caras conocidasy las
obras más queridas
Tradición, reforma y vanguardia conjunta 104 piezas de las más de 2 mil que resguarda la colección
Martes 23 de julio de 2024, p. 5
El acervo permanente del Museo Nacional de San Carlos (MNSC) es el protagonista de Tradición, reforma y vanguardia, exposición que ofrece un panorama sobre los cambios y permanencias que ha tenido el arte occidental a lo largo de casi 500 años, desde el siglo XVI hasta las primeras décadas del siglo pasado, así como el papel que ha desempeñado en diferentes contextos históricos.
Hacia ese fin, Mariano Meza Marroquín y Zyanya Ortega, curadores del MNSC, seleccionaron 104 obras de las más de 2 mil que resguarda la colección. A partir de la conformación de las obras que se hallan en la Academia de San Carlos, quisimos ver los puntos en que se concentran su interés a fin de adquirir las pinturas
, expresa Ortega a La Jornada.
Estos puntos de interés
se ven reflejados en los seis núcleos temáticos: Renacimiento; Reformar el arte, destruir la idolatría; Arte francés: Rector del buen gusto, la razón y la galantería; Explosión de las pasiones y nostalgia por el pasado; La Academia de San Carlos en México y Modernismos.
La exposición no es del todo cronológica, ya que el módulo Renacimiento incluye el óleo El carro del sol (c. 1857), de Pilar de la Hidalga (1843-1901), por su composición.
Tradición, reforma y vanguardia ofrece a la vez un recorrido de caras conocidas
y obras queridas
por el público del MNSC. Muchos de los cuadros han sido requeridos para exhibiciones anteriores, de allí la familiaridad. Entre ellas están: Adán y Eva (1530), de Lucas Cranach El Viejo; San Juan Bautista niño (c. 1855), atribuido a alguien cercano al taller de Jean-Auguste-Dominique Ingres; La purísima concepción (siglo XVII), de Cristóbal de Villalpando, y Efecto de luna en Bayona (1897), de Guillermo Gómez Gil.
Del catalán Pelegrín Clavé y Roque se exhibe el óleo La demencia de Isabel de Portugal (c. 1855) y los retratos del arquitecto Lorenzo de la Hidalgo y de su esposa, Ana García Icazbalceta, ambos de 1851. Clavé, ex director de la Academia de San Carlos, animaba a sus alumnos a representar paisajes del Antiguo y Nuevo Testamento, y del pasado remoto, como un medio para criticar y/o reflexionar sobre los acontecimientos del presente
.
Otra obra familiar es Autorretrato (1907), de Germán Gerdovius (1867-1937), obra que le valió una medalla de oro en la Escuela de Múnich, donde estudió después de la Academia de San Carlos. Más adelante, en el núcleo Modernismos, se exhiben óleos de este representante del Romanticismo. También, el cuadro Anciano español (1930), de su discípula Pilar Calvo.
Ortega señala que tanto Gerdovius como Calvo son dos artistas que si bien han estado recibiendo mucha atención, todavía falta mucho por estudiar sobre ellos
. En especial Calvo (1913-1986): Su madre le enseñó a pintar en un primer momento. Alrededor de 1930 ingresó al taller de Gerdovius, donde permaneció un lustro. Luego, viajó a Europa y realizó su primera exposición individual en Nueva York. De regreso a México, se abrió camino en el mundo del arte. De 1942 a 1944 realizó un mural en el hotel Posada del Sol. El Palacio de Bellas Artes fue el lugar de su primera exposición individual en 1944
.
De acuerdo con Ortega, las mujeres artistas presentes en la exposición dialogan con su contexto, con sus contemporáneos, con los colegas que también producían
. Está el caso de la pintora flamenca Johanna Vergouwen, quien participa con el óleo Encuentro de David y Abigail (1673).
Otra sorpresa
de la muestra es el díptico atribuido al belga Gaspar de Crayer (1584-1669), que estuvo mucho tiempo en bodega.
El Museo Nacional de San Carlos se ubica en México Tenochtitlan 50, colonia Tabacalera.