Panamá. El inicio de las deportaciones y expulsiones en vuelos chárter y comerciales de migrantes que ingresen a Panamá a través de la inhóspita selva del Darién es inminente, advirtió ayer una funcionaria estadunidense.

Esta jungla en la frontera entre Colombia y Panamá se ha convertido en un corredor para miles de migrantes que desde Sudamérica tratan de llegar a Estados Unidos, país que en noviembre celebrará elecciones con la migración como tema clave.

Ya hemos visitado todos los aeropuertos, el Darién, los lugares donde vamos a tener a las personas. También hemos hablado con las aerolíneas y los contratistas, y estamos en los detalles finales, dijo la agregada regional de Seguridad Interna de Estados Unidos, Marlen Piñeiro.

En este momento seguimos negociando (con Panamá), pero el enfoque de este programa es deportaciones y expulsiones, explicó la funcionaria en rueda de prensa en la capital panameña.

No quiero dar fecha todavía, pero sí pienso que es inminente que vamos a empezar con las deportaciones, agregó.

Piñeiro señaló que Estados Unidos está trabajando muy de cerca (con Panamá) y muy intensamente para establecer vuelos chárter y comerciales; van a ser números grandes.

Agregó que se están preparando los detalles, pero estas medidas sí van a tener un impacto en los flujos migratorios.

Panamá y Estados Unidos firmaron el primero de julio un acuerdo mediante el cual Washington aportará 6 millones de dólares para financiar este programa.

En 2023, más de medio millón de personas, la mayoría venezolanas, cruzaron esta jungla plagada de peligros como ríos caudalosos, animales salvajes y grupos criminales que roban, violan y asesinan a los migrantes.

Sin embargo, el pasado jueves el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, descartó repatriar a la fuerza a los indocumentados, matizando lo que había dicho antes.

La gente no se quiere venir a quedar en Panamá; la gente quiere ir a Estados Unidos, y si ese tema se nos vuelve un problema, que puede pasar a mayor grado, pues para allá irán, afirmó Mulino.

En las últimas semanas las autoridades panameñas cerraron varios senderos utilizados por los migrantes en la selva, de modo que utilicen los pasos que los conducen a puestos de migración y aduanas.

En estos puestos también hay funcionarios de organismos internacionales que asisten a los migrantes antes de que aborden autobuses para seguir su viaje hacia Costa Rica.

Nosotros queremos que los números (de migrantes) disminuyan al punto de que la selva regrese a ser una jungla, un parque nacional, indicó Piñeiro.