Opinión
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Las fronteras ideológicas diluidas en el escenario mundial
E

n Estados Unidos han intentado asesinar al polémico ex presidente en medio de un mitin político de lo que, hasta entonces, era su cruzada para ganar en su partido. La bala vino de un joven republicano, de 20 años, que quién sabe cómo haya accedido a un arma, nada complicado en su país. De blanco a negro y todos los grises, ningún mandatario del continente guardó su posición de rechazo a lo acontecido, aun cuando algunos presidentes no pudieron evitar matizar con los lugares comunes del rechazo a la violencia y defensa de la democracia. Trump, con la oreja vendada, es hoy el candidato del Partido Republicano a la silla principal del salón oval de la Casa Blanca.

Macrón, en Francia, no ha dicho cómo va a continuar el Ejecutivo después del triunfo en las elecciones legislativas del Nuevo Frente Popular, que ha logrado frenar a la derecha en ese país, pero que no ha podido consensuar ninguna propuesta para la cartera de primer ministro. Mientras, la Asamblea Nacional Francesa será presidida por la relecta Yaël Braun-Pivet, una centrista de las filas de Macron, que se ha hecho de la silla con los votos de la derrotada derecha. El triunfo electoral no equivale al poder institucional.

En Bolivia, aún no existe claridad sobre los hechos que rodearon al motín militar del 26 de junio. Todavía las columnas periodísticas preguntan ¿fue golpe o autogolpe? En estos días se viralizó en redes sociales una representación carnavalesca de lo que fuera la reciente asonada militar, a manera de parodia, en la que las risas de los espectadores decían mucho. Hay quienes sostienen que el intento de socavar la democracia en el país andino por la vía de las armas está latente y todavía no han cicatrizado las heridas de las balas del golpe de Estado de 2019. Pero la gente descree de todo y opta por reírse.

Más al sur, el gobierno de Boric, que llegó a La Moneda con el respaldo de una amplia gama de la izquierda de su país –incluido el Partido Comunista– ha decidido pelear con Colombia luego de que el presidente de este último país, Gustavo Petro, se manifestara por la libertad del alcalde comunista Daniel Jadue. Las autoridades del Ejecutivo chileno han apelado a la institucionalidad de la justicia para rehuir a la discusión política que significa la prisión de Jadue; sin embargo, el presidente Gabriel Boric, mediante su cuenta de X, no ha dudado en pedir justicia ante el atentado que sufrió en Pensilvania Donald Trump.

Nayib Bukele, alejado de los postulados clásicos del libre mercado, acaba de anunciar una política de protección a los precios de los alimentos que promete ser igual de exitosa que la de seguridad. “Les voy a dar un mensaje a los importadores, comercializadores, mayoristas y distribuidores de alimentos: paren de abusar del pueblo salvadoreño o no se quejen después (…) no es broma”. Así, quien viene convirtiéndose en un modelo a seguir para políticos latinoamericanos que quieren marcar distancia con el denominado eje del mal, acaba de hacer una jugada de corte muy nacional popular. Ahora, ¿dónde queda Bukele en el espectro ideológico?

Este mes viene siendo la constatación de la incertidumbre de esta época. Las clásicas categorías teóricas y políticas más exquisitas no logran enmarcar los acontecimientos mencionados, tampoco la fuerte y sencilla división entre izquierda y derecha, ni siquiera si estas categorías se plantean en plural –como marca la tendencia actual–. Para pensar este tiempo hay una lucecita al fondo de este túnel: el interregno de Gramsci que Álvaro García Linera hoy está retomando para analizar la economía global. Específicamente, él habla del tiempo liminal que, parafraseando al autor, es un momento en el que se suspende el tiempo histórico, donde no hay futuro predecible, por lo tanto, el tiempo social no circula, está detenido, aunque el tiempo físico corre desesperadamente. Pero, además, el desconcierto de este tiempo está fuertemente determinado por la velocidad de la infodemia y la virtualidad de la realidad y de la economía. ¿Quién puede escapar de la presión que ejerce la infodemia sobre las personalidades influyentes y gravitantes en el sentido común? Son tiempos difíciles y de cierta orfandad, en los que velozmente los denominados líderes de opinión se pronuncian incluso ante acontecimientos que no han logrado terminar de leer.

El agotamiento y el debilitamiento del horizonte neoliberal han dejado, en términos sencillos, un lienzo listo para ser intervenido; sin embargo, los artistas todavía están disputándose los espacios del lienzo y tampoco saben qué técnica van a usar. Las fronteras programáticas e ideológicas parecen diluirse ante esto que es algo parecido a la posmodernidad 2.0, a la par que avanzan los críticos problemas de la cotidianidad global como la precarización laboral, la gentrificación y la crisis hídrica, por mencionar algunos. Habrá que ver qué sucede con la dimensión política y organizativa de la gente que decidió confiar en las alternativas democráticas y populares, como en Francia, y terminaron defraudados una vez más por las instituciones.

Analista de política internacional

X: @Valeqinaya