oces distantes. La idea es formidable: una suerte de cine ensayo, a la manera de íntima crónica citadina, que parte de la remembranza del departamento compartido con la madre ya fallecida, para luego pasar a la evocación más ambiciosa de las salas de cine en la ciudad natal y describir cómo esos sitios de entretenimiento popular desaparecieron para convertirse, con el tiempo, en lugares de culto religioso. Quien evoca esas memorias, algunas muy personales, otras derivadas de imágenes de archivo, es Kleber Mendonça Filho, cineasta nacido en el puerto de Recife, al noreste de Brasil, y autor de tres películas notables, Acuario (2016), Sonidos vecinos (2012) y Bacurau: tierra de nadie (2019), las dos primeras ligadas a Retratos fantasmas (2023), el documental que actualmente proyecta la 43 edición del Foro Internacional de Cine en la Cineteca Nacional.
El largometraje de Mendonça Filho está dividido en tres partes. La primera, claramente autobiográfica, remite a la figura de la madre historiadora que después de su muerte mantiene una presencia fantasmal en el departamento familiar, morada del cineasta, que ha servido de locación en cintas anteriores suyas, habiendo pasado por él la popular actriz Sonia Braga. En alguna fotografía se advierte una figura espectral y misteriosa que invade el cuadro sin haber sido invitada por nadie, aunque lo más perturbador es la persistencia tenaz, en una casa vecina, del ladrido de Nico, el perro muerto hace tiempo y que con naturalidad se incorpora a la galería de fantasmas. En realidad, el mismo edificio familiar ha venido quedando aislado, detenido en un pretérito indefinido, ante el embate de construcciones nuevas en la gentrificación de una ciudad entregada a una modernización voraz.
De este testimonio íntimo y original, el documental pasa a un asunto aún más interesante. Narra en su segunda parte, Cines del centro de Recife
, con el apoyo de imágenes de archivo y viejas fotos y filmaciones amateur suyas de sus años mozos, lo que fue y lo que quedó de aquellas grandes salas de cine que eran parte de la animación porteña desde los años treinta del siglo pasado. De aquel tiempo, por ejemplo, cuando bajo la dictadura de Getulio Vargas el cine Art Palacio, en colaboración con la compañía fílmica alemana Ufa, replicaba la propaganda nazi de Goebbels, mientras por el cielo surcaban, hasta 67 veces, grandes zepelines ostentando la suástica amiga. Un viejo proyeccionista, don Alexandre Moura, habla de las diversas mutaciones de los viejos cines, desde los tiempos en los que, al lado de la cabina de proyección, había una pequeña ventana desde la cual un locutor
comentaba en directo alguna película de arte, hasta la dura aclimatación de los cines a los tiempos de la censura férrea, de su renovación tardía con la llegada de la democracia, y su obligado cierre final cuando casi todos dejaron de ser rentables. De todo ello queda sólo el recuerdo vivaz que da nueva vida a fantasmas de intérpretes y espectadores, como en las cintas asiáticas Goodbye Dragon Inn (Tsai Ming-liang, 2003) o Serbis (2008), del filipino Brillante Mendoza.
En su parte final, Iglesias y fantasmas sagrados
, describe un fenómeno conocido también en México: la transformación de los viejos templos de celuloide en iglesias evangelistas o en salas comerciales. El culto popular a las grandes estrellas de cine vuelto ahora devoción al consumo o cementerio virtual de un abandonado entusiasmo cinéfilo. Mendonça Filho nos convida a una inusitada y melancólica asamblea de fantasmas. El resultado es fascinante.
Otros títulos sobresalientes de este foro: Eureka (Lisandro Alonso), Mudos testigos (Luis Ospina, Jerónimo Arteaga), Samsara (Lois Patiño) y Notas para una película (Ignacio Agüero).
Sinopsis, salas y horarios: cinetecanacional.net