigantes que surcan el golfo. Nos desembarca en Coronado, para admirar su hermoso manglar en medio de la roca. El Güero también pesca para la comida. Está un poco frustrado porque quería un jurel. Nosotros no objetamos el ceviche de cabrilla, pez blanco y barracuda.

Abraham Vázquez empezó con la protección al tiburón, nos invito a participar en la observación y el monitoreo. Estábamos acostumbrados a la pesca, cuando se prohibió la captura de totoaba y tortuga tuvimos que buscar alternativas. Algunos entraron a los paseos de pesca deportiva, recuerda.

Y antes los únicos turistas que llegaban –en los años 50 o 60 del siglo pasado– venían a la caza del borrego y del venado (hoy también actividades vetadas). Ahora la gente viene para ver y nadar con el tiburón ballena, somos unas 50 embarcaciones, platica, mientras pide por el radio a un lanchero: bájale porque ya estamos en la zona del tiburón y el reglamento obliga a navegar despacio.

La temporada es variable. En ocasiones empezamos a ver algún ejemplar en mayo, otras veces hasta finales de junio, señala.

Esta zona es importante para la especie pues se instala por un periodo largo. De junio a principios de diciembre, aunque hay temporadas en que llegan más tarde y se van más temprano. Depende de la temperatura del agua, dice Isabel Fuentes.

Dice que hay otros sitios de agregación en México: Bahía de La Paz, en Baja California Sur; Nayarit y Holbox, en Quintana Roo, y aquí entran al Golfo de California, van hacia el norte, pegados a Sonora, giran y entran por San Luis Gonzaga y se instalan en Bahía de los Ángeles varios meses. Se van a finales de noviembre y principios de diciembre.

Además, no se ha podido establecer una migración, lo más probable es que estén aquí porque hay mucho alimento, es un tiburón, tiene dientes pequeños (no nada más filtra como las ballenas); come sardina, anchoveta y macarela.

En 2000 se registraron 260 ejemplares diferentes. “Creo que el proyecto emblemático de la comunidad de Bahía de Los Ángeles es la manera cómo se han organizado para cuidar el pez sapo. Es una propuesta de la comunidad, que surgió del ejido Tierra y Libertad, precisó.

Bahía de los Ángeles es la casa del tiburón ballena. El canal de ballenas es un refugio en los años de los fenómenos El Niño o La Niña. De repente la temperatura del agua marina sube mucho, y aquí gracias a una masa de agua fría que emerge del fondo marino mantiene la temperatura del agua y mueve los nutrientes de la cadena de alimentación”.

–¿Cómo nacen, dónde?

–El tiburón dentro del vientre rompe el huevo y sale vivo... la hembra nada y va soltando los tiburoncitos, explica.

Hace varios años se sacrificó un ejemplar (no en México) y tenía más de 200 embriones en diferentes estadios. Falta mucho por saber. Según alguna experta hay nacimientos en La Paz, pero no hay mucha evidencia. Registramos aquí algún ejemplar pequeño, pero no podemos decir que vienen a aparearse, tampoco hemos visto nacimientos. La certeza es que vienen una temporada, de visita, detalló la bióloga.